Una historia de vicios y éxitos: Amy Winehouse cumpliría 39 años

Son 39, los años que hoy cumpliría Amy Winehouse. Pero murió hace once, con lo que se unió a ese atormentado club de los 27, lista que comparte junto a Kurt Cobain, el vocalista de Nirvana.

“Amy no tenía límites”, le dijo su hermano a The Guardian.

Dejó una vida con un conflicto entre el alcohol y la droga. Y justo en el medio: la música. Ella lo dinamitó todo. Desde la lista musicales hasta sus relaciones personales.

Era hija de una farmacéutica y un taxista, que nada congeniaban con la que sería una de las artistas femeninas más nominadas en la industria musical.

El pueblo de Enfield, donde nació en 1983, le quedó muy pronto pequeño.

Con una adolescencia ya consumada por un trastorno alimenticio, Winehouse abandonó la escuela y buscó otro sitio más allá de la casa paterna, donde escuchaban jazz y Frank Sinatra.

Recogió las maletas y se mudó a Londres a los 17 años, tras haber sido seleccionada para la National Jazz Orchestra de Inglaterra.

Tiempo después el que sería el creador de American Idol, Simon Fuller, reconoció el talento apenas la escuchó.

Entonces comenzaron las presentaciones en bares citadinos y sitios nocturnos.

Por aquel tiempo, era una chica atípica que subía al escenario de sitios reconocidos de jazz con su pelo largo y con el tono misterioso de voz. También bebía entre pausa y pausa, añadido al consumo de drogas ligeras.

Frank, en 2003, fue su álbum debut. Salió a la venta y dio a inicio a una carrera que fue como un cometa: brillante, pero corta.

Según narró su padre en la biografía Amy, my daughter (2012), después del éxito de Frank, Amy decidió a tomar las riendas de su carrera.

El padre de Emy colocaba sus demos cuando iba en su taxi, así comprobaba las reacciones de los demás ante los registros vocales únicos de su hija.

Winehouse conoció en las puertas del éxito a Blake Fielder, quien sería su esposo y la relación mayor afinidad musical. Era 2004 cuando entró en un local nocturno y tropezó con él.

Sin ese encuentro, casi casual, no sería posible uno de los mejores discos en habla inglesa: “Back to Black”.

“Nadie me había hecho sentir lo que Blake cuando llegó a mi vida. Era un amor catártico. El modo en el que nos tratábamos me hacía sentir mal, pero nos separamos y nos dimos cuenta de lo mucho que nos amábamos”, diría ella tiempo después.

En 2009, Winehouse pidió el divorcio, después de que él pasó casi un año preso por agresión, soborno e intento de obstrucción de la Justicia.

La televisión y sus premios la había catapultado, por decirlo de algún modo, a la marea pública. Y a esto se le añadió la puerta hacia sus vicios, junto a un trastorno de bulimia que nunca la abandonó del todo.

“Ganó los Brit Awards de 2007, viajaba sola en el subte, era libre. Y de repente, ya no pudo hacerlo. En el transcurso de una noche pasó de poder hacer lo que quería a no poder hacer nada nunca más”, le reseñó su hermano a The Guardian.

El 23 de julio de 2011, el guardaespaldas no se sorprendió cuando la vio dormida a las 10:00 a.m.

“Había estado riendo, viendo televisión y escuchando música hasta las 2 de la mañana y era normal que se despertara tarde después de una noche así”, dijo a los investigadores.

Pero cuando a las 3 volvió a verla en la misma posición, se encendieron las alarmas. Todos los temores de sus médicos –y todos los consejos desoídos– se habían cumplido de la peor manera.

Amy Winehouse estaba muerta y eso tampoco le sorprendió a nadie.

Atrás quedó su voz y la discografía de una de las voces con mayor fuerza en los últimos años.

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