El político debe ser un servidor

Comparto el criterio de lo que un día redactó Antonio Pérez Esclarin, en cuanto que hay que entender que un político debe ser un servidor público.

Leamos: La decepción y la desilusión se multiplican en el mundo ante los políticos y ante la política que, con excesiva frecuencia, se ha ido alejando de la ética más elemental y ha sido penetrada por la corrupción y la informalidad, pues el ejercicio de la política se fue entendiendo ya no como un medio para servir a los demás, como es su objetivo, sino como una ocasión de lucrarse y servir a sus intereses y a los suyos.

Esto permitió la entrada a la política de personas ambiciosas, arribistas e inescrupulosas, carentes totalmente de los principios éticos; y el surgimiento de líderes populistas que explotaron el miedo y la rabia de los pueblos con propuestas seductoras de cambios imaginarios que terminaron ampliando los problemas en lugar de solucionarlos. He sostenido que debemos asumir la onda crisis que vivimos en Venezuela, como una ocasión de refundar totalmente el País y convertirlo en un modelo de eficiencia, productividad y equidad.

Por ello, siempre repito, yo no quiero una Venezuela de la cuarta, de la quinta ni de la sexta República; quiero una Venezuela de primera.

La refundación del país tiene que pasar, entre otras cosas, por entender la política como el ejercicio de un liderazgo de servicio. Para el liderazgo de servicio la primacía primordial es servir a otro.

Lo primero no es mandar o tener poder, sino servir. Se trata de una opción personal de alguien que quiere dedicar su vida a hacer que otros se sientan y vivan mejor y deseen a su vez, convertirse en servidores. Es decir, en legítimos ciudadanos comprometidos con la reconciliación; la justicia y el bien común. El líder de servicio acepta que no está allí para servirse así mismo o a los suyos, sino que su objetivo es atender las necesidades de todos; porque conoce sus fortalezas y también sus debilidades, el líder de servicio se rodea de personas competentes y honestas, los mejores, único modo de lograr un servicio eficaz. Por ello, prefiere la competencia, la capacitación para el cargo, la moralidad y la autonomía a la fidelidad politiquera. Ejemplo de vida, el líder de servicio, lidera e inspira, no vive a espalda de los demás y comparte sus sacrificios y carencias, escucha y entiende a las personas, es capaz de oír los gritos de la miseria y el sufrimiento, se dedica a enfrentar con cojones las necesidades prioritarias de la gente. Entiende que su rol es sumar voluntades y soluciones, restar dificultades y problemas, multiplicar los bienes y servicios, y dividirlos entre todos por igual. Vive con serenidad los momentos difíciles y jamás pierde la cordura ni ofende o amenaza a nadie. Se dedica íntegramente a la solución de los problemas y asume con coraje sus responsabilidades sin culpar a otros. No tolera las deshonestidades y separa del cargo a los incompetentes, a los soberbios, a los ambiciosos y a los que empiezan a llevar una vida ostentosa como a los que buscan ser admirados o temidos.

Como asume que su liderazgo de servicio se orienta a la mejora de la vida de las mayorías y a la búsqueda del bien común. Pues, busca dejar las cosas mejor de lo que estaban antes. Y si no lo logra, reconoce con humildad su incompetencia y se retira del cargo.

La obcecación de seguir en un cargo y la negativa a reconocer que su gestión ocasiona problemas y sufrimiento, demuestran insensibilidad. Espíritu de soberbia y dureza del corazón.

Hasta el próximo.

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