Opinión

La fantasía psicológica de Jaime Bayly

"La forma como describió la reunión preparatoria del magnicidio con el Drown, deja dudas de la veracidad del relato".
lunes, 03 junio 2019

Pareciera que el programa del escritor peruano, editado en Miami, se ha convertido en el más visto en la geografía nacional venezolana. Sus comentarios, análisis y opiniones envuelven a los televidentes como en una novela de Gabriel García Márquez, especialmente Cien años de Soledad, título que en manos del profesor Augusto de Abajo, no entusiasma mucho al compararlo con el dicho de “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, pues el catedrático universitario manifiesta: cónchale no digan eso porque de ser cierto todavía nos faltan ochenta años de esta revolución.

Bayly aún no se ha ganado el Nobel, pero pareciera que en sus palabras nocturnas recogiera capítulos que sin ser realismo mágico, inventa un estilo fantasioso lleno de casquillo puro, basado en unas fuentes que casi nunca se equivocan, de esa forma estructura el texto de una obra maestra conducida a obtener el preciado premio.

La forma como describió la reunión preparatoria del magnicidio con el Drown, deja dudas de la veracidad del relato. Igualmente cuando explicaba como Maduro cambió a última hora del helicóptero que explotó con siete militares.

Allí uno lo imaginaba pegado de la espalda de Nicolás con una cámara por lo demás conectada al cerebro del presidente. Bueno ese es su estilo fantasioso y psicológico, que de buena fe intenta ayudar a la oposición venezolana, claro también busca aumentar la audiencia, lo que ha logrado excelentemente. Lógico no es perfecto, se equivoca, tiene sus fallas.

Criticó duramente a Julio Borges, desconociendo que a lo mejor lo dicho por este dirigente era parte de una estrategia para crear desconfianza en los allegados al líder del chavismo. Donde sí perdió la brújula fue en la entrevista con Rafael Poleo, ese día parece que no se había tomado la pastilla para su problema de bipolaridad, las palabras de Poleo lo encendieron olvidándose de libertad de expresión. El editor venezolano le dijo sus verdades y a Bayly no le quedó más camino que cerrar la entrevista.

A los pocos días trajo a Patricia Poleo, dejó que hablara de todo, no la mandó a callar cuando criticó al entorno de Guaidó, uno entiende que esa noche se había lanzado dos pastillas, por si acaso. O fue que tuvo temor de enfrentar a toda la familia Poleo. No tuvo problemas en admitir el derecho de Patricia de manifestar lo que le viniera en gana.

En los días siguientes, casi insultó a otros entrevistados por decir lo mismo que Patricia. Pareciera que este tipo de personas lo menos que pretenden es que se termine el conflicto en Venezuela, quieren en el fondo que continúe para seguir con la gran audiencia. No sé hasta dónde ayude, alguien que nunca fue dirigente político, empeñándose en dar consejos a Guaidó y a los dirigentes de oposición.

Él ni siquiera vivió en nuestro país, mucho menos participó en las luchas internas de los partidos, escenario que enseña estrategias y lecciones de profundidad en la práctica de la democracia. De todas formas “Viva Bayly”, por su solidaridad con la patria de Bolívar.

 

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