Una guayanesa en la bota de Europa
Cuando pisé por primera vez Italia no sentía que estaba en otro país: sentía que estaba en otro planeta.
Una marea de idiomas se entremezclaba en la estación de trenes de Milano ese 16 de mayo de 2017.
Alemán, inglés, ruso, otros tantos que no comprendía y por supuesto el italiano.
Me dijeron que lo iba a entender de inmediato: en mi caso no fue así.
Esas clases con el libro “italiano para turistas” en el avión poco sirvieron. Era mi primera vez fuera de Venezuela, tenía 23 años.
Verona, la ciudad del amor Al llegar pasé una temporada corta en una región de Italia llamada Trentino Alto Adige, un sitio lleno de montañas, naturaleza, comida alemana y fresas gigantes.
Pero un tiempo después me transferí por trabajo a Verona, en la región de Veneto también en el norte.
Un lugar como de cuento opacado a veces por su popular vecino Venecia.
Verona es la ciudad protagonista en el romance shakespeariano “Romeo y Julieta”.
Una historia que se contaba en la región durante el siglo XIV y adaptada a la literatura por el autor inglés en 1596.
A pesar de lo apasionante y romántico el choque cultural fue inmediato y los primeros retos llegaron: idioma, alquilar una habitación, encontrar trabajo y un nuevo modo de relacionarme con las personas de la zona.
¿Qué hago y pienso hacer?
En la actualidad trabajo de camarera, un trabajo pesado que nunca había desempeñado antes.
Este oficio me ha enseñado bastante sobre la humildad, la lucha y el sacrificio.
Conocí a otros extranjeros allí que también luchan y vienen de realidades muy duras.
Me fortalezco mientras encuentro mi norte y un mejor futuro.
Uno de mis principales retos fue el cambio de idioma.
Al ser periodista era doloroso no poder comunicarme bien, “hablar tarzaneado” y leer sin fluidez, me sentía tonta y frustrada.
Para mantenerme conectada con el periodismo he abierto una página web sobre temas de trabajo y sigo manteniendo mi blog personal de escritura creativa.
También he tomado mucha pasión por los idiomas.
Lo que me encanta
La gastronomía, enorme y variante según la región en la que estés. La facilidad para escuchar muchos idiomas.
Que aprendí a cocinar por fin.
Lo que odio
La burocracia italiana.
Lo complicado y precario del mundo laboral.
¿Qué extraño más de mi país?
Extraño las navidades con mi familia, mi queso guayanés, ejercer mi profesión y la calidez de las personas.
Si regreso a Venezuela alguna vez, será como una persona diferente, fuerte y enfocada.
Me entusiasmaría compartir sobre la cultura italiana y su historia, idiomas y diferentes visiones del mundo que he visto como inmigrante.
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