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Juan Félix Sánchez: El Mago de la Niebla

Esta cruz es algo único en el arte nacional con casi dos metros, y en su cúspide se ven dos rocas alargadas, que se mantienen en equilibrio y una piedra triangular para evitar que se cayeran.
domingo, 07 agosto 2022
Cortesía | Desde muy temprana edad evidenció ser un joven inquieto,

Existen momentos de la vida que se transforman en un eterno presente, como son las vivencias que tuve al conocer, y convivir con Juan Félix Sánchez, siempre me acompaña su rostro sonriente expresión de su filosofía de vida, que no solo se evidenciaba en sus constantes preguntas a otros sobre el significado de las palabras, era algo que le preocupaba constantemente, y sus conversaciones tenían un sentido mayéutico, se convertían en largos diálogos al pensar mucho en las respuestas, y contra preguntas, y se centraban mucho en las palabras sobre todo cuando oía en las conversaciones palabras que desconocía.

Cuando le preguntaban guardaba silencio mientras meditaba lo que iba a decir, y respondía con frases que muchas terminaron haciéndose célebres como: Me gusta lo feo, que tenían para él un significado personal, y sobres sus creaciones decía con orgullo: “Me gusta lo feo porque me cae en gracia”.

A veces la gente no parecía comprenderlo, porque su pensamiento y su hablar era muy suyo. Le gustaba en lugar de responder con argumentos, hablar con ejemplos de la naturaleza y de sus creaciones, para él todo tenía su tiempo.

La manera como creaba, expresaba su filosofía de vida. Así sus sillas y sillones estaban formados por raíces, ramas y troncos que iba encontrando con el tiempo para luego irlos ensamblando, a veces se tardaba años en integrarse, por eso son creaciones únicas en el arte nacional, evitaba el uso de clavos en sus lugar las armaba como un lego, y usaba métodos tradicionales para lograr por ejemplo las curvas de los sillones de la capilla mayor, así los troncos los dejaba días en los pozos con amarres que iba prensando hasta obtener la curva que deseaba para el respaldar en este caso para los sillones de la capilla dedicada a José Gregorio Hernández.

En su visión del mundo lo feo estaba en la belleza de lo natural, tal como había sido creado por Dios, por eso la capilla del Tisure fue hecha de piedra y nunca pensó en frizarlas, como le pedían hacer muchos de los visitantes y amigos para que fueran lisas su superficie, cuando oía esto los miraba con seriedad y les respondia: eso ocultaría la obra del Señor, las rocas no las adorno el creador y por eso nos las cubro eso las alejaría de la creación divina, y al hacerlo haría mentir la naturaleza al ocultarla, y recalcaba: la verdad de una piedra son sus texturas, su color y al apreciarlas nos acercamos a Dios, por eso no me gusta tallarlas y cuando hago lagas como las del piso de la capilla, busco las grietas de la roca para martillarlas y lograr losas planas como las que uso en el piso, y así las fui colocando para que sigan la idea que tengo, así si alguien es curioso verá que tienen forma de cruz, pues están en una pequeña iglesia, se encuentra la capilla llena de secretos en su exterior e interior.

Cuando conversamos de la cruz que hizo en la entrada del potrero cerca de la cascada que le da agua, comentó que le costó mucho encontrar un piedra que fuera horizontal, y pesada para que pudiera sostenerse sobre sí.

Estos páramos están llenos de rocas de formas diferentes, para hacer un terreno para cultivar se pasan semanas desenterrándolas. Así cuando encontró ese peñononon que era liso y alargado, algo delgado en la base para que fuera capaz de sostenerse fija en un agujero en la tierra y calzara, la reforzó con piedras en la base y así fue haciéndose esa cruz, con otras tres que encontró, los parámeros decían al ver aquello, que piensa hacer Juan, será un pararrayos de piedra pero eso no funcionara y se reían.., sonreía ante aquellas burlas, callaba y les respondió que debía ser una cruz para mantener al innombrable lejos del Potrero.

Así cuando con el tiempo encontró las rocas que darían forma a la cruz, dos algo planas del mismo tamaño y una triangular pesada para que la sostuvieran y así se hizo la cruz. Cuando la vio el padre Albornoz, quien dio las primeras misas en la Capilla Mayor del Filo del Tisure le gusto mucho.

Esta cruz es algo único en el arte nacional con casi dos metros, y en su cúspide se ven dos rocas alargadas, que se mantienen en equilibrio y una piedra triangular para evitar que se cayeran. Parece un monumento pétreo salida de Stoneheng, emana misterio y sacralitud.

A cada roca le buscaba un uso, y se convirtió en uno de los elementos de su lenguaje visual, sobre todo las triangulares que las usaba para señalar al cielo, como símbolo de que la verdad está en Dios. Así creó una cruz que reta la gravedad y durante décadas se ha mantenido en su lugar como señal de su amorosa devoción.

Desde Joven crea símbolos que señalan lo uránico, en lo triangular que asociaba a la la Santísima Trinidad, no es raro por tanto en una de las pocas fotografías de su juventud que se difundió en la portada tanto del libro del grupo Cinco, como de su novela El Mago de la niebla,(que escribí inspirado en su vida, y publicado en físico y en formato digital en el Diario Primicia en cortos capítulos), se la tomó en un estudio de Maracaibo, la posición que le pidió al sorprendido fotógrafo fue que lo fotografiara parado señalando con su dedo hacía el cielo, reflejando sus certeza en que la respuesta al sentido de la vida está en la búsqueda de Dios, aunque él en las etapas juveniles de su vida se hubiera alejado de él.

Y no por casualidad exigió que lo fotografiaran junto a una roca hecha de cartón, pues es el elemento fundamental del parámeros para construir sus casas, dividir los terrenos….

Desde muy temprana edad evidenció ser un joven inquieto, entre tantas cosas que hizo, una de las más recordadas en el pueblo fue cuando su madre le hiciera un traje de saltimbanqui para hacer sus actos de equilibrista sobre cuerda en la plaza del pueblo, nadie entendía esas conductas del joven Sanchez, pero es que ante todo amaba dar alegría y hacer reír a los pobladores de su pueblo para callar sus inquietudes internas.

Escondía sus dudas existenciales a otros, pues sus locuras le hacían temer alejarse de la Dios, por eso en su cuarto a los 12 años en la pared pintó un ángel, encima del copete de su cama, para que lo coronara todas las noches, y en la ventana por donde se escapaba a las celebres fiestas del páramo, pintó una cruz, para que lo protegiera en sus escapadas, en su diseño se avizoraba la cruz megalítica que hiciera décadas después, en la entrada del Potrero, cuando decidió abandonar el pueblo e irse a buscar el perdón por sus pecados, pues se sentía responsable de la salvación del alma de su madre, su muerte lo devastó y pensó que dependía de él su paz en el más allá.

Por eso se alejo a las soledades, como los ermitaños cristianos al lejano Potrero y durante ocho años no se cortó el pelo ni la barba como un pago de promesa para la salvación del alma de su madre y el perdón por tantas locuras que había hecho de joven.

Y así se fue creando un mito viviente que en su afán de purificar su alma transformo el Páramo del Tisure, en lo que llamaría el arte contemporáneo en una gigantesca instalación, al intervenir gigantescas piedras con rocas más pequeñas, inspirada en la costumbre local de crear mojones de piedras en el camino, y así fue modificando el paisaje al poner encima de gigantescas rocas en su cúspide otras en formas triangular, o amontonamiento de rocas. Así transformó la creencia de los parámetros de ir amontonando piedras a orillas del camino, como una ofrenda a los espíritus de la montaña

Durante años soñó con realizar una capilla a la virgen de Coromoto, en el filo del Tisure donde en los días despejados del mes de Enero se pueden ver los llanos y el sitio se le apareció la virgen a los indígenas, en los sesenta hizo su primer capilla, pequeña en homenaje a la virgen, con unas pequeñas tallas de madera, en alusión aquel milagroso momento que fue el inicio del Complejo arquitectónico y religioso del Tisure, obra única en el arte Venezolano y Latinoamericano que durante años solo fue conocido por los parámetros que iban en búsqueda de milagros.

En la Capilla Mayor dedicada a José Gregorio Hernández, el Siervo de Dios, cada roca una tenía su lugar pues buscaba su lugar, y creaba diseños y símbolos en las paredes, como se observa en el campanario, donde hay dos grandes rectángulos: uno con una “X” en el centro y con una piedra rojiza en forma acorazonada, que fue buscada por él por mucho tiempo, cuando se le preguntaba el porque de esa piedra decía: Es el sagrado corazón de Jesús, y el otro rectángulo tenía una ancla en el centro, que asociaba a la capacidad que debemos tener para anclar nuestro corazón en la calma en tiempos de angustias y tormentas.

Tenía El Hombre del Tisure un pensamiento simbólico, por eso buscó infructuosamente una piedra ahuecada para hacer de pilar baustismal, y unos amigos a sabiendas de esto, en un lejano páramo vieron una que podía cumplir esa función, tenía forma de pila baustismal, la desenterrarón y la montaron en una mula para llevársela al Filo del Tisure, donde trabajaba normalmente solo, pero más de uno al ir a curiosear, le decía: en vez de estar mirando, póngase acarrear piedras para ir haciendo la capilla, y con la mejor intención acarreaban cualquierla y cuando se la subían en escalera a veces se molestaban al decirle: Esa no me sirve y la tiraba, disculpe paisano pero cada piedra tiene su lugar…, y así molestos tanto a sus amigos que cada vez iban menos a curiosear excepto la fiel Epifanía Gil, su eterna compañera en el Potrero, y cuando le salía con una así, le pegaba un regaño y le gritaba de ingrato para alante, y luego terminaban riéndose y la sabía Epifanía le decía a ese paso: nunca vas acabar esa capilla, y él respondía: no te imaginas los pecados que he cometido, y los estoy expiando uno a uno con cada piedra que acarreo y encuentra su lugar en la capilla….

La primera vez que lo vi fue en un viaje que hizo a Caracas en los setenta, estaba trabajando como investigador en el INAF, y el director del instituto me lo presentó le estaba haciendo una visita guiada a la institución, estaba trajeado de blanco con su típico sombrero hecho por él, en ese momento estaba leyendo por casualidad el ensayo de Mircea Eliade sobre Brancusi, y cruzar palabras fue un punto de ruptura en mi vida… Ya me había conversado una amiga de que por mi búsqueda debería ir a conocerlo al Páramo el Tisure en Mérida, y preparándome para eso estuve entrenando para la largas caminatas a su Páramo, antes de ir decidí hacer con un grupo de amigos la travesía que es un recorrido famoso entre los excursionistas en Venezuela que parte de Tabay, en Mérida hasta el pico Bolívar, y bajar por el teleférico son de cuatro a seis días de ascensión. En esa primera excursión cometí todos los errores que puede cometer un novato, varias veces estuve a punto de costarme la vida. Pero lograrlo dejó una sensación de euforia en mi alma que siempre estará conmigo.

Tras aquella experiencia, el próximo objetivo fue el Potrero hogar de Juan Felix Sanchez, convencí a un querido amigo, muy buen fotógrafo acompañarme, para tomar fotografías del Tisure, ya me había leído minuciosamente el libro del Grupo 5, titulado Juan Félix Sánchez, y visite varias veces a la bella exposición el MACCSI Juan Felix Sanchez: Lo Espiritual en el Arte. Parecía un universo creativo de ensoñación, solo a una creadora como Sofia Ímber y su equipo se atrevió a hacer una exposición que abría las puertas por primera vez a un inspirado artista popular, donde se borraban las fronteras entre lo popular y lo contemporáneo…

Documental de Juan Féliz Sánchez.

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