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La Sonrisa Etrusca: El sentido del existir

En las formas semi-acabadas que desbastaron el mármol expresan el desgarramiento, el dolor de la perdida, de ahí que el partisano la asimile a dos guerreros.
domingo, 30 octubre 2022
Cortesía | Su vida se llena de piedad roussoniana

El novelista español José Luis Sampedro reencuentra el sentido en su narración de las milenarias y enigmáticas esculturas de las estelas funerarias etruscas:

“-Los etruscos reían, te lo digo yo. Gozaban hasta encima de su tumba, ¿no te diste cuenta…¡Vaya gente!

Da otra chupada al cigarrillo y continúa.

– ¿Qué de esos etruscos?

– Los conquistaron los romanos.

-¡Los romanos! ¡Siempre haciendo puñeta!

El viejo se abisma en la vieja historia, recuerdos de la dictadura y de la guerra, de los políticos después, mientras el coche rueda hacia el norte” (1985:17)

El Calabrés Salvatore Roncone se siente conmovido ante los rostros de los sarcófagos la tumba etrusca de la Villa Giulia en Roma, conmocionado por esas miradas profundas y gestos plenos, se inicia la transformación de su visión del mundo.

La cotidiana y despreocupada risa que se intuye en el rostro de la pareja y en su lenguaje corporal. Le hace reflexionar a Salvatore, alias Bruno, la actitud ante la vida que debía tener una civilización, para representar a la muerte con una gozosa sonrisa en los labios.

Se inicia así una vinculación entre Salvatore y esta pareja de arcilla, en la que redescubre un sentido del existir al acercarse su muerte.

“En ambos cuerpos el rojizo tono de la arcilla quiere delatar un trasfondo sanguíneo invulnerable al paso de los siglos. Y bajo los ojos alargados, orientalmente oblicuos, florece en los rostros, una misma sonrisa indescriptible sabía y enigmática, serena y voluptuosa”. (1985:14)

La sonrisa, y la alegría de Los Esposos, se opone al dolor, el desgarramiento de la Piedad, de Miguel Ángel son dos visiones del mundo contradictorias. Estas esculturas representan visiones contradictorias hacia la muerte y hacia el vivir. Salvatore, recién salido de su hogar en el campo se proyecta en ellos, su vida y su muerte como vía para integrarse al cosmos.

En la novela y la película el arte se trama con la vida, Los Esposos Etruscos y la Piedad, van develando el sentido filosófico de la narración, se afirma la idea de que el arte al representar contenidos estéticos, en obras paradigmáticas comunica y activa contenidos arquetipales.

Se transforman así en potenciadores del cambio interior. La sonrisa, de la escultura funeraria etrusca presenta una posición ante la muerte, exorcizada del dolor y la culpa al celebrar la vida como tiempo y espacio para desplegar la vitalidad, y la plenitud.

Al enfrentarse el calabrés a la Piedad inacabada de Miguel Ángel, en el Castello Sforesco, de Milán, se conmueve:

“Le detiene, en seco una escultura”.

En ella ninguna blandura: al contrario. Parece como aún a medio hacer, pero ya tan cargada de expresión que su misma rudeza, más vigorosa que lo perfecto, resulta un grito de llamado para el viejo, un toque de clarín…<<Dos guerreros; eso tiene que ser; dos partisanos de entonces, no hay duda…! Si está claro: a uno le han herido y el camarada le sostiene… ¡Como el Ambrosio y yo, son como hermanos>> “(1985:93)

En las formas semi-acabadas que desbastaron el mármol expresan el desgarramiento, el dolor de la perdida, de ahí que el partisano la asimile a dos guerreros. La muerte, se convierte no en un reencuentro con el cosmos, cómo en los Esposos Etruscos, sino en una ruptura, expresada en el dramático abrazo de la madre al tomar el cuerpo crucificado de su hijo.

Este paralelismo con la trama de la novela se manifiesta cuando la Rusca o el cáncer lo muerden y le provoca una hemorragia, mientras acompañaba a Hortensia, quien lo carga y lo toma como la virgen María a la Piedad.

Es la vida como lucha, perdida; no como milagro que recrea el cosmos en cada instante del existir. Se aleja cada vez más Bruno de esta concepción, para acercarse a la ternura que representan Los Esposos etruscos.

Este acercamiento al cosmos como cobijo, del campesino se profundiza al sentir en su cuello las calurosas y pequeñas manos de su nieto y unir el palpitar de sus corazones, al dormir entre sus brazos. Estas rupturas existenciales lo renuevan y lo hacen renacer de sus cenizas como el ave fénix.

Su vida se llena de piedad roussoniana: identificación con el otro y la totalidad del universo. Afirmada en decisiones como la de casarse con Hortencia al final de su vida, para además del amor que los une como pareja, su nieto, pueda aprender el equilibrio del principio y la ternura femenina, que su hijo Renato y su nuera Andrea parecieran desconocer. Por eso transcurre su existir como lucha y no como comunión, determinado por el ritmo de vida acelerada y urbana que les impide estar en armonía.

El partisano desea volver a morir en su Rocassera, entre su vitalismo, entre la naturaleza. Su visión del mundo cambia, expresada en la negación de sus deseos de venganza al mutarse en comunión con la vida. La trama de la novela representa este renacer en situaciones como las primeras palabras de su nieto, cuando el abuelo está en su querida cama, hecha por él con maderas nobles, para durar una vida y ser su descanso al morir con una sonrisa etrusca entre los labios al oír, la palabra tan añorada de su angelazo: NO-NO. Grito de conciencia de ser, que enseño a su nieto al morir.

Las trampas del desarrollismo:

“Es para que no se pierda su historia, para conservar aquel mundo…Cuentos, coplas, refranes, costumbres, las bodas, los entierros… Se está olvidando todo; la historia, lo que somos…Mi historia –repite el viejo, pensativo. Y ciertamente el pasado se pierde. Las mozas tiran los antiguos trajes, tan hermosos como si fueran trapos.” (1985:133)

El cantabres al principio no comprende el amor de los académicos por su palabra, por sus conocimientos, que para él son tan simples como el florecer de un árbol. En un primer momento ficciona de esta manera indaga José Luis Sampedro la psicología del entrevistado, y afirma su concepción de lo que es una novela o la acción de narrar, pues la ficción, proyecta en tanto acto creativo los arquetipos y temas dominantes de la historia de la humanidad.

Se establecen interesantes diálogos entre los investigadores y el investigado, que destacan la importancia del mito y la tradición oral.

Se establece un proceso cognoscitivo en dos sentidos, al empezar a reconocer en los cuentos de Salvatore, la mitología universal y una vía para comprendernos a nosotros como individuos y sociedad, como ocurre al asimilar su cáncer a episodios del mito de Prometeo y la ternura hacia su nieto con Tiresias el adivino.

A través de este proceso aprende a percibirse desde otra perspectiva, en base al mito de Prometeo, quien roba el fuego, símbolo de la vida y la cultura, para regalarlo a la humanidad. Y es castigado al serle devorado el hígado por un águila, tema que equivaldrá para Salvatore a su cáncer, la Rusca, así en lugar de pelear con ella, la acepta y convierte su enfermedad en un aliado para apreciar el tiempo que le queda como un eterno presente.

A través del mito de Tiresias, hombre y mujer alternativamente, comprende la masculinidad y la feminidad. Acercamientos que se van dando a lo largo de la novela en los pequeños detalles, como al aprender a vestir a su angelote, el transmitirle la ternura y el calor humano que nunca antes había dado a un hijo, pues el niño en la sociedad tradicional es criado por la madre y aislado de las cofradías masculinas, hasta que entra en ellas a través ritos de iniciación, para convertirse en hombre.

Se destaca, la dicotomía entre el universo académico al encerrarse entre muros y desligarse de la vida como fuerza creadora, por lo cual transmite conocimientos desligados de la sociedad como concreción histórica. Esto lo destaca el escritor al comparar la ambiciosa y aburrida vida de la esposa de su hijo Andrea, garraspeadora de papeles, y confrontar su manera de vivir con la de su suegro. Y Valerio, el joven estudiante, que abandono su cómoda vida para seguir su vocación: la investigación de la sabiduría tradicional. Metáfora de la vida, posición contraria al mundo académico al convertirse en mausoleo, y olvidarse de la aventura que es la comprensión de la humanidad como palpitar del cosmos.

Esta novela al tramar la mitología con los personajes literarios, confronta la tradición como saberes apegados a la tierra con lo contemporáneo, caracterizada por la ruptura y su cultura anti-natura. En el peregrinar de Salvatore por Milán, acompañado de su hijo llega a las malolientes ciudades contemporáneas, que contrastan con la frescura del campo, la humedad de la tierra y el crecer de la vida silvestre. Se establece una confrontación entre la tradición y el presente post-industrial como formas de vida.

Nos acerca el escritor al vivir ancestral centrado en la vitalidad que se personifica en el triangulo que integran el partisano Bruno, Hortensia y Brunettino, el nieto. Estamos ante al amor por la sencillez, a los gestos del diario vivir que hemos olvidado a valorar por el ritmo de la máquina urbana.

“Si, ya están llegando a la trampa. Las ciudades para el viejo, han sido siempre un embudo caza-hombres, donde acechan al pobre, los funcionarios, lo policías, los terratenientes, los mercaderes y demás parásitos…. Al bajar el cristal percibe un vaho húmedo apestando a basura y a los residuos químicos.” (1985:21)

Se hunde en uno de los impulsos de muerte más patentes de la contemporaneidad, como lo es la urbe y el desarrollismo, carcinomas para el planeta Tierra, mientras él está siendo devorado en su interior por el cáncer. El primer giro en la peregrinación para aislarse de la urbe como negación vitalista es el contacto con su nieto Brunettino, en quien hace brotar su ternura, dándole un nuevo destino al buscar que su nieto se eduque para la vida.

La Sonrisa Etrusca devela que el problema de la contemporaneidad no es entre el neo-capitalismo o el neo-socialismo, sino trascender una humanidad que ve el desarrollo y el progreso como un crecimiento ilimitado, para satisfacer pulsiones de muerte y visiones del mundo que nos aíslan del universo. La exitosa novela que fue llevada al cine protagonizada por Brian Cox, en el 2018, transcurre entre la ciudad de San Francisco y Escocia, se pueden encontrar on line en varios links gratuitos, verla es darse la oportunidad de acercarse a una novela de uno de los autores más polémicos de Europa. “Falta todo, y sobra prisa…” (JLS)

Sampedro, José Luis. La sonrisa etrusca, Editorial Alfaguara, España, 1985

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