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Julieta Vas transmite su amor por la música a los niños

Tiene más de 35 años dedicados al mundo de la cultura en Ciudad Guayana.
martes, 30 julio 2019
Cortesía | Durante una reciente presentación en la Casa del Músico

En un café, sentada mirando las distintas tiendas del centro comercial Ciudad Alta Vista II, se acerca una mujer de tez tostada por el sol, de baja estatura, con numerosas canas en su cabello con mucho estilo y una sonrisa cálida.
Se sienta, gustosa, se presenta y decide contar su historia de cómo ha sido parte de la formación cultural en el estado Bolívar, específicamente en Ciudad Guayana.
La dama es Julieta Vas, güireña adoptada por estas tierras, quien ejerce como educadora musical en Ciudad Guayana.
Actualmente pertenece al equipo de profesores del Instituto Municipal de Cultura Caroní, es directora de la Coral Infantil “Modesta Bor” del Conservatorio de Educación de Música Integral (Cemi), y está a cargo, también, de la Coral Infantil Municipal y de la Coral Sinfónica Infantil.
Su labor de más de 35 años en el arte se lo ha dedicado a la formación de las nuevas generaciones en el área musical.

Historia de la artista
Su padre fue Ladislao Vas Pollack, un médico húngaro, un explorador que, junto con cuatro colegas doctores decidieron conocer el extranjero.
Llega a Güiria (estado Sucre) trabajando en un hospital de la localidad y llega a una escuela, donde laboraba la joven Luisa Medina y se conocieron.
Luisa tenía ya dos niños; y de la relación que surgió entre ella y el húngaro, nacieron dos niñas; siendo Julieta la mayor.
Estando la madre embarazada de Julieta, su padre es llamado a Guri para realizar un trabajo.
Su mamá se negó a irse estando aún embarazada, por lo que Julieta nació en Güiria, y siendo ella de meses, se trasladaron a Guri.
Es allí también donde muere su padre, cuando Vas tenía dos años, y su crianza queda a cargo de su madre y su hermano mayor. Ya vivían en Guayana.

Formación académica
Julieta era una niña con las notas musicales en la sangre, pero incomprendida por su familia.
Desde pequeña tuvo un interés particular en las artes, específicamente en la música.
Era una músico empírica: tocaba el cuatro, la flauta, el piano, y otros instrumentos gracias a su hermano Argenis, también inclinado hacia los gustos musicales.
Estudiaba su bachillerato en La Salle, técnico, y decidió abandonarlo para estudiar humanidades. Los dos últimos años de esta etapa académica los cursó en el Liceo José Gabriel Machado en San Félix.
A partir de ahí, dio rienda suelta a su curiosidad junto con sus profesores de arte, con la meta de hacer de ella una carrera para poder ser músico.
Sin embargo, por cosas de familia, no pudo cumplir su cometido. Comenzó sus estudios de Educación, sin embargo, no pudo culminar la carrera; regresó a Guayana y, luego de un tiempo, comenzó a estudiar en la Universidad Abierta, en Ciudad Bolívar, dificultad de aprendizaje.
En esos años de estudio se casó con un músico, Orlando Sifontes, actual director del Conservatorio de Educación de Música Integral (Cemi).
Durante sus estudios en la UNA, llega el profesor Rito Antonio Mantilla (colombiano) junto con su esposa, Fanny de Mantilla, pertenecientes al movimiento orquestal en Caracas, a dictar un taller de experiencias musicales en la sede de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG).
Los Mantilla quedaron enamorados de la región y del potencial artístico, lo que los llevó a quedarse por buen tiempo en Ciudad Guayana.
Gracias a estos colombianos, nace el 4 de octubre de 1987 el Conservatorio de Educación Musical Integral (nombre de nacimiento), donde fueron convocados Julieta y su esposo para estudiar la esencia de la música. Ella, decidida, abandona su carrera en la UNA, y se adentra en la montaña rusa del aprendizaje de la música. Tras graduarse en el Cemi, retoma sus estudios como educadora y obtiene su título de licenciada en Educación.
En el Conservatorio adquiere el puesto de Coordinadora de la Sección Infantil en el 2000.
Asumió la responsabilidad de un rol que llevó la profesora Fanny, a quien considera un ejemplo a seguir, al igual que el maestro Rito.
Integra la parte pedagógica regular de los niños a la parte pedagógica musical.
En el comienzo de lo que sería su aventura como educadora, estaba impartiendo clases en una escuela, donde a los tres años de dedicarse a ello, le ofrecen el puesto de docente regular en un aula.
Contradictoriamente, decide rechazar el puesto y dedicarse a la educación musical en el Conservatorio, dando también clases de coro y lenguaje musical.

Dedicación a la cultura guayanesa
Desde muy chica, gracias a su hermano (quien formó junto con unos trinitarios un grupo de steel band) que era un autodidacta de la música, lo escuchaba practicar con su banda. Luego, al irse sus compañeros, él se unía a ella y le enseñaba todo lo que habían practicado.
En uno de los muchos festejos carnavalescos que solían hacerse en Ciudad Guayana, la steel band se presentó, y su hermano la hizo subir a una carroza a tocar con ellos por un momento.
En su niñez aprendió a tocar tambor, parranda, aguinaldos, gracias a las enseñanzas de su hermano.
Se puede decir que empezó en lo cultural a sus diez años de edad, puesto que, además de música, participaba en el teatro y la danza. Toda esta experiencia la adquirió en Guayana.
Actualmente desempeña su papel como directora de las diversas corales, pero asegura que nunca ha dejado de impartir, a su manera, clases de no solo música, sino también de formación integral a cada uno de sus estudiantes.
El trabajo a varias voces de la Coral Infantil y Juvenil Modesta Bor ha sido reconocido en numerosos festivales. En sus corales, Vas ha sido pionera en involucrar a niños con déficit de atención, Asperger y síndrome de Down.

Formación de seres humanos, no solo coristas
Su entrega a la enseñanza y educación integral a los niños guayaneses es de admirar.
El esmero que desborda al impartir lecciones de canto (y música) y dirigir el desarrollo de sus demás clases (ejerciendo su papel como directora) habla mucho de la dedicación y el cariño que le tiene a su trabajo, así como también de la preocupación que tiene por sus alumnos que, además de ser su docente, hace también el papel de psicóloga para cualquier niño que lo necesite.
“La música tiene el poder de educar, de cambiar”, revela Vas.
Como toda licenciada en docencia, aspira a hacer un cambio en cada uno de los estudiantes que tiene bajo su cargo.
Julieta siente que, a través de la música, puede hacer eso y más. Por ello, ella apuesta a que “está contribuyendo a que esos seres humanos sean más conscientes, porque el mundo no está funcionando mucho por eso”, así lo afirmó.
En 2018, la directiva del Colegio Santísima Trinidad de Puerto Ordaz acordó que el coro de la institución llevara el nombre de Julieta Vas, por su aporte al movimiento cultural de la ciudad.
Recientemente, Vas fue una de las postuladas al Programa Permanente de Certificación de Saberes Empíricos que promueve la Casa del Artista en todo el país y que en Guayana acompañó la Alcaldía de Caroní.

Más cultura
Vas es una defensora del trabajo cultural y de la importancia que tiene en la construcción de la sociedad.
A su juicio si hubieran más escuelas de música, teatros, espacios en la ciudad para ofrecer oportunidades de formación artística a la población se reducirían los índices de violencia.
Desde el Cemi, institución que merece apoyo para mejorar su sede, sigue activa en la vida cultural.

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