Hablemos hoy de: Hablar en positivo

Por algo muy extraño en la vida, a los seres humanos nos cuesta hablar en positivo.

Pareciera que hay una fuerza extraña que nos mueve a pensar, hablar y actuar, alejados de lo bueno y lo bonito de la vida. Siempre se anteponen los pensamientos negativos a cualquier acción o deseo, y lo que se expresa está alejado de los buenos pensamientos.

Es mejor pensar que lo que va a suceder, es para bien.

Un ejemplo es cuando vemos una nube oscura en el cielo, de inmediato la expresión que sale de la boca de muchas personas es, va a llover y algunos incluso, son más fatalistas y se atreven a diagnosticar una tormenta o un chaparrón, en términos coloquiales.

En función de esta forma de ser de muchas personas, existe una ciencia llamada la Neurolingüística, la cual desarrolla una serie de métodos y principios basados en la forma de cómo entender la relación del lenguaje con el cerebro, y la manera de mejorar nuestras habilidades para comunicarnos.

Tal vez en alguna oportunidad nos habremos dado cuenta cómo las palabras inciden de una u otra manera, en la forma como las demás personas nos pueden percibir, incluso, en cómo nos afecta en lo que a nuestro estado de ánimo se refiere.

Es aquí donde nos damos cuenta del poder que tienen las palabras, y de lo positivo o negativo que puede ser el expresarnos en los mejores términos posibles.

Si seleccionamos las palabras adecuadas y correctas a la hora de manifestar nuestros deseos, opiniones, o cualquier idea que se nos ocurra, nos daremos cuenta que desde nuestro estado de ánimo hasta la forma como nos puedan entender y comprender los demás, será totalmente positiva y agradable.

Nada más hermoso que sentirse bien por expresar de manera correcta, lo que sentimos y vemos desde el corazón.

Es tan importante hablar en positivo, que lo que decimos en algún momento puede llegar a transformar nuestra vida.

La neurolingüística nos puede ayudar a mejorar la forma de expresarnos verbalmente y a comprender, que las palabras tienen una conexión directa con el cerebro y que activan las emociones, lo que nos puede complicar o ayudar en un momento determinado del proceso comunicativo, y que esto va a depender también de cómo manejamos la parte emocional.

Así observamos que el pensamiento, la palabra y las emociones tienen una relación estrecha. Por eso tal vez algunos especialistas de la comunicación recomiendan que antes de expresarnos, pensemos y analicemos un poco lo que se va a decir para no caer en arrepentimientos, pues lo que se dice no se lo lleva el viento, queda en la mente y en el corazón de quienes están presentes en el momento, y más aún, en las personas a las que iban dirigidas las palabras.

No debemos olvidar nunca que la manera como nos expresamos y las palabras que utilizamos, dicen mucho de lo que somos, de cómo pensamos y actuamos, y de cómo podemos pensar de otras personas.

Teniendo un lenguaje tan rico como el nuestro, debemos esforzarnos por hacer el mejor uso posible del mismo. El poder de la palabra es tan grande que se puede llegar a salvar vidas, y a influir de manera muy positiva sobre otras personas.

Tal vez no nos hayamos dado cuenta de este poder que está en cada uno de nosotros. Solo debemos hacer el ejercicio de expresarnos libre y correctamente, seleccionando las palabras adecuadas para el momento que estamos viviendo.

Y existe una forma muy sencilla para enriquecer nuestro vocabulario, esta es la lectura. Cada vez que leemos un libro o un periódico nos damos cuenta que existen palabras que no conocemos, para esto simplemente debemos tomar nota de las mismas, y luego buscar su significado.

Así estaremos enriqueciendo nuestro diccionario personal, y podemos agregar palabras nuevas al discurso o proceso comunicativo que tengamos en momentos determinados. Al hablar bien estamos hablando de manera positiva de nosotros mismos.

Si hablamos de manera positiva, estaremos mejorando un aspecto básico en nuestra vida, y ampliaremos el vocabulario e incluso, la forma de expresarnos ante diferentes grupos.

Así, también mejoraremos nuestro método de relacionarnos con las demás personas.

Al expresarnos en positivo, nos sentimos bien y hacemos que el cerebro se active mostrándonos lo bueno y bonito de la vida, pudiendo observar también la satisfacción que se siente al establecer relaciones más saludables, basadas en la armonía y en lo asertivo.

No olvidemos que si vemos e cielo oscuro, debemos dar gracias porque nos está protegiendo de los rayos directos del sol.

Es una mejor manera de percibir las cosas.

Evitemos utilizar el no y cambiémoslo por palabras positivas. En vez de decirle al niño no grites, podemos decirle habla en voz baja, así estaremos utilizando la asertividad y despertando en ellos una manera más positiva de ver la vida.

Pero no solo es mejorar cuando hablamos, también hay que hacerlo cuando escribimos.

Aquí existe un modelo mental que reza que como hablas escribes. Hay que tener cuidado con esto, pues cuando nos expresamos de forma escrita, también podemos afectarnos y afectar a otros.

Aplicamos el mismo proceso de pensar y analizar lo que se va a escribir, y obtendremos resultados que nos llenarán de satisfacción y también hablarán bien de lo que somos como personas.

Haciendo un buen uso del lenguaje, pensando en positivo, buscando la armonía y el equilibrio, nos pueden ayudar a ser mejores personas y a expresarnos de manera correcta, contribuyendo así, a ser parte de quienes queremos una mejor sociedad y una mejor vida.

Agreguemos a nuestro diccionario solo palabras asertivas, y hablemos en positivo.

¿Sabes qué es la ailurofilia?

Es el amor por los gatos o felinos.

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