La enfermedad del hígado que puede dispararse tras la llegada de la menopausia

Con el paso del tiempo y a partir de los 50 las mujeres empiezan a experimentar síntomas como los sofocos, sudores nocturnos, pérdida de masa muscular, debilidad de los huesos, que puede resultar en osteoporosis.
Existen distintos efectos que pueden presentarse durante esta etapa, incluso puede aumentar el riesgo de padecer ciertas enfermedades, debido a la disminución de los niveles de estrógenos. Las patologías hepáticas son un ejemplo de ello, en concreto, hablamos de la cirrosis, una afección que según expertos españoles se puede presentar después de padecer fibrosis.
Investigadores del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (Igtp han liderado un estudio publicado en la revista Laboratory Animals que evalúa, por primera vez, la diferencia entre sexos frente a la enfermedad hepática en fase avanzada en un modelo de rata. Los especialistas han analizado dos tipos de enfermedades hepáticas que se presentan con frecuencia en las mujeres con menopausia. Descubre cuáles son sus síntomas y que influencia tiene esta patología en la fase del climaterio.
¿Cómo afecta la menopausia al hígado?
El grupo de investigadores ha demostrado que las enfermedades hepáticas presentan diferentes en su desarrollo y evolución entre hombres y mujeres.
Los estrógenos parecen desempeñar un papel protector, por lo que las mujeres tendrían cierta protección a la progresión de la enfermedad. Esto afecta directamente a la menopausia, ya que durante esta fase los niveles de estrógeno disminuyen, entre otras cosas, por lo que las mujeres menopáusicas tienen más riego de sufrir una enfermedad hepática.
De hecho, el Instituto de la Menopausia ha expresado que según un estudio realizado en el Grupo de Metabolismo Energético y Nutrición de la UIB (Universidad de las Islas Baleares) realizada en ratas e in vitro, los estrógenos ofrecen un amplio abanico de efectos protectores en el hígado. Esto se asocia significativamente a la mejora de la función mitocondrial y la regulación de grasas en las células hepáticas.
Por eso, “aumenta el riesgo de enfermedades hepáticas tras la llegada de la menopausia”. Según el estudio mencionado anteriormente, las diferencias entre sexos se han observado tanto en humanos como en modelos animales utilizados en estudios preclínicos.
Sin embargo, tradicionalmente la mayoría de la investigación en ratones y ratas no ha tenido en cuenta estas diferencias y se ha hecho solamente en machos.
Los estudios sobre la fibrosis hepática que han usado ambos sexos se han centrado en el papel de las hormonas sexuales en las primeras etapas de su progresión, dejando de lado la cirrosis hepática. En otro estudio se determinó el efecto del sexo en un modelo de cirrosis con ascitas en rata que hasta ahora solo estaba descrito para machos.
De esta manera, han inducido cirrosis hepática a los animales administrando, de forma repetida, tetracloruro de carbono y modificando sus dosis hasta la aparición de ascitas. La respuesta de machos y hembras ha sido distinta.
“Los machos desarrollaban ascitas en el tiempo previsto por el modelo, mientras que las hembras solo lo hacían al aumentar más las dosis y tardando el doble de tiempo”, apuntan los expertos. Estos resultados sugieren una diferencia en cuanto a la susceptibilidad a la toxicidad del tetracloruro de carbono y a la respuesta regenerativa.
¿Qué es fibrosis y cirrosis del hígado?
Existen varias diferencias entre la fibrosis y la cirrosis. Para determinar en qué consiste la fibrosis según los profesionales del Igtp debemos saber que cuando un órgano se lesiona, nuestro cuerpo inicia un proceso de cicatrización. Si la lesión es repetida o crónica puede resultar en una acumulación excesiva de tejido fibroso y provocar alteraciones en la estructura y la función del órgano afectado. Este fenómeno se conoce como fibrosis.
La fibrosis puede afectar a órganos como los riñones, los pulmones, el corazón y el hígado. Para este último, una fibrosis avanzada puede evolucionar hacia la cirrosis hepática, la fase más tardía e irreversible de la enfermedad hepática, donde se presentan complicaciones secundarias como ascitis, una acumulación de líquido en el abdomen.
Tal y como señalan desde según ha compartido el National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases la cirrosis es una afección en la que el hígado está cicatrizado y permanentemente dañado.
El tejido cicatricial reemplaza el tejido hepático sano e impide que el hígado funcione normalmente. El tejido cicatricial también bloquea parcialmente el flujo de sangre a través del hígado. A medida que la cirrosis empeora, el hígado comienza a fallar.
Muchas personas no saben que tienen cirrosis, porque es posible que no presenten ningún signo o síntoma hasta que su hígado esté gravemente dañado. Por este motivo, es esencial determinar cuáles son y poder identificarlos a tiempo para frenar esta enfermedad lo antes posible. Los primeros efectos que se manifiestan según los expertos son:
- Sensación de cansancio o debilidad.
- Picazón en la piel.
- Falta de apetito.
- Pérdida de peso no intencional.
- Náuseas y vómito.
- Dolor o malestar leve en el área donde se encuentra el hígado, es decir, en la parte superior derecha del abdomen (barriga).
- Pérdida y debilidad muscular, algo muy frecuente también en la menopausia.
- Calambres musculares.
- Problemas sexuales.
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