“A mi hermano lo dejaron morir”

Los balazos que impactaron a Andy no lo mataron de inmediato. Su agonía duró más o menos tres horas y no la sufrió solo él.
Un vecino ayudó a sus hermanos a “ruletearlo” por clínicas y hospitales, buscando que le salvaran la vida. Era lo que él pedía, “que no lo dejaran morir”.
Andy tenía miedo y su familia más, sobre todo porque a donde llegaban rogando auxilio lo que encontraban eran negativas, mientras al joven de 22 años se le apagaba la vida.

No se dejaron robar
Andy José Baldó González murió a eso de las 11:30 de este miércoles en la noche.
Apenas los plomazos se escucharon en la calle Las Flores del barrio Francisco de Miranda, parientes de la víctima presagiaron una tragedia; lamentablemente el blanco de los proyectiles fue Andy.
Dos cuadras antes, en la calle Las Banderas, cuatro hombres lo interceptaron; junto con él, dos compañeros regresaban de la avenida José Gumilla. Volvían de vender aceite para motor, negocio con el que Andy mantenía a su pareja e hijo.
Un par de hampones les llegó por delante, el otro por detrás.
El hermano de la víctima, aseguró que los malandros solo querían el dinero que el trío ganó durante el día.
“Pero ellos no se dejaron robar, hubo un forcejeo y por eso los tirotearon”.
A Andy lo alcanzaron dos balas en la espalda y una en el brazo derecho. Su amigo Jefry Marcano resultó herido en el hombro.
Los verdugos se fueron a pie, mientras la gente los miraba sin alcanzar a reconocerlos. Aunque se comentó que tenían capuchas, nadie lo afirma con seguridad.
Probablemente el par de amigos de Andy distinguió algún rasgo de los criminales y para verificarlo serán citados a declarar en la División de Investigaciones Contra Homicidios de la policía científica.

Viacrucis por hospitales
Relatando el suceso, los dolientes del occiso reprochan una y otra vez que los médicos no lo atendieran como se debe.
“A mi hermano lo dejaron morir”, sollozaba la menor de los Baldó.
El viacrucis empezó a las 8:40. La hora es recordada con exactitud por la joven.
Primero lo llevaron a la clínica Virgen del Carmen, cerca de la redoma El Dorado.
“Ahí le prestaron los primeros auxilios, pero no está activo el seguro de la empresa -en la que trabaja su papá-; después a Guaiparo, donde lo recibieron, pero tampoco hubo buena atención. Al final terminó en el Uyapar”.
Andy siempre estuvo consciente, pedía agua, decía que le dolía y que por favor lo salvaran.
“Fueron tres horas, quizás con atención mi hermano estaría vivo”, lamentó otro doliente.
Insistió en que hubo chance, pero no adecuada asistencia: Andy llegó corriendo a la casa, se desplomó en el frente pero nunca perdió el conocimiento, ni siquiera cerraba los ojos.
A Jefry, el segundo baleado, también lo trasladaron a Guaiparo. Fue curado, pero dado de alta enseguida.
Conocidos informaron que no estuvo mucho tiempo en la emergencia, a la que llegó a las 9:42 de la noche.

Zona caliente
Ya Jefry está caminando por el barrio, ese en el que los vecinos chocan en opiniones, porque algunos aseveran que antes del asesinato de Andy la zona estuvo tranquila.
En cambio otros recuerdan que no es tan calmada como muchos quisieran.
En la comunidad han denunciado, en otras ocasiones, la presencia de azotes armados. Quizás entre ellos estén los verdugos de Andy.
Del cuarteto que lo interceptó testigos mencionaron que solo tres andaban armados y únicamente dos detonaron sus pistolas.
La familia Baldó lamenta que Andy no se dejó quitar el dinero, pero su valentía le costó la vida.

Temen impunidad
Andy José Baldó estuvo hasta hace siete meses en el Ejército, destacado en Tumeremo. Fue dado de baja y quería alistarse en las filas de la Guardia Nacional Bolivariana. Pero los planes cambiaron cuando nació su hijo, ahora de 10 meses. Familiares piden que el asesinato no quede sin culpable tras las rejas. “No queremos impunidad”, sentenció su hermana.

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