Gracias
El Domingo próximo nos muestra a Jesús caminando, llevando la Buena Noticia que Dios le encomendó, y que desde entonces es un proyecto de vida para nosotros, que lleguemos a ser hijos del mismo Padre y hermanos entre nosotros.
En su recorrido, Jesús toma en consideración todo poblado, independientemente de que sus habitantes compartan o no la misma fe. Es así como se encontró con diez leprosos en “tierra prohibida”. Allí se da el milagro: un extranjero es el único entre todos en volver sobre sus pasos para decir “gracias” a Jesucristo.
1. Además de tratarse de un mal físico, la lepra en tiempos de Jesús también se la veía en su aspecto moral: quien padece esta enfermedad es porque probablemente ha cometido un pecado, y el Señor castigó severamente a ese pecador. Y como además pudiera ser contagiosa, lo mejor es confinar al enfermo a vivir con otros que estén en su misma condición, separándolos del resto. Es así que tenemos una comunidad de leprosos que se han juntado para aminorar el peso de la soledad. Vivir enfermo en una sociedad que te repudia, implica sumar una carga a tu ya difícil situación de salud.
Los leprosos del Evangelio son muy considerados con los demás, pues le piden a Jesús que los cure, pero sin acortar la distancia que los separa de Él, porque “no quieren contagiarlo”. Jesucristo acepta y opera el milagro en los términos solicitados: los diez son limpiados.
2. Cuando debían seguir las formalidades —presentación ante la autoridad para corroborar la sanación definitiva— a uno se le ocurre devolverse para echarse a los pies de Jesús y agradecerle que haya tenido misericordia con él y sus compañeros de desventuras. A este punto, el Señor pregunta por los nueve restantes, y resalta que el antiguo leproso, el único en devolverse para agradecer, era un extranjero. Sale a relucir otro elemento de exclusión: “no eres de los nuestros porque estás enfermo, y estás enfermo por ser pecador, y tu pecado tiene que ver con el hecho de pertenecer a un pueblo que no reconoce al ‘verdadero’ Dios”.
El milagro es la inclusión de este leproso. La curación pasa por su aspecto físico, por su dimensión moral y por su perspectiva social. No somos castas, por mucho que algunos se empeñen en hacérnoslo creer. No existe justificación alguna en que apoyarnos para separar a los otros. No hacerlo es un verdadero “milagro”.
3. El leproso agradecido es extranjero porque pertenece a un pueblo que no es el de Israel. Su pueblo, a pesar de tener la misma historia y recorrido, en un momento determinado, interpretó y se relacionó con un “dios diferente”. Para Israel son paganos, infieles blasfemos o apóstatas. “A este tipo de gente, mientras más lejos, mejor”, afirman.
Israel sumó a las llagas presentes en la piel del leproso otra etiqueta que aumentaba su pesar. Ahora bien, sucede que este “infiel” es el único capaz de adorar a Jesucristo, en todo el pasaje, y lo hace con una oración de agradecimiento a un Jesús que camina hacia su pasión en Jerusalén.
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