Mundo

Turquía la nueva casa de los superyates de magnates rusos

Varios millonarios han llevado sus fortunas a bancos públicos de ese país que es aliado de Vladimir Putin.
Por: France 24
sábado, 26 marzo 2022
Cortesía France 24 | Allí no podrán ser confiscados como en otros países de Europa

Cuando el superyate Solaris, de 140 metros de eslora y uno de los buques privados más grandes del mundo, se acercaba al puerto, una pequeña lancha, tripulada por cinco ucranianos, le salió al paso.

La lancha se paró entre el Solaris y el embarcadero y, desde ahí, banderas al aire, sus tripulantes empezaron a gritar.

“¡No a la guerra en Ucrania! ¡Fuera de aquí, barco ruso!”, decían. La escena ocurrió en la ciudad de Bodrum, en el sur de Turquía, y el yate al que se enfrentaban los cinco ucranianos era propiedad del oligarca del petróleo, multimillonario, aliado de Vladímir Putin, exdueño del club de futbol londinense Chelsea, Román Abramóvich.

No es su único barco que, esta semana, ha atracado en las costas turcas: también lo ha hecho el Eclipse, algo más pequeño que el Solaris pero mucho más excéntrico. El Eclipse tiene un sistema de defensa antiaérea.

Esta flota de Abramóvich, junta, vale 1.000 millones de dólares, que el oligarca habría perdido si no fuese por la seguridad de los puertos turcos. Ambas embarcaciones provienen de Europa, donde muchos magnates rusos cercanos al Kremlin han sido sancionados y han visto como sus propiedades eran embargadas.

Pero Abramóvich no es el único que ha llevado sus yates hasta Turquía. También lo ha hecho Dimitri Medvedev, hasta hace bien poco número dos del presidente Putin, y el magnate de la construcción ruso Maxim Shubarev. Hay más superyates en camino.

Política de puertas abiertas

El motivo es que, a diferencia de Europa, Turquía se niega a aplicar sanciones en contra de Rusia.

“Creo que hay dos grandes razones por las que Turquía no se quiere unir a las sanciones europeas —explica el analista y miembro del think tank Middle East Institute (MEI), Yörük Isik—. La primera es práctica: Turquía atraviesa una crisis económica grave. La segunda es que Turquía, en el mundo, tiene una posición de país emprendedor y enfocado al negocio. Y por esto está en contra de cualquier tipo de sanción. Estamos hablando de un país que sigue comerciando con países con los que está directamente involucrado en hostilidades”.

“Además, existe una irritación general del Gobierno turco con la UE. En la mente turca, ¿por qué tendría Turquía que unirse a unas sanciones en las que no tiene poder de influencia ni decisión?”, se pregunta Isik.

De momento, Bruselas y Washington no han presionado demasiado a Turquía para que cambie su política.

Para Ankara, hacerlo es difícil: enemistarse con Moscú tendría un alto coste, desde el gas hasta el turismo, el comercio y la guerra en Siria, donde Turquía y Rusia apoyan a bandos enfrentados.

De hecho, la UE parece encontrarse cómoda con la posición de equilibrio turca entre Ucrania y Rusia. “Valoramos la posición de mediadora entre Europa y Rusia que puede ejercer Turquía, y también nos interesa que siga siendo así”, explica una fuente diplomática europea, que confirma que Bruselas sí ha pedido a Turquía que aplique las sanciones, pero que lo ha hecho informalmente, en conversaciones privadas, y sin demasiada insistencia.

Que entre el dinero

“El comercio con Rusia continúa y continuará, pero política y militarmente Turquía está en el bando ucraniano. Mantener las relaciones comerciales con Rusia es solo un mecanismo de ganar dinero que Turquía necesita. Además, la clase gobernante turca está formada por gente muy orientada al negocio y al dinero, por distintos motivos y también por su beneficio personal”, dice Isik.

Sin embargo, esta política tiene riesgos, y Turquía ya los ha sufrido en el pasado. Uno de sus bancos públicos, Halkbank, está siendo juzgado en Estados Unidos por presuntamente haber ayudado a Irán a esquivar las sanciones. Algunos creen que lo mismo podría ocurrir en el futuro.

“Estos superyates serán un dolor de cabeza para nuestro Gobierno. Según los reportes de la prensa, la posibilidad de que los oligarcas rusos aparquen su dinero en Turquía hace que la boca de nuestro Gobierno chorree. Esta ruta puede ser peligrosa. Cuidado”, escribe Selim Kuneralp, un antiguo embajador turco.

Muchos bancos privados turcos, de hecho, se niegan a abrir cuentas y tratar con los rusos que llegan al país anatolio. Según Isik, no lo hacen por miedo. “Los bancos públicos turcos, sin embargo, sí están haciéndolo, para sacar el máximo rédito económico”, explica este analista.

Al cabo de unos minutos de haber gritado, clamado e intentado bloquear el superyate Solaris de Abramóvich, las autoridades turcas decidieron que la fiesta ya se había terminado.

Los guardacostas se acercaron a la lancha, e instaron a sus tripulantes a apartarse del camino. “Pueden protestar, pero tienen que hacerlo acorde a las normas de nuestro país”, les dijeron. La lancha se apartó; el superyate aparcó. Turquía está abierta al negocio.

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