Iván Romero: Cantante y sonidista apasionado
En Ciudad Guayana, donde las historias musicales suelen nacer entre coros, tradiciones familiares y escenarios improvisados, la trayectoria de Iván Romero destaca por su autenticidad.
Cantante y sonidista, creador incansable y técnico apasionado, Romero ha construido un camino donde la sensibilidad artística y la curiosidad por el sonido se entrelazan con naturalidad.
Su historia comienza casi como un acto divino. “Dios chascó los dedos y me puso el don”, recuerda con humor y agradecimiento. Desde niño, entre clases con el maestro Proto López, presentaciones en el colegio y coros de iglesia, descubrió que entonar melodías era tan natural como respirar.
Cantante y sonidista
Con la adolescencia llegó la segunda chispa: el sonido. La inconformidad con conciertos que sonaban mal y la fascinación por aquellos que sonaban increíble lo llevaron a explorar una nueva dimensión: cómo lograr que cada interpretación llegue al público de la mejor manera.
Para Romero, ser “cantante y sonidista” no es una etiqueta dual, sino una relación simbiótica: cantar para expresar; el sonido para permitir que esa expresión vibre donde debe.
Aunque confiesa que unir ambas facetas en un mismo evento puede ser una locura, también admite que a veces no queda de otra. Como ocurrió recientemente en una presentación junto a la cantante Carmen Julia, donde cantó y además captó y grabó el momento. “Una locura”, dice entre risas.
Colaboraciones
En los últimos meses, su agenda ha estado marcada por colaboraciones que lo entusiasman: un tributo a Ana Gabriel con Carmen Julia y un mix de guarachas con Marla Music. Dos experiencias que define como hermosas y que disfrutó “muchísimo”.
Aunque por ahora no tiene un lanzamiento inmediato, adelanta que enero traerá algo nuevo y salsero, un género que desea trabajar con más profundidad.
Actualmente, se siente particularmente inspirado por los boleros, las baladas y la trova cubana. Lo anglo también le atrae, aunque admite con sinceridad que el idioma “se le da malísimo”.
En su proceso creativo, se encarga de casi todo: tracking, edición, mezcla y mastering. Y cuando la canción es propia, incluso la composición, como ocurrió con “Cásate Conmigo”.
Sobre cómo quiere ser visto por el público, su respuesta es una reflexión honesta sobre el concepto de “ser artista”. “Siento que la gente disfruta de esa persona inalcanzable”, dice, aunque él prefiere la tierra firme: cantar con entrega, cerrar los ojos, dejarse llevar… y después tomar un bus como cualquier persona. “Me gustaría que la admiración fuera como cuando uno valora a un buen médico o a un buen mecánico”, afirma.
Ser reconocido por su talento, pero también por su autenticidad.
Metas a largo plazo
Sus metas para los próximos años están claras: seguir colaborando, fortalecer su empresa de audio y consolidar su sistema de grabación multicanal. La internacionalización no es un objetivo inmediato, pero tampoco una puerta cerrada.
En redes, se mueve entre la seriedad profesional de Instagram y la irreverencia espontánea de TikTok. Sabe que debe hablar más frente a la cámara, pero también reconoce que grabarse y verse después le cuesta.
Aun así, celebra lo mucho que estas herramientas han impulsado su trabajo.
Al final de la conversación, deja un mensaje que resume su filosofía de vida y de arte:
“A los artistas, que busquemos más el ser, que el parecer”.
Y a quienes lo han acompañado desde sus inicios —desde los tiempos del Nazaret, Calipso en el Inter, Fiesta Brava en el Trébol, las gaitas en el Bingo o las clases con Proto— les dedica un agradecimiento cálido: “Gracias por soportarme y recordarme bonito”.
Iván Romero sigue avanzando, entre cables y micrófonos, entre notas y mezclas, construyendo una carrera que suena —cada vez más— a honestidad y pasión.
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