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El reto de reinventarse, vivir la aventura y no cerrarse a las oportunidades

En septiembre el 2018 aterricé en Madrid con dos maletas, mucha incertidumbre, pero sobre todo, con inmensas ganas de trabajar.
martes, 02 julio 2019
reiventarse
Cortesía Ainara Fernández | “Con orgullo digo que soy venezolana”

Hace menos de un año decidí vivir mi aventura, salir de Venezuela, dejar mi zona de confort y adentrarme en nuevos retos.

Las circunstancias del país me obligaron a dejar atrás afectos, amigos, la familia y tantas cosas que hoy me motivan para luchar.

Soy una de las tantas emigrantes, de las más de 300 mil personas que han llegado a España en los últimos años, con la idea de reinventarme.

En septiembre el 2018 aterricé en Madrid con dos maletas, mucha incertidumbre, pero sobre todo, con inmensas ganas de trabajar.

Este camino es difícil, no se trata solo de retarse, sino de comenzar de cero en una sociedad muy competitiva, donde hay días malos y otros mejores.

Buscar trabajo en España es un ejercicio de paciencia y de insistir.

Aquí hice entrevistas tanto telefónicas como en persona; en algunas la respuesta era, “estás sobre calificada” o que me volverían a llamar.

En ese tiempo solo quería volver a mi país, pero tenía que resistir. Por varios meses estuve esperando una oportunidad, pero aproveché para seguir estudiando.

Aunque emocionalmente tengamos días malos, los que emigramos no podemos decaer.

Se extraña mucho Venezuela, sus costumbres, su gente… pero el ser venezolano también es reinventarse, guerrear y afrontar los retos que la vida nos puso por delante.

Al cumplir cinco meses en España recibí una llamada en la que me ofrecían un empleo.

Nunca pasó por mi mente encontrar trabajo de periodista, pero así fue.

Estaría más lejos de mi familia, de la gente que me recibió, acobijó y dio apoyo durante mucho tiempo; debía intentarlo y no cerrarme a las oportunidades.

Han pasado más de cuatro meses desde que comencé a trabajar y ha sido un proceso de aprendizaje desde el día uno.

No solo conocer una cultura y una realidad completamente distinta, también aprender y superar dos campañas electorales.

Aquí hay que esforzarse, hacer muchas tareas, ser proactivo y resolutivo.

Me exijo cada vez más, me empeño en hacer las cosas bien, porque de alguna manera siento que también represento a tantos profesionales venezolanos que han dejado el país en busca de oportunidades.

Soy redactora jefa de un medio de comunicación local, El Faro de Melilla, trabajamos para el periódico, televisión y la página web.

Con orgullo digo que soy venezolana. Aquí he sentido mucha solidaridad con el país y lo que vive.

La mayoría me pregunta si volveré a esa nación de la que tanto hablo y promuevo por sus bellezas naturales, por su gente alegre, a esa Venezuela en la que crecí y viví.

Estoy convencida de que Venezuela necesitará de todos para su reconstrucción.

Mi papá es un español que hizo su vida en Puerto Ordaz y hoy sigue luchando por esa tierra que tanto ama, junto a mi mamá y a mi familia.

Ese mismo amor que me inculcaron y que hizo que me resistiera por años a vivir esta aventura, sé que me hará volver algún día.

Venezuela está ávida de gente que la quiera, que desee y trabaje en la formación en valores, en una nueva sociedad y nuevas estructuras.

Sé que como yo, hay muchos venezolanos que esperan noticias del país, porque es nuestro cable a tierra, es ese terruño que no queremos soltar.

No sé qué me depare el futuro, pero he conocido a mucha gente que quisieran conocer nuestro país, que quedan prendados cada vez que ven una foto y hablo algo sobre alguna región.

Venezuela, el país en el que crecí es maravilloso, es una tierra que enamoró a tantos extranjeros que lucharon y trabajaron por ella.

Los venezolanos le debemos a nuestro país su reconstrucción, apostar por ser una sociedad nueva, moderna, pero llena de valores, de meritocracia, de honestidad, de humildad y de trabajo, de gente que se esfuerza por ganarse la cosas y valora lo que esta crisis nos quitó y dejó.

Tenemos una nación rica, que espera un cambio, y a su gente, para ser aquel país en vías de desarrollo que tanto nos prometieron en la escuela cuando éramos niños.

 

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