Alcabalas
Alcabalas en Venezuela las hay para todos los gustos!!!!
Las más visibles, son las de peajes y carreteras operadas por la Guardia Nacional y/o Policía; a veces, también son montadas por el ejército.
Estos puestos de vigilancia, aparte de ser primitivos, son los más temidos y repudiados por los transportistas y/o camioneros.
No hay uno solo de estos puntos, en los cuales éstos conductores no deban hacer una parada para presentar su documentación y obligatoriamente, entregar un “regalito”; particularmente, cuando se transporta comestibles; ello se ha convertido en una “norma” a todo lo largo y ancho del país, y aún, tratándose de la abominable corrupción y abuso de poder, las instancias superiores, lejos de disuadir o prohibir estas aborrecibles prácticas, las incentivan y algunas veces, hasta participan de ellas.
En la ocasión en que un conductor es “matraqueado”, si este mostrare signos de molestia, “le aplican la Ley”, es decir que le piden absolutamente todo tipo de documento posible, desde la cédula de identidad hasta la partida de bautismo, y si alguno de tales documentos presentare alguna irregularidad, a criterio del funcionario, el desdichado chofer es entonces amenazado con multa, remolque del vehículo, presentación del caso por ante la fiscalía, etcétera; después de esta andanada, viene la resolución; si el conductor se decide por una multa, el funcionario detiene su vehículo en dicha alcabala y lo obliga a cancelarla antes de poder retirarlo; este trámite deberá hacerlo por ante el banco del poblado más cercano, sin importar si es tarde, noche o fin de semana.
Esta práctica, aunque violatoria de la ley, se impone por la fuerza. Cuando la multa deja de ser una opción, el funcionario hace “pagar plantón”, es decir, secuestra temporalmente el vehículo por media hora o por el tiempo que al funcionario crea conveniente, pero siempre hasta “doblegar” la voluntad de la víctima.
La solución asoma, cuando el trabajador del volante pronuncia las mágicas palabras: “¿cómo podemos arreglar esto?. Entonces comienza la negociación; el funcionario, con desenfado arguye que “una remolcada de vehículo con pase a fiscalía es muy costosa y que…, bueno, él necesita que le contribuyan”.
Dependiendo de la falta y de la apariencia de vehículo y/o del conductor, llegan a un arreglo, pagando “X” cantidad de dólares.
Finalmente, después del bochornoso y humillante regateo, este se materializa sigilosamente. La víctima sale “contento”, porque solventó “un problema” y el delincuente, disfrazado de autoridad, se retira satisfecho por haber logrado obtener unos “churupos verdes” para llevar más alimentos a su hogar.
Esta es la forma y razón por la cual se ha institucionalizado la “matraca”.
Esto lo hacen principalmente, con los transporte de carga que son los más vulnerables, pero igualmente, con los pasajeros de autobuses y de vehículos particulares también.
¿Por qué se estableció esta ignominiosa práctica? En primer lugar, porque nuestras autoridades, no entrenadas para hacer labor de inteligencia, optaron por este tipo de control, arcaico, pero más económico; segundo porque se piensa que la prevención del delito, con el sistema de alcabalas, deja menos espacio para la discrecionalidad del funcionario; y en tercer lugar, porque no se dispone de presupuesto suficiente para establecer otro tipo de organización que combata eficientemente el crimen.
Es inaudito como esta primitiva práctica de control nos hace sentir como si estuviéramos viviendo un estado de conmoción o guerra, o experimentando un estado de sitio permanente.
Hay quien opina que esta es una forma de dominación, rayana en “terrorismo de Estado”, para lo cual no hay alternativas, salvo por complejas y hasta temerarias opciones; mientras tanto, la costumbre y la fuerza de “la Ley”, nos obliga a claudicar.
En la práctica, estas alcabalas, no son mas que la cara visible de una forma de corrupción que es parte de una red nacional y que se emula y extiende a múltiples organismos, como son: Corpoelec, Cantv, Tránsito Terrestre, Saime, Pdvsa, Capitanías de Puerto, alcaldías y en general, toda institución que deba emitir algún tipo de documento, permiso o solvencia de alguna naturaleza, o que venda algún tipo de bien o servicio.
Esta perversión ha hecho metástasis en nuestra sociedad y contaminó, no solo a instituciones del Estado, sino igualmente, al sector privado también; se ha convertido en una profusa, extensa y catastrófica crisis moral que llega a todos los rincones del país.
¿Pero cómo resolver este cataclismo moral? Expertos en la materia piensan que en primer lugar debemos tener cárceles modernas; fuerzas de seguridad mejor entrenadas, óptimamente equipadas y mucho mejor remuneradas; debemos disponer de leyes más punitivas, que permitan la aplicación de penas severas; también, un sistema judicial verdaderamente independiente, mejor remunerado y con diferente filosofía de gestión; necesitamos un poder legislativo de mayor nivel ético e intelectual; el ejecutivo del país debe ser uno constituido por verdaderos demócratas, más enfocado al bienestar de la nación, lo cual conlleva a propiciar el establecimiento de una economía libre con entes controladores inteligentes; pero sobremanera, se hace imperativo establecer un nuevo sistema de educación; uno en el cual el niño ocupe doce horas de su tiempo en la escuela, una que le enseñe valores y modales, a leer mucho, incursionar en ciencias o artes y practicar buen deportes.
Este aprendizaje deberá hacerse en un ambiente absolutamente profesional (maestros, psicopedagogos y médicos), con un adecuado régimen alimenticio y con la participación activa de padres y representantes.
Si no se establece una nueva forma de educar a nuestros niños, no será posible el cambio; y para que el país experimente desarrollo humano y también tecnológico verdadero, nosotros todos, tenemos que cambiar, colectiva, pero también, individualmente; debemos desmontar nuestras personales alcabalas, esas que no nos permiten incursionar en ese mundo colmado de humanismo, rectitud, intelectualidad y tecnología y todo ello debe comenzar con un copioso diálogo, intenso, profuso, en libertad y con igualdad, tomando como norte, la excelencia para la sociedad y el bienestar para el individuo.
CE.mgarciat84@gmail.com
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