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Dosis de humor guayanés en Irlanda

Cuando llegué a Irlanda hace 5 años me despojé de toda mi carrera y mis hobbies. El asunto era aprender el nuevo idioma y sobrevivir.
martes, 09 julio 2019
Irlanda
Cortesía Lesly Martínez | “En Irlanda me siento bienvenida”

Nunca he sido una persona que se levante con mucha energía, eso que inglés llaman Morning Person.

Prefiero dormir un poco más antes que levantarme a hacer el desayuno.

Cuando trabajaba en el periódico el hambre me atacaba al llegar a la redacción y solo esperaba salir a la primera pauta para pasar por algún puesto de empanada o comprarme un cachito en alguna panadería.

Lo que extraño, no sé si más, pero si todos los días, es la comida.

Cachapas, empanadas (ya sé, lo dije dos veces), nuestra comida china, el queso Guayanés, un cruzao.

Estando aquí en Irlanda me cuesta saber qué desayunar si estoy por ahí, y no es que me dé el lujo de desayunar todos los días en la calle, pero me gustaría tener esa opción de pasar por mis puesticos de empanadas de confianza (ya sé, van tres).

Otra cosa que extraño es que cuando iba en el carro siempre volteaba para ver al río, al pasar por lo puentes, o divisarlo a lo lejos.

Lo hacía instintivamente, para admirarlo y aún me parece una cosa loquísima que el Caroní y el Orinoco no se unan y tengamos el privilegio de verlo en vivo y en directo.

Cuando llegué a Irlanda hace 5 años me despojé de toda mi carrera y mis hobbies.

El asunto era aprender el nuevo idioma y sobrevivir. Mi primer trabajo fue de mucama. En mi vida me sentí tan cansada, y aunque todo trabajo es digno, igual fue un golpe duro porque venía de hacer lo que más me gusta a hacer lo que menos me gusta. Así que mientras limpiaba las habitaciones ponía calipso.

¿Porque quién llora con calipso? Pues yo. Al escucharlo la nostalgia se me alborataba y extrañaba estar en mi ciudad. Pero para ser justa, en Irlanda me he sentido bienvenida.

Los irlandeses ven con curiosidad por qué alguien de un país tropical quiere vivir bajo este cielo gris y lluvioso. Aún así son gente alegre, bromista y a la vez muy caritativa y honesta.

Unas de las cosas que más disfruto de Irlanda es que las calles están inundadas de música o personas haciendo algún show callejero, y los artistas no son necesariamente gente en situación de calle.

Son profesionales que llevan su arte a las calles y la gente aprecia eso.

Esto en particular es una de las cosas que me gustaría que Guayana tuviera y sobre todo que valorara a sus artistas.

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