Las dos tareas más urgentes de Jeanine Áñez
Una nueva presidenta, dos tareas enormes y solo 70 días por delante.
La senadora Jeanine Áñez asumió el martes como nueva presidenta de Bolivia en medio del terremoto político que llevó a la renuncia de Evo Morales tras las cuestionadas elecciones del 20 de octubre.
Tachado por el líder indígena y sus partidarios como fruto de un golpe de Estado, el controvertido mandato de Áñez tiene fecha de caducidad: el 22 de enero de 2020, cuando, en teoría, la presidenta transitoria debería entregar las riendas del país a un sucesor.
Áñez dijo poco después de asumir la presidencia que sus dos principales tareas, además de la pacificación del país, eran el nombramiento de un nuevo Tribunal Supremo Electoral y la convocatoria de elecciones.
Y ya este miércoles agregó que su prioridad iba a ser también derogar la sentencia del Tribunal Constitucional que permitió a Morales acudir a la una tercera reelección pese a que en la Constitución solo se permite una.
El analista político boliviano Gustavo Guzmán, señala que aunque parezca sencillo a simple vista, las tareas que se propone sacar adelante la senadora por Beni revisten una complejidad tremenda tanto a nivel político como logístico, sobre todo si tenemos en cuenta el estrecho margen de tiempo que tiene.
“Son al final la razón de fondo por la que el país está en una verdadera crisis: lo que pasó en las elecciones y el hecho de haber degradado en términos institucionales la corte electoral en Bolivia ha provocado esta explosión de ira que ha generado lo que conocemos”, señala.
La convocatoria a elecciones
Las elecciones del pasado 20 de octubre, que dieron como ganador a Evo Morales, generaron una oleada de protestas que llevó finalmente a un amotinamiento de la policía y una “sugerencia” de renuncia de las Fuerzas Armadas hacia su comandante en jefe.
Según un informe preliminar de la auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA), el proceso estuvo marcado por “preocupantes” irregularidades que no garantizaron la transparencia del proceso.
Morales aceptó convocar nuevas elecciones, como llamaba la OEA, pero la “sugerencia” de los militares y el amotinamiento de la policía terminaron forzando su renuncia.
Ahora, la mandataria en funciones tiene el deber de convocar un nuevo proceso electoral del que saldrá el nuevo líder que gobernará Bolivia tras los más de 13 años en el poder de Morales.
Sin embargo, el proceso no es tan sencillo como parece.
Para convocar a las urnas, el nuevo gobierno deberá presentar un nuevo padrón electoral, dadas las numerosas impugnaciones realizadas contra el vigente al que señalan, por ejemplo, de tener más de 10.000 votantes de más de 100 años y otro gran número de personas supuestamente fallecidas.
El proceso de conformar un nuevo padrón requiere una inversión de tiempo y recursos que, en criterio de algunos expertos, supera el plazo de Áñez en el gobierno.
“El grado de degradación que se ha producido en el padrón electoral es sin dudas un desafío técnico y concreto, pero creo que en Bolivia hay una experiencia anterior en este sentido que nos puede ayudar a conformar uno nuevo”, opina Guzmán.
Por si fuera poco, por ley, Bolivia tiene que celebrar elecciones primarias y existe la incógnita de si la sigla del MAS podrá concurrir, algo que podría ser impedido si un proceso judicial sentencia que hubo fraude.
Un nuevo TSE
Uno de los resultados inmediatos del informe de la OEA fue la renuncia y posterior procesamiento de los miembros del Tribunal Supremo Electoral, el ente oficial que convoca y administra los comicios tanto a nivel local como nacional.
La ausencia ahora de una autoridad electoral en Bolivia complica el proceso de convocatoria a nuevos comicios, ya que el país adolece de las figuras que podrían garantizar la transparencia del proceso.
“Una de las conquistas centrales de la democracia en Bolivia fue construir una institución electoral que le permitía a los bolivianos confiar que su voto iría a la persona por la que habían votado. Con lo que ha pasado ahora, la institución electoral ha quedado en descrédito y elegir un nuevo TSE es una tarea urgente”, sostiene Guzmán.
Pero la reestructuración y el nombramiento de los regidores del ente electoral tampoco es una tarea sencilla.
El mecanismo de elección de nuevos miembros del TSE generalmente es largo, lleva numerosas investigaciones para garantizar la transparencia de sus integrantes y, finalmente, debe ser aprobado por el Congreso.
En ese punto, sin embargo, Añez podría enfrentar un nuevo obstáculo que podría lastrar su mandato en todos los sentidos.
Y es que el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, cuenta con mayoría dos tercios en las dos cámaras: 88 de 130 diputados y 25 de los 36 senadores, cuyo mandato expira el 22 de enero.
El MAS, que no se presentó el martes a la sesión en la que Añez se proclamó como presidenta, no ha dado señales de que apoyará a la nueva gobernante en su cometido.
Al contrario, este miércoles por la noche la noche, tras horas de tensión y fricciones con la policía, que bloqueaba el acceso a la sede del legislativo, el MAS celebró una sesión en la Cámara de Diputados que fue boicoteada por los parlamentarios contrarios a Morales.
Otros desafíos
De acuerdo con Guzmán, la complejidad de la crisis que vive su país y sus posibles soluciones pueden llevar a que Añez solicite una prórroga de su mandato para poder llevar adelante el proceso electoral, elegir un nuevo TSE y organizar el traspaso de mando.
“Es una situación muy difícil de resolver, sobre todo si tenemos en cuenta que su mandato termina el 22 de enero”, señala.
Otro de los elementos que habrá que tener en cuenta, opina, es la publicación de la auditoría final de la OEA, cuyo resultado el gobierno boliviano se comprometió a que sería vinculante.
“Yo espero que el informe final sea una constatación más contundente de lo que ya encontraron en el informe preliminar del fin de semana. Pero ya que la OEA ha sido un protagonista fundamental de lo que ha pasado ahora, también espero que contribuya a hacer más fácil el proceso electoral”, comenta.
De acuerdo con el analista, la realización de nuevas elecciones y la formación de un nuevo TSE, como tareas fundamentales, también compartirán protagonismo con otras decisiones que tendrá que tomar la nueva mandataria.
“No es una situación fácil, pero Bolivia ha atravesado circunstancias más complicadas y hemos salido adelante. A partir de ahora, solo queda encontrar cómo regresar a Bolivia a esa institucionalidad democrática que hemos perdido”, opina.
Asume presidencia
Cuatro renuncias inesperadas, un asilo político y la crisis de gobernabilidad más grave que ha vivido Bolivia en una década fueron necesarias para que Jeanine Áñez terminara ocupando la presidencia de ese país. Esta abogada y militante del hasta ahora opositor partido Plan Progreso para Bolivia Convergencia Nacional asumió el cargo este martes en una breve ceremonia y con la misión declarada de crear un gobierno de “transición” que convoque a unas nuevas elecciones en el menor plazo posible.
Su ascenso al frente del Ejecutivo fue consecuencia de la renuncia de Evo Morales a la presidencia; de Álvaro García Linera, a la vicepresidencia, así como de la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra. Esto hizo que Añez, quien era vicepresidenta del Senado, asumiera la presidencia de esa cámara y automáticamente se convirtiera en la sucesora constitucional de Evo Morales.
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