Bitácora Industrial

Coronavirus y economía mundial

Desde que el Brexit ganó el referéndum en 2016, las bolsas del mundo no habían tenido un retroceso tan grande como el de este lunes 24, debido a la expansión del coronavirus desde China a numerosos países del mundo. Con la aparición de varios casos de la enfermedad en Italia, la Bolsa de Milán liderizó las pérdidas con un retroceso de 5,46 por ciento, en tanto que el índice Dow Jones de la bolsa de Wall Street, en Nueva York, cayó 3,56 por ciento y la Shanghai, en China, tuvo una pérdida similar. Todas las bolsas, incluyendo las de Suramérica retrocedieron y los expertos creen que no van a recuperar las pérdidas hasta que el virus deje de expandirse.

Hace dos semanas, varias agencias internacionales de inteligencia económica y financiera estimaron que las pérdidas para la economía mundial pudieran llegar a 280.000 millones de dólares en el primer trimestre de este año, y que pudieran ser mucho mayores si la expansión del virus se prolonga más allá de abril. Según los expertos, más que un retroceso en la producción o el consumo fuera de China, lo que más afecta los mercados financieros es que los inversionistas aplazan sus proyectos hasta que remita la expansión del virus, y en segundo lugar el fuerte impacto de la enfermedad en la movilidad humana, y de manera particular en el turismo.

Cuando la epidemia del SARS en 2003, la economía de China era el 18 por ciento de la economía mundial y en cambio hoy es el 35 por ciento y eso determina que el impacto en la economía mundial sea mayor. Por alguna razón, las epidemias mundiales han afectado menos a Estados Unidos, y aparte de ello, la bolsa de Nueva York ha resistido mejor esos impactos y en muchas oportunidades, al final ha terminado por encima del índice que tenía cuando se inició la epidemia.

Un impacto directo del coronavirus en China es la reducción del número de viajeros al exterior.

En el 2000 viajaron al exterior 10 millones de chinos, pero en 2017 lo hicieron 150 millones. Ese año, los chinos gastaron 260.000 millones de dólares en el exterior, cifras que es el doble del gasto de los norteamericanos y cuatro veces los británicos.

Hasta ahora no se sabe cuánto se ha reducido el número de chinos que salen de su país, a causa del coronavirus, pero decenas de líneas aéreas suspendieron sus vuelos hacia y desde China y numerosos países prohibieron el ingreso de pasajeros de cualquier nacionalidad si provienen de China.

Las materias primas

Uno de los efectos más inmediatos del coronavirus es en el comercio de materias primas, porque China es el principal importador de ellas, principalmente de mineral de hierro, cobre, bauxita, aluminio, y crudo y sus derivados. Aparte de que los chinos han reducido sus importaciones, está el problema del peligro de contagio de las tripulaciones de los buques que anclan en puertos chinos. Por ejemplo, las tripulaciones que regresan a Australia después de haber llevado mineral de hierro y bauxita hasta China, están obligadas a cumplir una cuarentena de por lo menos 14 días antes de volver a cargar para iniciar un nuevo viaje, todo lo cual encarece los fletes. Igual está pasando con los buques que llevan crudo o gas natural líquido, cuyas tripulaciones al regresar de China tienen que cumplir la cuarentena en alta mar frente a los puertos. La baja en el comercio mundial de materias primas ha provocado una caída en el valor de las monedas de países que tienen un porcentaje alto de ingreso de divisas por ese concepto, como Brasil, Sudáfrica y Australia. Aunque la baja en el consumo de petróleo en China por ahora es pequeña, la expectativa de que sea mayor en los próximos meses ha provocado temor en los mercados y ha hecho que salga a la venta parte de los inventarios de algunos grandes inversionistas. Eso ha afectado los precios: el marcador Brent del Mar del Norte ha perdido 14 por ciento y el West Texas un 16 por ciento en lo que va de año. Los expertos creen que Arabia Saudita y Rusia pudieran considerar la posibilidad de plantear un aumento del recorte de la producción mundial, en la próxima reunión de la Opep, el 5 y 6 de marzo en su sede de Viena. En este escenario mundial, los capitales buscan refugio en otros comóditis y por ello el precio del oro está escalando. La semana pasada estaba en 1.600 dólares la onza y esta semana ganó 83, para situarse en 1.683 frente a los 1.523 con que cerró 2019, lo que totaliza una ganancia de 160 dólares en este año. Pero los expertos vaticinan que el oro podría alcanzar un precio máximo histórico en los próximos meses, incluso por encima de la barrera de los 2.000 dólares la onza, batiendo la marca de 1.920 de 2011. El alza del oro se debe no solo al coronavirus, sino a la creencia de que la Reserva Federal norteamericana, es decir el banco central de ese país, por ahora no va a subir los tipos de interés, lo que hace que los inversionistas de capital vendan sus bonos para comprar oro, que les reporta mejores ganancias.

El combustible
No hay país alguno que pueda sostener su economía, del nivel que sea, sin suficiente combustible para su aparato productivo, transporte y en general toda actividad humana.

La vida moderna es insostenible sin energía de todo tipo, y la mayoría de ella se genera por la quema de combustibles, tanto en la industria como en los vehículos. Nuestro país tiene la ventaja de generar hasta el 70 por ciento de la electricidad que consume, a partir de energía hidráulica, pero como carece de ferrocarriles, el 100 por ciento del transporte se hace por carretera y ello implica un alto consumo de combustible. Venezuela tiene uno de los más altos consumos de combustible per cápita del continente. Ello determina que provoque alarma cualquier variación en la normalidad del suministro de combustible, tal como está ocurriendo en este momento en varias zonas del país, incluida Guayana.

Además, siendo como lo somos un país petrolero, con la más grande reserva de crudos del planeta, la escasez de combustible debería ser el último problema que deberíamos tener.

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