¡Ahora sí habló! Rafael Amaya acaba con el misterio su “desaparición”
Desde que el actor Rafael Amaya decidió abandonar sus cuentas en las redes sociales en 2018, muchos de sus fanáticos comenzaron a imaginarse miles de cosas, entre ellas que el artista tenía problemas de salud, debido a las adicciones de las drogas.
Quienes pensaron que el mexicano había recaído, no estuvieron muy lejos de la realidad, pues hace unos días el intérprete apareció en una fotografía del exboxeador Julio César Chávez, quien tiene una clínica de rehabilitación asegurando que asistió a su centro de ayuda para recuperarse.
A pesar de todo Amaya no se había pronunciado para dar la versión de su historia, hasta que habló en una exclusiva a la revista People. Allí confirmó que tuvo que enfrentarse nuevamente a sus adicciones.
“Perdí mi paz interior, el amor que le tenía a mi familia, a mi trabajo. Poco a poco me fui sumergiendo en el fango oscuro del alcohol y las drogas, viviendo todos los excesos posibles habidos y por haber”, contó en la entrevista.
El protagonista de El señor de los cielos, detalló que estuvo durante un tiempo viviendo en Europa y Sudamérica en bajo perfil, pues se aseguró de dejar crecer su barba y utilizar gorras para evitar que lo reconocieran.
“Estuve mucho tiempo solo, haciéndole mucho daño a mis seres queridos, a mis amigos, a mis compañeros y al público también”, dijo.
Los seres queridos de Rafael fueron los responsables de ayudarlo, luego que este lo solicitara con urgencia.
“Me dijo: ‘Compadre, necesito ayuda, ya no puedo”, contó el compadre del artista, Roberto Tapia, quien también decidió unirse con Fátima, hermana del actor, y su manager Karem Guedimin.
El plan que utilizaron para “rescatarlo”
Ante la crítica situación las Tapia, Fátima y Guedimin, no dudaron en planear cómo rescatar al intérprete.
Para rastrearlo tuvieron que inventarse una propuesta jugosa de trabajo en Sinaloa, México y fue con ese método que pudieron hallarlo. Una vez creyó en el proyecto, lo ubicaron y lo convencieron de regresar con ellos para internarlo.
“Mi compadre estaba en malas condiciones, pero deseando que alguien lo ayudara”, recuerda Tapia.
Roberto para evadir a la prensa en el aeropuerto, tuvo que manejar durante 24 horas desde Culiacán, Sinaloa, hasta Acapulco, Guerrero, donde estaba Amaya.
“En el coche [de regreso] él venía llorando. [Yo] le estaba haciendo ver todas las cosas chingonas que tenía en su vida y [que] las estaba tirando [por la borda]”.
“Soy un ser humano, no soy un robot. Me dejé llevar por el alcohol, las banalidades. Estaba cegado por el manto oscuro de la drogadicción”, declaró Amaya durante el trayecto.
Finalmente, el famoso asegura que todo en su vida cambió para mejor: “Con todas las bendiciones que se han presentado otra vez siento que renací. Tengo fe, tengo amor, esperanza y planes”.
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