Descubren uno de los secretos del lago Ness y no es el monstruo
No es el volumen de agua del lago Ness lo que impresiona, aunque es una cantidad considerable. Al fin y al cabo, tiene 37 kilómetros de largo y paredes empinadas que se precipitan en un abismo de 230 metros de profundidad, suficiente para sumergir dos veces el Castillo de Edimburgo.
Lo que llama la atención es su inquietante oscuridad. La turba de los ríos y arroyos circundantes llega al lago, creando un agua de un marrón tan intenso como el té que sale de las teteras de las casas de huéspedes del cercano pueblo de Drumnadrochit y de las Highlands.
Pero hace frío, mucho frío, una media de 4 o 5 grados centígrados durante todo el año.
“Podrías estar nadando a 60 centímetros de un submarino de 122 metros y no lo verías”, dice Alan McKenna, trabajador social de día y, en su tiempo libre, fundador del grupo de investigación Loch Ness Exploration. “Es como un mundo perdido ahí abajo”.
90 años desde la primera fotografía del “monstruo”
A menos que hayas estado escondido bajo una roca en un valle lleno de agua formado por el desplazamiento de placas tectónicas hace 500 millones de años, seguro conoces el lago Ness y sus misterios.
El 12 de noviembre se cumplirán 90 años desde que el obrero Hugh Gray tomó la primera fotografía del “monstruo” del lago Ness.
Ese mismo año, en abril de 1933, la gerente de hotel Aldie McKay desencadenó lo que se convertiría en un frenesí internacional al informar del avistamiento en la orilla de una enorme bestia parecida a una ballena.
Innumerables avistamientos de “monstruos”, estafas, búsquedas y expediciones después, el enigma perdura.
El hotel de McKay en Drumnadrochit se ha convertido en el nuevo Centro del Lago Ness, con un presupuesto de US$ 1,8 millones de dólares, y el pasado agosto cientos de aficionados a “Nessie” se reunieron en el lago para la mayor cacería de monstruos de los últimos 50 años.
Como era de esperar, los resultados no fueron concluyentes.
Roces con lo oculto
Incluso cuando se visita un martes por la tarde, con el cielo gris acero reflejándose en las inquietas ondulaciones del lago mientras los excursionistas en anorak van de un salón de té de mala muerte a una tienda de recuerdos, el lago Ness es mucho más que una trampa para turistas.
Para muchos es un desvío divertido, quizás decepcionante, en un viaje a la isla de Skye o al Parque Nacional de Cairngorms.
Sin embargo, estos parajes encierran una historia espeluznante, desde el monje irlandés San Columba, que en el siglo VI desterró una serpiente marina del río Ness, hasta las diabólicas ocurrencias del ocultista inglés Aleister Crowley en Boleskine House, al sureste del lago.
Más tarde, la casa que fue propiedad de Jimmy Page, de Led Zeppelin, fue destruida por un incendio en 2015 y ahora está siendo restaurada y abierta esporádicamente para visitas.
Y eso por no hablar de los cadáveres animados que, según se dice, un desventurado pastor local tuvo que devolver a sus tumbas en el cementerio de Boleskine en el siglo XVII.
De hombres y monstruos
Pero ninguna leyenda superará jamás al monstruo en la imaginación del público. El naturalista aficionado Adrian Shine, fundador del grupo de investigación del Proyecto Lago Ness, ha dedicado medio siglo de su vida a la exploración científica del lago más grande del Reino Unido por volumen.
En los últimos años se ha alejado de los compromisos públicos, pero su figura, elegantemente vestida de blanco y magníficamente barbuda, a medio camino entre Rasputín y Santa Claus, es la guía en forma de video por la nueva exposición multimedia del centro.
También ha sido inspiración y mentor de generaciones de entusiastas de Nessie. Entre ellos están McKenna, que cada mes hace un viaje de tres horas desde Edimburgo para dirigir una cacería voluntaria, y Steve Feltham, que vive en una caravana junto al lago desde 1991.
“Es una extraña familia de entusiastas del lago Ness”, dice McKenna, cuyo amor por el proyecto resplandece en cada palabra. Que Shine le hablara de su trabajo de campo “fue una de las experiencias más increíbles que he vivido nunca”, dice McKenna.
Lo que hay debajo
Pues éste es el mayor secreto de todos. Los cazadores de Nessie no son, en contra de la suposición popular, fantasiosos que luchan contra la razón y el sentido común.
Lo que descubrimos en el lago Ness es una comunidad de naturalistas unidos por el amor a la ciencia medioambiental y la alegría por los ilimitados misterios de la vida, tanto terrestres como existenciales.
Ninguna de las personas con las que hablamos está convencida de que en las profundidades chapotee una serpiente de múltiples jorobas o un plesiosaurio de cuello largo; sin embargo, la devoción por la investigación es profunda y sincera.
“Hay una parte de mí que cree que hay un monstruo ahí fuera”, afirma Alistair Matheson, director del Proyecto Lago Ness, que lleva a sus huéspedes en cruceros equipados con sonares.
“Lo que puede ser tu monstruo difiere de una persona a otra. Para mí, hay un misterio, y en eso creo firmemente”.
No es un lago cualquiera
“Si hay algo en el lago Ness, no sigue las reglas del juego”, dice McKenna. “La gente sigue viendo cosas que no puede explicar y creo que merece la pena investigarlo. Si resulta que todo se debe a fenómenos naturales, no pasa nada. Seguimos haciendo lo que nos gusta”.
Porque lo cierto es que no se trata de un lago cualquiera. A pesar de sus temperaturas invernales, el lago Ness nunca se congela debido al efecto de la termoclina, que hace que el agua más fría se hunda y sea sustituida por agua más caliente procedente de abajo.
Estas capas cambiantes de agua a diferentes temperaturas crean enormes olas submarinas, formando una corriente superficial que puede arrastrar troncos y otros restos contra el viento, lo que puede confundirse con la cola o el cuello de una criatura que nada contra la corriente.
Espejismos de agua
A veces aparecen chorros de agua, columnas arremolinadas de niebla y aire, por lo que, cuando el agua está en calma, pueden asemejarse al largo cuello de una bestia.
McKenna recuerda su encuentro con uno de ellos: “Oí un enorme chapoteo a mi derecha, que no capté en video. Pero lo que sí capté después fue un enorme chorro que salía del agua”.
Fue Adrian Shine quien reventó su burbuja y le explicó su origen terrestre. Pero, señala McKenna, “el lago Ness es tan fascinante que puede provocar estos espejismos. Todo el lugar es un enigma”.
Demasiado frío para los reptiles
Esas famosas jorobas de Nessie, explica Shine mediante un video en la exposición del centro, suelen estar causadas por las estelas de los barcos. Cuando embarcaciones pesadas atraviesan un lago largo, profundo y estrecho como el lago Ness, pueden crear un fenómeno particular llamado estela Kelvin, cuyas ondulaciones se parecen notablemente a protuberancias cuando se observan desde un ángulo bajo, como la orilla.
La idea de que pudiera haber una criatura del tipo de los dinosaurios viviendo en el lago se descartó hace muchos años.
Según un estudio, no hay ADN de reptil en el agua, además de que hace demasiado frío para que una criatura así sobreviva. A los mamíferos les iría mejor, pero en esas aguas impenetrables y oscuras, las plantas no pueden prosperar y la cadena alimentaria es insignificante para una bestia en crecimiento.
Peces y anguilas
El lago está conectado al mar y a numerosos ríos, por lo que una de las teorías más populares es que el monstruo es un animal de paso, como una foca o una ballena.
Luego están las teorías de los peces, dice Shine. Hay “esturiones que llegan del mar”, pero “no encontrarían pareja para desovar”. El bagre introducido artificialmente es otra sugerencia, pero el agua está demasiado fría para que se reproduzcan.
Un estudio de 2019 encontró una cantidad sustancial de ADN de anguila, reforzando la teoría de que Nessie es una anguila crecida, pero eso también ha sido desacreditado.
Tecnología de caza
Se han tomado muestras del lecho del lago y los investigadores han podido observar 12.000 años de lodo, marcado por la combustión de carbón de la revolución industrial y la radiación de las pruebas atómicas en el Pacífico.
Una flota de buques de investigación recorrió el lago en la década de 1980, cartografiando el terreno submarino como una “cortina de sonar”, explica Matheson, “tecnología punta por aquel entonces”.
La ecosonografía permitió a Matheson rastrear la profundidad del lago en sus salidas en barco, mientras que los hidrófonos -micrófonos submarinos- son los mejores amigos de McKenna.
“Si no tienes un submarino o un dron submarino, estás muy, muy limitado”, explica. “Lo que realmente nos ayuda es nuestro hidrófono. No tenemos ojos ahí abajo, pero desde luego que tenemos oídos”.
No dejes de creer
Según McKenna y el equipo del Centro del Lago Ness, la búsqueda del monstruo que atrajo a multitudes de todo el mundo este mes de agosto volverá, con la esperanza de que quizá se convierta en un acontecimiento anual, con una mayor inversión en investigación y tecnología.
Hasta entonces, el grupo Loch Ness Exploration se reúne mensualmente en el lago, de forma gratuita y abierta a todos, creyentes, escépticos y agnósticos por igual: Los detalles están en la página de Facebook.
Nunca se ha demostrado la existencia del monstruo, pero tampoco se puede refutar. Y es ese exquisito salto de fe lo que hace que los creyentes sigan adelante.
Ése es el secreto del lago Ness. Al encontrarse en sus orillas una tarde soñolienta, mientras las nubes serpentean por encima, la hierba ondula en las colinas vivas y las aguas pardas como la turba chapotean tranquilamente por debajo, los visitantes pueden descubrir un poco sobre nuestro mundo, y mucho sobre nosotros mismos.
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