Las hermanas Kardashian siempre han destacado por sus looks extremos, ya sea porque las prendas sean muy cortas, muy coloridas o muy ajustadas. Este clan, con Kim a la cabeza, consiguieron cambiar la moda del 2010 tal y como la conocíamos, tanto en estilo como en siluetas, consiguiendo que la tendencia de las siluetas delgadas y rectas de los 2000 cambiasen a otras más curvilíneas.

Sin embargo, estas curvas imposibles, que se convirtieron en la aspiración de muchas mujeres, se convirtieron en una fuente de frustración incluso para ellas mismas, ya que más que la genética, intervenían para lograrlo las fajas, las intervenciones estéticas y los trucos de las cámaras.

Esta presión por mantener esa imagen terminó volviéndose en su contra.

Durante la grabación de Keeping Up with the Kardashians, Kylie Jenner rompió a llorar tras los mensajes desagradables en redes sociales sobre su aspecto hinchado durante la Semana de la Moda de París, que le llevó a disolver algunos de los rellenos que llevaba en la cara: “Es un milagro que todavía tengo confianza y puedo mirarme en el espejo y pensar que soy guapa”, afirmaba.

Kim ha sabido sacar provecho de esta situación con Skims, su firma de lencería y ropa interior cuyo producto estrella son las fajas para conseguir esas siluetas curvilineas.

Sin embargo, ella misma lo lleva mucho más allá con corsés con los que consigue un cuerpo imposible, como el look que llevó a la Gala MET y que, al final, le acaban pasando factura.

Así lo ha confesado en su “reality show”, donde nos mostró la realidad detrás de estas prendas extremadamente ajustadas y el daño que le hacen en el cuerpo.

“Si no me quito esto ahora mismo… Nunca antes había sentido tanto dolor”, podemos escuchar decir a la influencer en un adelanto que ha compartido la cuenta de The Kardashians en Instagram.

En el video somos testigos de cómo llega caminando con dificultad para que su equipo le ayude a quitarse el look de Maison Margiela que escandalizó a todo el mundo en la alfombra roja en la Gala MET del año pasado por lo diminuta que se veía su cintura con el corsé.

Si bien este ha sido un tema recurrente con Kim, hasta ahora no habíamos visto las consecuencias sobre su cuerpo.

Mientras le desabrochaban el corsé, solo se escuchaban los suspiros de alivio de la Kardashian, que nos mostraba después como se quedaba su piel: Completamente enrojecida y con la forma de la prenda grabada en su cuerpo por la fuerza que ejercía sobre él.

Sin embargo, como dice el refranero popular, “sarna con gusto, no pica” y la empresaria no solo admitía que “si me veo bien, merece completamente la pena”, sino que también la hemos vuelto a ver por redes sociales llevando los mismos corsés apretados hasta la extenuación.