Opinión

Sin Juan Guaidó, la anarquía

"Las movilizaciones se fueron desgastando por cuanto no se llegaba a nada como no fuera mostrar a grandes cantidades de venezolanos rechazando al gobierno y nada más".
martes, 22 octubre 2019

En Venezuela ha ocurrido un fenómeno político extraño, increíble, absolutamente inverosímil. Para la oposición no existe el gobierno de Nicolás Maduro Moros y en consecuencia, la lucha por el poder se reduce sólo a la oposición misma.

Los más importantes analistas políticos no asumen esta realidad y a veces creo que son parte de la diatriba, en lugar de ser orientadores que aclaren el mundo oscuro de la realidad que acontece entre nosotros.

A partir de la gran victoria del año 2015, producto de la unidad total de la oposición venezolana, comenzó un proceso de deterioro de lo que se había logrado y comenzaron por abolir la vocería única de la MUD y se dividieron el protagonismo entre quienes habían logrado mayor cantidad de diputados. El pueblo opositor era absolutamente invencible y el gobierno de Nicolás Maduro Moros, parecía haber llegado al final.

Aquí aparece el fenómeno del protagonismo individual y varios de los más importantes dirigentes de la oposición se convierten en verdaderos ídolos populares. Eran unos héroes nacionales y cada uno de ellos trataba de imponer su agenda y nos llevaron a la debacle desgastando a la fuerza opositora, que parecía incansable e invencible y se movilizaban millones de luchadores con solo convocarlos sin mayor organización. El gobierno moribundo se tambaleaba y parecía caer, pero no caía y habían convertido al Tribunal Supremo de Justicia en un arma letal, que desde el inicio les anuló la mayoría calificada que habían obtenido en las elecciones parlamentarias, pero les importaba poco e incorporaron a los diputados cuestionados y esto llevó a inhabilitar a la Asamblea Nacional como cuerpo deliberante y convocaron a elecciones para una Asamblea Constituyente, de manera ilegal, pero efectiva. El gobierno obtuvo el 100% de los diputados. La oposición no participó, aunque pudo haber ganado a pesar de la cantidad de diputados postulados por áreas que dominaba el gobierno. Muy poca gente votó.

Las movilizaciones se fueron desgastando por cuanto no se llegaba a nada como no fuera mostrar a grandes cantidades de venezolanos rechazando al gobierno y nada más. Habían muerto muchos opositores y este sacrificio fue en vano, la oposición no recuperaba la capacidad de combate y el gobierno convoca a unas elecciones adelantadas, con los grandes partidos inhabilitados y con los dirigentes políticos más populares incapacitados para participar en el evento.

Los gobiernos más importantes de América Latina, recomendaban no acudir al proceso electoral y eso decidió la mayoría opositora, con lo cual no estuve de acuerdo, pero en el día de las elecciones, viendo la poca asistencia a votar, tampoco lo hice. Los candidatos que se presentaban como opositores obtuvieron tres millones de votos, no poca cosa y Nicolás Maduro los duplicó y no se explicaba esa inmensa cantidad de votos con los centros de votación vacíos, pero le reconocieron la victoria en el CNE y en el TSJ y se sustituyó él mismo.

La Asamblea Nacional, según el TSU inhabilitada, eligió a Juan Guaidó, un diputado poco conocido, como presidente.

El día 23 de enero del 2019, conmemorando el derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, la Asamblea Nacional convoca a un acto político y acuden decenas de miles de personas y de manera sorpresiva, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, se proclama como presidente de la República Bolivariana de Venezuela, asumiendo que Nicolás Maduro Moros no era el presidente legal, por el hecho de haber sido electo en un proceso electoral viciado. Aquello estremeció a las grandes multitudes presentes y a la inmensa mayoría de los venezolanos. Más de cincuenta países lo reconocieron de inmediato, comenzando por la máxima potencia bélica y económica del mundo, EEUU.

Ya conocemos todo cuanto ha sucedido durante este corto tiempo de la lucha de ese diputado convertido en un gigante político, donde ha debido enfrentar absolutamente todas las adversidades, incluyendo la prisión de su asistente principal y del primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, como una muestra de Nicolás Maduro Moros de que él es el detentor del poder real.

A Juan Guaidó, un líder magnífico por su manejo equilibrado del poder, le han exigido de todo, incluyendo la intervención de las fuerzas militares que no existen y comienza a atacarlo mucho más la oposición que los chavistas y caemos en otro error más y volvemos a la rutina de fortalecer a Nicolás Maduro, sin entender lo que se está haciendo. Juan Guaidó es el centro de la oposición y no lo podemos olvidar, sin él somos simplemente nada y esa realidad es absolutamente concreta e inevitable. Juan Guaidó merece y requiere de nuestro apoyo absoluto y total, no lo olvidemos. ¡Buena suerte!

 

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