EE.UU. y Venezuela negocian precios y cantidades de los envíos de petróleo pesado de Chevron para Citgo
Houston, 26 jul – Un dignatario de “alto nivel” de la Administración de Donald Trump, y varios representantes de “distintos niveles” del Gobierno de Nicolás Maduro negocian en secreto desde hace varias semanas los precios y cantidades de envíos de petróleo pesado venezolano a EE.UU.
Una fuente petrolera del estado de Texas informó que Chevron, la “última” de las grandes corporaciones petroleras de EE.UU. todavía operativa en Venezuela, y otras cuatro compañías estadounidenses de servicios energéticos autorizadas por Trump para seguir en el país suramericano, negocian esos envíos con PDVSA y miembros del Gobierno de Caracas.
La delegación estadounidense la encabeza el asesor especial para Venezuela de la Casa Blanca, Elliot Abrams, mientras que por Venezuela participa la Presidencia de PDVSA –de forma regular-, y varios ministros del área económica, política y jurídica del Gobierno de Maduro que han ido cambiando en las sucesivas reuniones.
Las negociaciones se producen con una fuerte tensión sobre el gobierno de Maduro, que explica la presencia de Abrams, también bajo presión luego del fracaso de la fallida acción militar para tomar el poder del 30 de abril.
Medios de prensa en Washington especularon esta semana con la orden de “You´re fire” que Trump daba a los participantes fracasados en su famoso programa de TV “The Apprentice”.
En octubre próximo se cumplen pagos de bonos de PDVSA por más de 900 millones de dólares, y si se produjera un default los acreedores podrían embargar los restantes activos estatales venezolanos en el exterior que aun no lo han sido, o sólo parcialmente como Citgo, lo que coloca a Maduro bajo coerción intensa.
Las reuniones secretas produjeron una guerra de “intoxicación informativa” cuando el asesor de seguridad, John Bolton, afirmó que los únicos puntos que han discutido quienes conversan “a espaldas” de Maduro son “su salida del poder y la realización de elecciones libres y justas”.
En paralelo, un cable de AP filtró que Diosdado Cabello recibió en Caracas al representante de Trump que traía una propuesta de garantías para Cabello y otros funcionarios en caso de una transición; es decir, la misma oferta del fracasado golpe del 30 de abril.
Cabello lo desmintió y, a su vez contra atacó, anunciando que el cinco de enero próximo podrían convocarse las elecciones a la AN, lo que produjo una “catarata” de reacciones en la dividida oposición venezolana, como la rápida reunión entre Juan Guaidó y María Corina Machado, ambos sin posibilidad legal actual de ser candidatos.
Chevron, que inició sus operaciones petroleras en Venezuela en 1920, mantiene cuatro grandes explotaciones conjuntas con PDVSA, y explota pozos offshore con otras compañías, que en total suponen el 25 % de la producción actual de PDVSA, estimada en 760.000 barriles diarios, según S&P Global Platts.
Aunque su producción actual en Venezuela no es relevante dentro de sus operaciones internacionales, Chevron considera que debe permanecer en el país que posee las mayores reservas mundiales de crudo, al igual que otras operadoras europeas que también siguen en Venezuela.
Además, Maduro ha amenazado con nacionalizar los activos de Chevron en el país –que podrían luego ser vendidos a empresas rusas o chinas- si la petrolera abandona definitivamente Venezuela, como ya hicieron Exxon Mobile y Conoco Phillips en 2007.
La naturaleza legal de las negociaciones entre EE.UU. y Venezuela es compleja debido a que el pasado 28 de enero la Administración de Trump prohibió tanto a compañías como a personas físicas estadounidenses todo tipo de comercio con la estatal PDVSA.
Chevron y Halliburton, Schlumberger, G. E. Baker Hugues y Weatherford International recibieron una “excepción” de seis meses para operar en Venezuela, que el pasado 26 de julio fue de nuevo extendida hasta el 25 de octubre; un mes clave para PDVSA.
Las cinco corporaciones han continuado con la producción de petróleo y gas en Venezuela pero sus operaciones se han reducido drásticamente debido al retraso en los compromisos de pago de PDVSA durante los últimos meses.
Una “abrupta salida forzada” de sus operaciones en Venezuela causaría graves pérdidas materiales y financieras a estas cinco corporaciones, precisó la fuente petrolera del estado de Texas.
“PDVSA debe grandes sumas a estas cinco corporaciones estadounidenses y la Administración Trump no quiere que las sanciones contra Maduro castiguen innecesariamente a las empresas de EE.UU.”, dijo un experto petrolero de la firma legal Mayer Brown en Houston.
PDVSA, por su parte, necesita importar cantidades de petróleo ligero producido en EE.UU. y comercializado por las empresas que gozan de la “excepción” administrativa de Trump, y que la empresa venezolana mezcla con sus crudos pesados para que fluyan en los oleoductos.
Las tres refinerías de Citgo en el golfo y su red de oleoductos especiales –valorados en más de 10.000 millones de dólares-, finalmente, necesitan el tipo de crudo producido por PDVSA; e importarlo de otras latitudes está fuera del mercado.
Una vez más Venezuela y EE.UU. están históricamente “destinados” por la naturaleza a entenderse como grandes productores y consumidores de crudo.
Pero esta vez la poderosa presencia económica, militar, diplomática, política y estratégica de Rusia y China –ya instalados en Venezuela- se lo ha puesto muy difícil a la Casa Blanca de Donald Trump, con potenciales conflictos “explosivos” en los estrechos de Ormuz y Taiwan, y falta de entendimiento con los tradicionales aliados europeos.
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