La soberbia en el poder

Es algo absolutamente asombroso el cambio que se produce en algunas personas al ser ubicados en algún cargo público, incluso en posiciones políticas relevantes, aunque no tengan mayor significación. Hasta los porteros, que no es una responsabilidad que avergüence, pero no es de mayor categoría, se convierten en enemigos de quienes parecían sus grandes amigos. Simplemente se sienten importantes y de cierta manera lo son.

Ese fenómeno se produjo masivamente en Acción Democrática y en menor grado en el partido socialcristiano COPEI. Los dirigentes se fueron separando de sus fuentes de poder, que no es otra que la población y se creyeron ungidos por arte de magia para tener privilegios y ventajas, sin ningún esfuerzo y, mucho menos, ninguna responsabilidad. Eso fue generando rechazo en la población normal y de eso se aprovecharon grandes demagogos con sus ofertas engañosas e ilusionaron a la población. El remedio fue peor que la enfermedad.

En la actualidad no encontramos inmersos en la indefensión total. No existen instrumentos legales que nos protejan frente al abusador y prepotente. Cualquier funcionario con cierto nivel de decisión, hace y deshace según su opinión y criterio sin que nada lo pueda contrariar, incluso prisioneros con boletas de excarcelación los mantienen encarcelados y hasta jueces que saben que el castigo al delito fue cumplido pero no entregan la boleta porque alguien los instruye para que no lo hagan. ¿Qué país o qué sociedad puede funcionar así? Simplemente ninguna.

Lo peor y más repugnante en estas situaciones absurdas e irracionales, es cuando escuchamos a personajes de alto nivel de decisión, proclamándose inamovibles dentro de estas sociedades dinámicas, que han logrado emanciparse de emperadores, reyes o tiranos perversos, mediante mecanismos democráticos donde quien decide quién manda o no manda, es la población. Eso ha impedido millones y millones de muertos, producto de guerras civiles. Es imprescindible comprender el momento adecuado para separarse del poder y reincorporarse a la sociedad normal, incluso aspirando regresar si quienes los sustituyan no satisfacen las exigencias de quienes los eligieron. Ya la fuerza no es ninguna garantía confiable, dentro de esos mismos círculos se encierra la traición en función de sustituirlos.

El poder debe ser pasajero, es imprescindible que sea así, por cuanto obliga a quienes gobiernan a atenerse a las consecuencias si abusan o depredan los bienes de la nación. Las tentaciones son muchas, pero la estructura de leyes que definen los derechos y obligaciones del ciudadano frente al Estado, consolidan y permiten el funcionamiento de estas sociedades complejas, sumamente difíciles de gobernar. Por eso, cuando se pierde el respeto al cumplimiento estricto de las leyes, se despeja el camino de la anarquía y la destrucción de las naciones, por más prósperas que sean y allí tenemos el ejemplo de lo que fue nuestra maravillosa patria Venezuela.

Esto es absolutamente insostenible en el tiempo, sea corto o mediano, pero las consecuencias de tratar de permanecer eternamente gobernando, contrariando el deseo de la población, no traerá otra cosa que las desgracia para la nación y para quienes traten de hacerlo. ¡Quienes no oyen consejos, no llegan a viejos! Es un dicho popular muy enjundioso que debe asumirse totalmente. ¡Buena suerte!

Nota.- La salida de Juan Guaidó de Venezuela, implica una serie de factores de análisis muy profundos para quienes manejan el poder en nuestro país. Es algo realmente sorpresivo, significativo y contundente. Juan Guaidó representa a una gran parte de los venezolanos, aun cuando de mala manera, es atacado por la misma oposición. Esto es un error garrafal. Apoyar a Juan Guaidó es imprescindible, independientemente de las diferencias que se puedan tener. DENTRO de los acuerdos de quienes se asociaron con el gobierno, luego de haber sido suspendidos de la militancia de sus partidos, por su gestión en la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, parece que se incluye entregar Primero Justicia, Voluntad Popular y Acción Democrática a estos diputados. Sería muy complicado, para los dirigentes reales de estos partidos, aglutinar a toda su militancia dentro de algún bloque estratégico. De todas maneras deben entender, si no les quitan a sus partidos, que ellos no son dueños de toda la oposición. Deben abrir espacios que están copando de manera arbitraria y abusadora. La verdad es para todos, nadie debe abusar y valerse de ventajas indebidas.
@dabega26

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