“Delivery en bicicleta llegó para quedarse”

José Gómez tenía muchos años sin usar la bicicleta. Cuando la usaba era de forma recreacional, sin embargo, con la pandemia y ante la falta de combustible se convirtió en su medio de transporte, incluso de subsistencia económica.

Con la cuarentena se vio obligado a vender pizzas y quesadillas en casa y con la bicicleta ofrece el delivery.

“La bicicleta se ha vuelto una necesidad de uso diario, antes la usaba esporádicamente”, recalca.

Para José lo más difícil ha sido acostumbrarse a un nuevo ritmo, porque recorrer la ciudad en bicicleta es exigente, además de las altas temperaturas.

A esto se suma que hay muchas más personas con esta opción, por lo que sugiere que lo ideal es que todos los conductores cumplan las normas para garantizar la seguridad de ciclistas y peatones.

“No creo que la ciudad esté preparada. Si antes cuando no había tantos ciclistas era problemático, ahora es mucho peor”, agrega.

La cantidad de unidades de transporte público ha disminuido ante la escasez de combustible y tomar un taxi en Ciudad Guayana puede costar $10 una ruta corta, más de 4 millones de bolívares al cambio oficial (más de 10 salarios mínimos).

“Nos falta cultura”

Marcos Torrealba tiene cinco años en dos ruedas y ha visto en estos últimos meses cómo sus conocidos también se han sumado para movilizarse, sin embargo, lamenta que la ciudad no esté preparada ni diseñada para usar la bicicleta en el tráfico.

“Hay personas que están conscientes, tanto ciclistas como conductores, de respetar ese límite en la carretera. Pero hay tantas cosas que nos faltan para hacerlo cultura y la crisis también ha hecho lejano el proyecto de ciclovía”, expresa.

A su juicio, es necesario que dejen de politizar cualquier iniciativa y que sea para el bienestar de todos, no solo para un grupo económico.

¿Opción rentable?

Sin embargo, la opción de usar bicicleta, aunque factible en este contexto de pandemia, dejó de ser una alternativa para todos.

En redes sociales pueden verse anuncios de ventas de bicicletas desde $250 rin 20 a $500 rin 29. Los precios pueden incrementar dependiendo las cualidades de la bicicleta.

Manejarla y mantenerla en óptimo estado también requiere inversión en otros repuestos. Un casco puede costar alrededor de $85, unos pedales $40, un asiento $35, cadena $15 y una tripa o cámara de aire $6, por mencionar algunos ejemplos.

Para Carlos Pensa, lo más difícil de manejar una bicicleta en Ciudad Guayana es la inseguridad. “Ya han robado varias bicis”.

Al igual que José, solo la usaba con fines recreativos, pero con la cuarentena empezó a hacer deliveries para obtener ingresos.

“Ha sido rentable y me ha hecho sentir mejor. Yo jugaba baloncesto y por dejar de practicarlo quedé fuera de forma, así que aunque al principio me costaron los recorridos, ahora hago entre 30 a 60 kilómetros diarios”, destaca.

En su ruta diaria observa el incremento de la cantidad de ciclistas en las calles, muchos de ellos sin casco y “comiendo flecha”. Al mismo tiempo, también señala que los conductores de vehículos no respetan las señales de tránsito, sin contar que, la mayoría de los semáforos de la ciudad no sirven.

Recientemente, el tuitero Elvis Martínez, publicó sobre un recorrido en las calles de Puerto Ordaz, en el que la mayoría de los semáforos en las avenidas estaban fuera de servicio, incluyendo el de la intersección de la Atlántico con La Churuata, donde fue arrollado un motorizado el mes pasado.

Oportunidad de negocio

José Eduardo Sánchez también comenzó a usar la bicicleta ante las dificultades del transporte público en la ciudad y la escasez de efectivo, pero luego decidió que podría ser una buena oportunidad de obtener ingresos extras.

Junto con su novia, su cuñado y un amigo, emprendieron para hacer entregas a domicilio.

“Está conformado por cuatro personas, tres ciclistas y yo que me encargo de las redes, atender a las personas y organizar todo”, explica Paola Chirinos.

Desde la red social Instagram, comenzaron a contactar a negocios de la ciudad para darse a conocer y a pesar de que tienen un poco más de un mes, han tenido receptividad. “Todos los días hacemos entregas”, sostiene.

A pesar del incumplimiento de normas, la inseguridad y la inversión que requiere, Carlos es optimista. “Creo que el delivery en bicicleta llegó para quedarse”.

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