Sucesos

“Sumisa, callada y de pocos amigos”: así era la adolescente asesinada en 4 de Febrero

Ha pasado más casi dos semanas del asesinato de G.G. Rivas Enriquez y los rostros de los vecinos todavía reflejan consternación y miedo. Solo esperan que haya justicia y el culpable reciba condena.
jueves, 03 marzo 2022
Rosangely Bruces | La casa no está habitada. El padre solo va a dar unas rondas y se marcha

“Sumisa, callada y de pocos amigos”, así recuerdan los vecinos del barrio 4 de Febrero, parroquia Vista al Sol, en San Félix, a la adolescente G.G. Rivas Enriquez. Ella tenía 15 años, aunque inicialmente se dijo que tenía 13.

Ha pasado un poco más de una semana de su asesinato y los rostros de los habitantes de la calle La Fe todavía reflejan consternación y miedo. Lamentan cada segundo lo que ocurrió con la menor.

En la vivienda de zinc que habitaba la víctima, desde sus 6 años, junto a su padre, solo reina la soledad y el silencio. Vecinos de la comunidad contaron que, desde lo sucedido la tarde del domingo 20 de febrero, nadie la habita.

El papá de la víctima solo va por momentos, “da una vuelta y se va”.

Relataron que el temor sigue latente, tanto que después de las 6:00 p.m los padres encierran a sus hijos. Situación que no era común, ya que aseguran que siempre ha sido una comunidad tranquila, por lo que era cotidiano ver y escuchar a los niños jugar hasta tarde.

“Ella no hablaba con nadie, siempre se le veía como temerosa, pues si su papá la conseguía en la calle la reprendía”, expresaron habitantes, mientras recordaban que Rivas Enriquez era constantemente maltratada por su progenitor, quien es considerado como el “Monstruo de 4 de Febrero”.

Rivas Enriquez era la menor de dos hermanos, aunque se conoció que tendría otros de parte de su mamá.

Su madre la dejó a cargo de su padre desde hace más de diez años cuando se marchó a Colombia, comentaron los habitantes.

Al parecer, los episodios violentos del papá de la menor la obligó a irse, al igual que otras parejas del hombre.

“Debía cobrarse una deuda”

Al ser consultados por el homicida, aseguraron con asombro que está preso. Se trataría de J. Rodríguez, de 19 años. Confirmaron que los padres de Rodríguez lo entregaron. Él reside en el mismo sector, pero calles más adentro.

Dicen que el muchacho habría confesado que “debía cobrarse una deuda”. Ese día lo vieron esperar en una casa abandonada, que está diagonal a la de la víctima. Su aspecto hizo sospechar que no estaba en sus “cinco sentidos”, presumen que quizás consumió alguna sustancia.

Horas después solo escucharon al padre de la menor pedir ayuda. Él estaba ensangrentado. Narraron que tenía heridas en la cabeza y en una de sus manos, se las habría hecho Rodríguez.

Trascendió que el padre de la niña llegó a la casa y el homicida aún permanecía dentro, por lo que no dudó en arremeter contra el hombre y se marchó creyendo haber matado también a su deudor.

Los residentes no olvidarán esa trágica escena de ver a G.G. Rivas en el suelo, atada con las manos hacia la espalda, semi desnuda y muerta. Rodríguez habría abusado de ella luego de asesinarla con una piedra, dijeron los habitantes.

Solo esperan que haya justicia y que el culpable reciba condena. Desde que ocurrió el asesinato, autoridades que indagan el caso no se han pronunciado no con respecto a la detención del presunto responsable.

Era estudiante y asistía a la iglesia

La adolescente tenía alrededor de dos meses que se congregaba en la iglesia Hidekel, que se encuentra justo en una esquina de la calle La Fe. Estudiaba segundo año de bachillerato en la escuela Manuel Jara Colmenares.

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