Opinión

El proceso (reflexiones sobre el Tiar)

"La realidad es que una intervención militar internacional es poco probable por una razón simple, porque puede trastocar las bases de las relaciones internacionales en el hemisferio occidental"
lunes, 29 julio 2019

El Tiar es un formulario más que debe ser llenado en el largo proceso en el que se ha convertido la dinámica internacional en torno al caso venezolano.

Como si se tratara de una pesada burocracia kafkiana, los venezolanos se encuentran completando recaudos, llenando solicitudes, cumpliendo tareas, con la esperanza que al final se podrá lograr la intervención de fuerzas extranjeras en el país que restituyan la democracia.

El país se ha convertido en Josef K., el personaje central de El Proceso (1925), la novela en la que Franz Kafka (1883 – 1924) relata maravillosamente los laberintos de la burocracia, ese cúmulo de pasos y procedimientos que terminan llevando a ningún lugar.

La realidad es que una intervención militar internacional es poco probable por una razón simple, porque puede trastocar las bases de las relaciones internacionales en el hemisferio occidental, y particularmente en Suramérica. El concepto de intervención está íntimamente vinculado al de soberanía, y éste último al de Estado.

En términos simples, una intervención implica la violación de la soberanía nacional, la cual se da por sentada básicamente como los límites geográficos sobre los que un Estado ejerce su autoridad, y además es reconocido por otros Estados como el único quien legítimamente puede ejercer dicha función. Romper ese mutuo reconocimiento es riesgoso, y por ello los países de la región han sido cautelosos.

El problema de fondo con el enfoque que ha manejado la comunidad internacional es que parte del supuesto errado que en Venezuela aún existe un Estado.

“Un Estado se define como un conjunto de instituciones soberanas que poseen autoridad absoluta sobre su territorio. Cualquier erosión de esta autoridad es considerada un reto a esa soberanía y, por lo tanto, la existencia del Estado” (Little, R. 1987).

La idea anterior lleva a una interrogante inevitable en el caso venezolano, ¿el Estado (representado por el Régimen) aún ejerce “autoridad absoluta sobre su territorio”? La evidencia sugiere que no, más en el interior del país, lo que llevaría entonces a cuestionar la existencia del Estado propiamente.

El argumento anterior es llevado a un extremo mayor por Cynthia Weber (1992), quien señala que un Estado se considera como tal cuando sus fronteras son estables, las comunidades internas están claramente identificadas, y, quizás lo más evidente hoy en Venezuela, cuando existe una transferencia del Poder de los ciudadanos hacia el Estado.

Esto último remite a la idea de “soberanía popular” como la base del Estado, entendiendo por ella que el pueblo entrega temporalmente el Poder a un conjunto de instituciones para que lo representen, y que esa transferencia se acaba cuando el pueblo deja de sentirse representado, algo evidente hoy en Venezuela.

El Estado venezolano a perdido toda legitimidad de origen, la “soberanía popular” ha dejado de reconocerlo como tal; a esto se debe sumar el no reconocimiento de otros Estados, así como la pérdida del control territorial como única autoridad.

Todos estos elementos son suficientes para pensar que en Venezuela actualmente no existe un Estado como tal, que, de ser así y siguiendo el argumento de Weber, no habría violación a la soberanía, y por lo tanto no se debería hablar de intervención.

De hecho, esta fue la lógica utilizada por Woodrow Wilson a comienzos del siglo XX cuando envió marines a Veracruz (México) para derrocar al presidente del Gobierno Provisional, el fundamento fue respetar la “soberanía popular”.

El caso venezolano es complejo, hay mucho dinero de por medio, tanto el que se debe como el que se puede generar, así como la importante presencia del narcotráfico y otros negocios ilegales.

Sin embargo, las razones para una intervención de fuerzas extranjeras están a la vista, por menos las ha habido en otros lugares. El tema de fondo es si existen las razones suficientes para arriesgar el delicado balance que existe en la región, cuestionando conceptos fundamentales como la soberanía y el Estado.

Que no haya habido una intervención no es un tema de forma, es un tema de fondo. El Tiar es un paso burocrático más en una larga cadena que no llevará a nada hasta que los factores de Poder real decidan actuar.

@lombardidiego

 

 

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