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Cómo ayudar a alguien que se quedó anclado en el pasado

Desde fuera, se puede ser clave para desencallar una situación en la que se quedan algunas personas tras algún suceso grave.
miércoles, 11 septiembre 2019
Cortesía | Saber sacar provecho del recuerdo de experiencias vividas

La frase de “cualquier tiempo pasado fue mejor” es romántica, melancólica. Suena preciosa pero puede ser muy dañina en la vida real.

Es posible que encontremos personas a las que se ve sumidas en la tristeza porque piensan que el presente ya no despierta interés y mucho menos el futuro, que es una quimera.

Anhedonia
La persona nostálgica del pasado puede llegar a alimentar la desesperanza y caer en la depresión. Considera que nada de lo que conecta con ella le produce la más mínima alegría.

Existe el síntoma de la anhedonia, que consiste en no encontrar agrado (placer sensible o intelectual) en ninguna de las acciones que suceden alrededor: no te satisface el trabajo, estar con los amigos no te gusta, ya no te apetece un buen postre ni una buena película, los chistes no te hacen gracia…

La vida se convierte en una rutina, en una carga, en algo farragoso y sin sentido. Pero no es solo eso: se pasa a la comparación que siempre acaba con el mismo estribillo: cualquier tiempo pasado…Puede ocurrir cuando muere una persona importante en nuestra vida: la esposa, por ejemplo.

Lo mismo puede ocurrir con la muerte de un amigo o de un padre o una persona querida. Hay quien acaba regodeándose en aquel dolor o incomodando al resto porque es negativo en cualquier conversación.

En la pérdida de la posición social o profesional

Se puede observar esa conducta también en personas que han perdido su posición profesional y social y lo que les duele es su ego aplastado: ya no mandan en su trabajo, ya no son el triunfador entre los amigos o el familiar más exitoso.

Para encontrar la solución, hay que trabajar el olvido de sí.

Qué es el olvido de sí

El olvido de sí es la herramienta para luchar contra el egoísmo. Cuando uno no piensa en lo que le duele, lo que echa de menos, lo que sufre su corazón… sino que se abre a los demás (y al sentido trascendente de su vida), se recupera a sí mismo y vuelve a ser capaz de grandes cosas, sobre todo de amar.

¿Cómo se consigue?

1.Con propuestas que le hagan pensar en los demás. Por ejemplo, pedirle ayuda más sencillamente, en tareas de la casa o de la familia. Cuando, por ejemplo, a una persona que se jubila se le cae el mundo encima porque cree que ya es un inútil despechado de la sociedad, es muy positivo pedirle que sea responsable de los nietos (unos días, unas horas, el sábado…).

2. Recuperando el sentido de su vida. Más allá de la pena por la muerte de un ser querido, puede descubrir (o redescubrir) que su vida tiene valor propio. Se trata de que se conozca mejor y encuentre (o recupere) su propósito personal.

3. Ayudándole a sacar las trazas de egoísmo que envuelven ese deseo de anclarse en el pasado. Verbalizar el egoísmo es una forma de comenzara a derrotarlo: por ejemplo, se le puede hacer ver que acapara la atención de toda la familia en los encuentros, que no escucha las conversaciones de los demás, que sus hijos o sus nietos lo necesitan y él (o ella) parece estar solo pendiente de su dolor. A veces este proceso es doloroso porque precisamente se ataca el orgullo de la otra persona: conviene hacerlo desde el amor, que así suaviza el impacto.

4. No hacerle caso desmesurado, no compadecerle más allá de lo que necesita. Le haríamos daño a una persona si diéramos vueltas y vueltas a ese dolor. Hacerse viejo, perder a un ser querido o perder la posición profesional o social que uno ha tenido no son irremediables: son siempre pasos que nos pueden ayudar en nuestro crecimiento personal. Así que hay que vivir el luto, cerrar el dolor, acompañar, pero proponer nuevos horizontes.

5. Acudiendo a un profesional (psicólogo o psiquiatra) siempre que se vea que la situación se enquista o que la tristeza y la soledad crecen y se empieza a manifestar la depresión.

La solución está en la mente

No se trata de borrar el pasado, pues recordar momentos agradables provoca placer. Lo que se trata es de soltar el lastre y aceptar que el pasado es un pensamiento espontáneo y no una vivencia real. Saber sacar provecho del recuerdo de experiencias vividas, ya sean alegres o tristes, convirtiéndolo en una enseñanza para mejorar la nuestra condición de seres humanos.

 

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