Sucesos

Denuncian inconsistencias en investigación de muerte de adolescente

El acta de defunción señala como causa de muerte la asfixia por inmersión, pero sus progenitores recibieron otra información.
miércoles, 13 julio 2022
Cortesía | El acta de defunción arrojó “asfixia por inmersión”

Los padres de Rahul Morales – el adolescente de 14 años que fue hallado sin vida en Santa Rosa- denunciaron irregularidades en el caso. Insisten en que a dos semanas del hecho no han recibido noticias sobre los autores de su desaparición y muerte.

En principio, manifestaron que los especialistas del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) les informaron que la única señal de violencia que el cuerpo presentó fue una asfixia mecánica. 

Además, les aclararon que a pesar de haberlo encontrado entre las piedras de un río, el muchacho no se ahogó. No obstante, el acta de defunción emanada del registro civil señala que la causa de muerte fue “asfixia por inmersión”.

Sus padres nunca vieron el cuerpo encontrado; y su sepelio fue a ataúd sellado.

Desaparición

Apareció el primero de julio en un balneario de Santa Rosa, cuatro días después de que lo reportaron como desaparecido el 27 de junio.

Rahul desapareció en su primer día de tareas dirigidas después de salir de casa de su maestra en Villa Guayana cerca del mediodía. Sus progenitores le indicaron ir y regresar del sitio en autobús, porque ya se conocía el trayecto.

“En la tarde yo estaba acostada con mi hijo especial de 17 años, pero me empecé a preocupar porque Rahul no llegaba”, explicó su madre sobre el momento en el que supo que “algo no estaba bien”, ya transcurridas más de tres horas desde que le avisaron que Rahul había terminado sus clases.

“Me decían que seguro se había quedado jugando por algún sitio, pero Rahul no tenía esa costumbre, no le gustaba la calle y siempre avisaba o pedía permiso, de hecho se llevó el celular del papá ese día”, reseñó su mamá.

Las llamadas con desespero las realizaban a todos sus conocidos. El teléfono que le habían entregado a Rahul sonaba apagado. Agotados los recursos, presentaron la denuncia ante las autoridades y, a las 10:00 p.m. de ese mismo día la información ya circulaba por todos los organismos de seguridad

“Fueron los días más difíciles, los más tristes”, lamentaron. 

Voluntarios, familiares, incluso el padre de Rahul que usa muletas para poder movilizarse, buscaban al niño por toda la ciudad. 

Cuatro días después (el primero de julio) las labores de búsqueda finalizaron porque “encontraron un cuerpo con las características de Rahul en un balneario de Santa Rosa”, reseñó una de sus tías.

Protección Civil realizó el levantamiento del cuerpo y lo entregó al Cicpc. Uno de los hermanos de la mamá de Rahul lo vio, pero aseguró que “ese no era” su sobrino, alegando que “Rahul era un muchachón de 1.70 metros de altura, calzaba 45”, y que a su parecer, a quien tenían los agentes no cumplía con tales características porque tenía dimensiones más pequeñas.

Por ello, los especialistas realizaron la necropsia correspondiente, y el proceso de identificación a través de pruebas dentales; además, dichos procedimientos fueron analizadas por una especialista residenciada en Estados Unidos. De ese modo, concluyeron que podían estar 100 % seguros de que sí era Rahul.

“Un niño inocente”

“Rahul era un niño inocente, lo que le gustaba era jugar”, exclamó su mamá. El adolescente  se preparaba para inscribirse en el siguiente periodo escolar luego de haber tenido dos años sin estudiar, debido a que en 2020 la pandemia modificó las clases a la presencialidad remota y él no contaba con internet y otros recursos necesarios para completar sus tareas. Por lo tanto, optó por ayudar a sus padres en la bodega, de la cual se sustenta su familia, que para ese entonces estaba compuesta por tres hijos, un papá y una mamá.

Sus padres no quisieron obligar a Rahul a estudiar, porque el niño “necesitaba un acompañamiento” más profesional en sus actividades, ya que había cosas que él no entendía y sus padres tampoco, así que contrataron a una muchacha para que lo ayudara, pero seguía sin entender.

Ante el regreso a clases presenciales, él se animó a retomar sus estudios, por eso quiso nivelarse asistiendo a tareas dirigidas dictadas por la hija de una amiga muy cercana a su madre a quien él y sus hermanos llamaban “tía”.

Un enemigo

Los funcionarios les preguntaron a sus familiares si tenían enemigos, a lo que ellos contestaron que no. “En ese momento yo estaba tan aturdida, que no recordé que el año pasado tuvimos una situación con el vecino del frente”, añadió la madre.

Explicó que hace un año, presuntamente, uno de sus vecinos de aproximadamente 40 años le “tiraba besos a Rahul” y le faltaba el respeto. Su padre habló con el sujeto, pidiéndole que respetara, porque lo denunciarían si no se detenía.

Sus progenitores se informaron sobre el proceso de denuncia, pero les explicaron que “si no teníamos pruebas del acoso, no se podía hacer nada”, manifestaron. Dicho vecino paró de acosar al niño, sin embargo “hacía comentarios y risas burlonas”.

La solución que ellos encontraron fue proteger al niño y no dejarlo salir solo, hasta este año que se propuso continuar sus estudios.

Han pasado más de dos semanas y aún no se sabe qué le ocurrió a Rahul.

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