El arte como eternidad: Marta Cabrujas
Conocí a Marta Cabrujas (1946- 2022) a fines de los ochenta, cuando trabajaba como curador en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Sofía Ímber, en ese entonces estaba terminando el libro del Gigante del Tisure: Juan Félix Sánchez, y escribía regularmente en la Cuerpo Cultural del Universal.
Entre los intrincados pasillos del Maccsi, vi por primera vez a Marta Cabrujas, al verme se me acercó y dijo en uno tono de voz suave: debes ser Planchart y tuvimos una corta conversación, ella estaba preparando su impactante exposición Piedad por el Hombre en la sala Uno, y a través de Javier Level fuimos cultivando una bella amistad, que duró décadas.
A los meses recuerdo que me contactó Blanca de León, dueña de la Galería Uno, para que trabajara como curador de sus artistas, entre los que contaban su protegido y querido Manuel Pérez, Fabiola Sequera y estaba empezar a contactar con Marta Cabrujas, que deseaba exponer en su galería, y tuvimos una larga charla en esos espacios.
En esa ocasión habló apasionadamente de la Rama Dorada de Frazer, que opinaba era muy poco fiable, pues nunca hizo trabajo de campo y toda la información que maneja era fuentes terciara, a través de cartas a misioneros y lecturas de fuentes secundarias, poco fiables sin contrastarlas entre sí.
Como era propio de ella, se molestó, cuando le dije, lo que opinaba de un investigador que nunca había hecho un trabajo de campo, y que sus hipótesis eran dudosas, a pesar de ser muy sugerentes literariamente.
Aproveché para conversar sobre la obra de Mircea Eliade quien había vivido aproximadamente una década en la India, para hacer sus libro “Yoga e Inmortalidad” y confrontaba fuentes primarias de investigadores que habían estado entre los grupos étnicos que investigaban, y los confrontaba con una metodología para buscar lo más cerca de la verdad, él creó junto a George Dumezil la disciplina de Historia de las religiones, Marta sabía oír, tenía lapsos de silencios mientras acariciaba su bella pipa artesanal, donde no fumaba picadura, sino colocaba cigarrillos, era una obra de arte, y en lugar de refutar, utilizaba mucho la palabra: veremos, veremos, tengo que leerlo y estudiarlo.
Estas conversaciones transcurrían en su silenciosa casa, de los Anucos, a hora y pico de Caracas, lugar que visitaba con mucha frecuencia, eran conversaciones sobre mitos, pues sus ensamblajes se sustentaban en sus interpretaciones provenientes de grupos africanos, de los griegos y de la biblia, de una manera única en Latinoamérica, hacía suyos materiales tan disímiles como la cerámica, el bronce, cortes de madera de árboles de su jardines, raíces para crear un micromundo que por años me obsesionaron.
Había una fuente misteriosa en toda su obra: Sus sueños, muchas de ellas eran son formas oníricas, como pudieron ser las pesadillas del Bosco, uno de sus artistas predilectos. Esto no era casual, pues desde niña tuvo pesadillas y sueños que la impactaron, por esto comenzó a ser una buena lectura de C:G.Jung.
Ese aspecto de su vida fue muy polémico en nuestra amistad, pues reconocía que muchas de sus obras estaban inspirados en ellos, pero se negaba a contarlos, hasta que un día entre tazas de café, pan y mermelada de fresa hecha por ella, me dijo: Saca tu grabador te voy a contar como deseas una cronología de mis sueños, y pasamos semanas conversando y organizándolos, no se imaginaba Marta el porque de mi interés, pero ya había vivido en carne propia el papel de los sueños en la obra de los maestros, como fue el caso de Juan Félix Sánchez, que hizo su primer capilla en el Tisure a raíz de una secuencia de sueños, cortos pero con el tiempo se fusionaron con su interés y la inspiración nacida por su apasionado cristianismo.
Eran dos caracteres opuestos Juan afable, amoroso y evitaba las polémicas, a diferencia de Marta Cabrujas, que como interpretaba su apellido Cabrujas como cazadora de brujas da una idea de su forma de ser.
Solo al final de proceso de elaboración del libro que le hice, supo mi verdadero interés en sus sueños, pues le extrañaba mi curiosidad y le parecía inútil, realmente deseaba hacer una cronología de ellos, para que el lector fuera comprendiendo por si mismo su interrelación con las diversas etapas de su obra, al saberlo pasaron meses para que aceptara esa idea, y se burlaba de mí amistosamente, y la forma de percibir las cosas.
Su obra se entronca en lo figurativo en la serie figurativa en cerámica en los Ángeles Caídos, los Suicidas y los Durmientes, los elabora en el torno de ahí su forma ovoidal, y son grise por ser de un color neutro.
“Los durmientes son seres replegados sobre sí mismos que soportan las cargas de sus vidas. Es la concepción egipcia de la muerte, que afirma, que tú mismo eres la tumba”(Marta Cabrujas)
Esta serie es en gran parte en una serie de sueños que tuvo en Catia:
“Me encontraba entre un conjunto de casas, donde las partes traseras desembocaban en un círculo, en el centro había un profundo pozos. Los patios de cada uno de las casas daban a esa fosa. Sabía que iban a ser sacrificados y, a los que sufrían les sacaban el corazón y los tiraban al pozo, con indiferencia sus sacrificadores. A la vez se encontraba barriendo la casa y apareció un ratón, que se metió en un closet al que le t caía mucha luz, en el momento que le ratón se mete en el clóset, lo abro y sale una gran águila, con unas garras hacía adelante y me saca el corazón”. (Marta Cabrujas, 1994)
El sueño le revela los símbolos que van a comenzar a dominar su obra: La garra, lo alado, los rituales sacrificiales, y la angustia como caída y el exilio interior. Este universo se materializa en los ensamblajes esa lucha entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal y sus ambigüedades. Comienzan a desvelarse al espectador sus secretos lentamente, lo cual se mezcla en la series figurativas, con un lenguaje corporal cuyo objetivo era producir una choque emocional, quue nació de visitar y dibujar diversas coreografías de ballet.
Sus grandes amores fueron ante todo su hijo, de quien siempre estaba presente en sus conversaciones, su madre, sus perros y su selecta biblioteca. Con su hermano José Ignacio Cabrujas tenía una relación de amor pero a su vez era muy dura con él, al opinar que botaba su talento escribiendo telenovelas, a pesar de eso fuimos varias veces a su casa a almorzar, varias veces, pues y J.I.C. tenía una gran curiosidad por Juan Félix Sanchez, y le parecía que tenía áreas oscuras en su vida, se negaba a comprender la pureza de su fe, la cual es una dimensión poco comprendida por la intelectualidad izquierdista, que han convertido su utopia marxista es un tragedia universal, por no llamarla distopía.
La primera etapa de su obra fue de ceramista y su exposición más temprana fue dedicada al Bosco, estaba inspirada en insectos nocturnos hojas, corales con las formas de la naturaleza que la traían, son piezas, de pequeñas dimensiones Francisco Da Antonio, hizo la curaduría y un interesante texto para la exposición que tuvo impacto en el mundo artístico.
Serie a la cual Marta tituló Zoología Fantástica, nombre nacido de su lectura del libro de Jose Luis Borges con él mismo titulo, y al leerlo incorporo piezas a esta serie como El Bahamut, El Escorpión, el Escorpión Azul: “Una pieza que me gusta es Bahamut; basada en una leyenda oriental, en una mitología que cuenta el origen del mundo, que dice: Había un ángel, debajo de él había un toro y debajo del toro una tortuga.Debajo de ellos la niebla y debajo la nada de lo que sería el mundo. Lo leí y tiempo después lo convertí en obra”. (Nacional Abril, 1973)
“Mis primeros trabajos, propiamente míos, fueron piedras: Luego vinieron las piedras con patas, las patas crecieron y se multiplicaron, después fueron los pájaros, los escorpiones, la piedra como mundo y el jardín”.
Conocía muy bien Marta al mundo que hoy es llamado las artes del fuego de su época, pero pronto tomo distancia de él, pues su obra convertía la cerámica en un elemento más de sus ensamblajes, al igual que los bronces de diversas formas para dar la idea de luz solar a cada pieza, que eran un tramado de mitos africanos, judeo-cristianos, combinados con nociones alquímicas.
Su obra es muy abierta a las diversas interpretaciones, y tenía un grupo de coleccionistas amplio, que estaban al tanto de su obra, y de cada nueva pieza. Había algunas que siempre se negó a vender, sobre todo su zoología fantastica, pues eran piezas únicas e irrepetibles.
Los ensamblajes, nacen cuando cada obra se muta en una totalidad, al armonizarse en ellos materiales aparentemente contradictorios que en el arte nacional hasta ese moneo eran irreconciliables.
Nuevamente los sueños orientan su obra, tuvo varios sobre la creación de espacios sagrados en el chamanismo, y así la serie Canto a la Tigra, se inspira en uno de estos sueños “se ve volando por encima de los árboles, y pueden ver los árboles por dentro, con sus vasos, como si estuvieran viendo finos cortes, y en su interior observa serpientes enroscadas” (Marta Cabrujas)
Siento que los seres humanos no deben ser homenajeados, por eso nace la serie Canto a la Tigra y las demás series de ensamblajes, donde está presente el reino natural son una especie de homenaje a la naturaleza.
Es difícil imaginar el arduo y largo trabajo de cada ensamblaje, era un proceso de meses y a veces de años, y la variedad de técnicas que empleaba, incluso hasta el dremen, sierras eléctricas, cinceles, que exigen un fuerte trabajo físico, para levantar los ensamblajes con comodidad utilizaba poleas, y era muy celosa con sus ayudantes y visitantes, había días que no los dejaba entrar al taller, para que no conocieran las técnicas que empleaba, o que conversaran conmigo, de eso son testigos algunos de sus aventajado aprendices como es el pintor barinés Raúl Herrera, que conocí y supe que había sido su ayudante al conocer su obra pictórica años después…En sus últimos tomó la decisión de deconstruir y convertirla en fragmentos para facilitar su traslado y la circulación comercial de la obra…
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