Opinión

Semana en Domingo

Hay comerciantes que obtienen una utilidad justa en sus ventas, pero hay otras personas que se aprovechan de cualquier circunstancia.
domingo, 26 abril 2020

El ventilador
Por las redes sociales se libra una guerra a muerte contra todos los políticos de oposición, lamentablemente por parte de gente el mismo bando, sin advertir que eso lo que logra es erosionar su propia base de sustentación, porque hace que la gente no crea en nadie. Y fue eso precisamente lo que creó las condiciones propicias para que Chávez llegara al poder, aprovechando las fisuras que las fuerzas democráticas se abrieron con el linchamiento político de Carlos Andrés Pérez. Los saboteadores al servicio del régimen tienen poco trabajo, porque de destruir a los principales dirigentes de oposición se ocupa su propia gente. Es una especie de harakiri político que está surtiendo efecto a favor del régimen, tal como lo están comenzando a señalar algunas encuestas.

Este reflotamiento de Maduro, aunque pequeño, es en parte consecuencia de esa campaña destructiva que día a día, la misma gente de oposición, realiza contra sus dirigentes. Guaidó decide pagarles a los diputados de la Asamblea Nacional, que tienen meses y meses sin recibir nada, y enseguida se les califica de corruptos. Los dirigentes que decidieron sentarse a dialogar con el gobierno, todos fueron acusados de haber sido sobornados. No hay un solo dirigente opositor que no haya recibido su dosis de excrementos, lanzados por gente de su mismo bando. Por eso digo que el régimen no necesita hacer esfuerzo alguno en ese sentido, porque el trabajo sucio se lo está haciendo gente de la misma oposición. Y copiando el mismo estilo, yo me pregunto. ¿Ese trabajo será gratis? Cada grupito –porque la oposición de hoy está conformada por un nuevo chiripero – tiene su propio laboratorio de guerra sucia contra los otros grupos. Por estos días, le hablo de este tema a un viejo zorro de la política criolla y me sorprende con una explicación: “Es que la lucha contra Maduro y su gente, no paga. Cada grupo de oposición quiere sacar la cabeza sobre los demás, porque de esa manera mejoran su pedazo de la torta de los recursos financieros que llegan desde el exterior”. Por supuesto que no tengo confirmación de que eso sea cierto, pero es lo que algunas personas creen. Lo cierto es que en este momento los peores ataques contra la oposición no provienen del régimen, sino de su propio seno. Y los resultados están a la vista: en una reciente encuesta ningún dirigente de oposición supera el 15 por ciento en percepción favorable, en la población en general, y ningún partido de oposición llega al 10 por ciento. Si ese era el objetivo, se puede decir que lograron un éxito total.

Otra vez los precios
Hay comerciantes que obtienen una utilidad justa en sus ventas, pero hay otras personas que se aprovechan de cualquier circunstancia adversa para especular sin freno con productos de primera necesidad, y esta cuarentena ha sido propicia para ese abuso. El dólar duplicó su precio, de poco menos de cien mil bolívares a casi 200 mil en pocas semanas, pero los precios de algunos productos se multiplicaron por tres, cuatro y hasta cinco veces. Uno de ellos es la carne de res, que antes de la pandemia estaba alrededor de 300 mil bolívares el kilo y en estos días llegó a un millón 200 mil. Algunos alegan que tienen que pagar vacuna para que les suministren carne en canal, y que además algunos mataderos casi no reciben reses, pero de ninguna manera se justifica un salto semejante. ¿Cuántas familias venezolanas pueden gastar varios millones de bolívares, solo para comer carne dos o tres días a la semana? El queso se montó en casi 700 mil bolívares, el pimentón pasó de 200 mil y del ajo no se hable porque ahora es un artículo de lujo. La mayoría de las familias se olvidaron de jamón, leche, pescado, algunas frutas y verduras, porque no hay sueldo que ni remotamente permita comprarlos. El gobierno está regulando de nuevo algunos precios, pero los economistas se preguntan si este remedio no será peor que la enfermedad y termine otra vez en escasez de algunos productos, como ya pasó hace algunos años. Los sanitaristas dicen que la cuarentena está teniendo éxito en contener la propagación del virus chino, pero está agravando la situación que ya padecíamos por los altísimos precios de los alimentos, por encima incluso de lo que cuestan en Estados Unidos y algunos países vecinos.

Un acuerdo de emergencia
Cada semana que pasa se hace más necesario y urgente que se priorice la búsqueda de solución a los problemas que afectan gravemente a los venezolanos, por encima de lo político o ideológico. Aquí se trata de atender esto como una verdadera emergencia, que amerita que ambos bandos lleguen a un acuerdo mínimo para facilitar la solución de algunos aspectos de esta crisis. No se trata de que Maduro y Guaidó declinen en sus posiciones, pero por ejemplo podrían permitir, ambos, que ingrese sin problemas la ayuda humanitaria tanto para enfrentar el coronavirus, como en la importación de alimentos y otros rubros esenciales. Porque esa guerra sin cuartel, que algunos justifican en ambos bandos, tiene como primera víctima a los sectores más vulnerables de la población, sin gas, sin gasolina, sin suficientes alimentos, sin dinero, sin transporte y sin trabajo. ¿Hace falta algo más para que entiendan que esto tiene que resolverse cuanto antes?

Susto petrolero
Tal como lo dijeron los expertos, lo del desplome del precio del West Texas a valores negativos la semana pasada, pasó rápido y este viernes estaba en 16 dólares, que sigue siendo bajo, pero lejos del subsuelo al que llegó. De todas maneras, los especialistas consideran que el recorte de la producción mundial acordado por la Opep con Rusia y otros productores, en la alianza que llaman Opep Plus, no hará recuperar los precios y que en las próximas semanas, si sigue el retroceso del consumo por la pandemia, habrá que subir dicho recorte a por lo menos 20 millones de barriles diarios para más o menos equilibrar la oferta y la demanda. Algunas agencias internacionales estiman que el retroceso en el consumo mundial de petróleo probablemente esté llegando a 30 millones de barriles diarios esta semana próxima.

Cuatro
Uno. Los economistas están sorprendidos que el gobierno haya elegido el dólar, y no el petro o el euro, para fijar el precio de la carne, que se cobrará en bolívares al cambio del día fijado por el Banco Central de Venezuela. Dicen que el gobierno se vio forzado a hacerlo así debido a que la economía, formal e informal, hace tiempo que está dolarizada sin que el régimen haya podido hacer nada para impedirlo. La dolarización cogió la calle para siempre.

Dos. Con la pandemia, el mal uso de las redes sociales llegó a su clímax. Aquí en nuestro país son miles las falsas versiones que circulan cada día, y que mucha gente cree y reenvía, sin ningún intento por verificar su veracidad. Y lo peor es que en muchos grupos en donde hay gente que uno supone que está bien informada, también hay noticias falsas, que mucha gente da como absolutamente ciertas precisamente por la importancia de algunos de sus miembros.
Tres. No va a ser fácil prolongar otra vez la cuarentena, porque a muchas familias ya se le agotaron a se les están terminando las reservas de alimentos y dinero. El gobierno tendrá que permitir que algunas actividades vayan volviendo a la normalidad de manera gradual, estableciendo las medidas que tendrán que ser adoptadas para mantener contenida la propagación del virus. Pero creo que esta cuarentena no puede durar mucho más, por lo menos como hasta ahora.
Cuatro. Mucha gente dice que no le llegó la ayuda monetaria de la que habló Maduro, para hacerle más llevadera la cuarentena. Incluso quienes ya estaban en el sistema Patria, antes de la cuarentena, me dicen que no les abonaron nada y que tampoco pudieron ingresar a la página para volverse a registrar, sobre todo los trabajadores autónomos. La otra protesta es por el monto del subsidio, que no alcanza para nada y sobre todo con los nuevos precios que hay que pagar en esta especie de arresto domiciliario voluntario.

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