¿Le entregarán a Juan Guaidó?
Según el criterio de alrededor de sesenta países del mundo, Juan Guaidó es el presidente legítimo de Venezuela, pero la realidad es que la administración del Estado, sus instituciones y recursos, con la excepción de la Asamblea Nacional, los controla Nicolás Maduro.
Los actos electorales, en sí mismos, no significan democracia. Democracia es la expresión limpia y sin ventajas de la mayoría de la población. Para quienes creen que Nicolás Maduro no fue reelegido de manera legítima, asumen que haber adelantado las elecciones ocho meses y descalificado a los partidos políticos más importantes, inhabilitando a los contendores más populares, fue un proceso ilegal, absolutamente ilegal, con resultados invariables, sería ganador el candidato del gobierno, contrariando la voluntad real de la mayoría de la población. Gobernar no es nada fácil y sobre todo a una nación de las características de Venezuela, donde nos hemos educado mucho y no solo en la parte académica, sino dentro de un círculo informativo, casi todos estamos enterados de nuestros derechos y deberes.
El venezolano es un ser inquieto y sobre todo exigente, someterlo no es fácil, aunque lo repriman y lo castiguen de manera cruel e indebida. La transformación de un país rural en un país urbano, ha colocado las exigencias al máximo y nadie lo puede doblegar creyendo que el poder es una especie de premio que permite disfrutar de todo sin ninguna responsabilidad. Cuando se dilapida la abundancia y los recursos no se invierten en obras y servicios permanentes, al llegar el momento de las carencias y las dificultades, como las actuales, nos encontramos frente a una verdadera catástrofe individual y colectiva, con sus respectivas excepciones, pero los casos particulares no hacen ley general y en esa desgracia estamos sumergidos.
Lo correcto, en las circunstancias presentes, sería entregar el mando al que según mi opinión, que no es única, a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y es a quien corresponde asumir el poder si no existe un presidente. Así lo considera la Constitución Nacional, de manera concreta y explícita. Nicolás Maduro y quienes lo apoyan dentro y fuera de Venezuela, asumen que las elecciones del 20 de mayo fueron legales y no hay nada que discutir.
Todos estos criterios y opiniones ya no cuentan. Venezuela se encuentra envuelta y sumergida en una crisis económica y política de grandes dimensiones, muy poco vista en el mundo e inexistente en la actualidad en ninguna otra parte del universo y eso exige soluciones de gran y extrema profundidad. Nicolás Maduro no puede gobernar a un país en estas circunstancias, aunque él crea que lo pueda hacer. Los recursos se le esfumaron. La destrucción de la producción petrolera impide obtener los bienes y servicios que ya no existen en Venezuela y se viene energizando un terrible malestar en las clases populares que es muy peligroso para todos. No es lo mismo combatir a la pacífica clase media, voluminosa pero sin ninguna agresividad real, que hacerlo con lo que llaman pueblo, cuyos requerimientos extremos los llevan a la lucha fuerte y es allí donde comienza la hecatombe por la agresividad contra todo lo que se les presente por delante, empujados por la rabia de no tener como alimentar o proteger a sus familias.
El gobierno no está solo, tiene cientos de miles de personas que lo apoyan, no se puede negar, pero es imprescindible realizar unas elecciones generales con árbitros imparciales y sin que se permita la utilización de los recursos del Estado para beneficiar a una de las tendencias. La alternativa es la represión total y esto no resuelve absolutamente nada, traerá más escasez y mucha más miseria que la actual y mayores focos de perturbación.
Presumo que dentro del quienes manejan al gobierno en la actualidad, existen los que están absolutamente conscientes de esta realidad y es posible que se ubiquen dentro de un contexto de lo que tenemos, de manera concreta, actualmente. El problema son los radicales llenos de odios que impiden lograr acuerdo entre ellos, que permitan resolver el gravísimo problema de ingobernabilidad donde nos encontramos atrapados. La única solución es entregar el manejo del Estado a Juan Guaidó y que se realicen las elecciones, según acuerdo entre quienes manejan el gobierno y quienes los combaten, lo más pronto posible. La alternativa pudiera ser una guerra entre nosotros y eso sería la desgracia total. Es posible que esté equivocado, pero es mi simple opinión y en el futuro se sabrá si tiene fundamentos concretos o son simples divagaciones mentales. ¡Buena suerte!
@dabega26
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