Mundo

Perú recibe a buena parte de la migración venezolana

La ONU estima que para finales de 2022 serán cerca de nueve millones de connacionles fuera del país.
sábado, 18 diciembre 2021
Cortesía | Por lo menos 200 venezolanos se quedan a diario en Perú

El éxodo venezolano no conoce límites. El foro organizado por el Parlamento democrático en Caracas confirmó lo que ya anticipan tanto Naciones Unidas como la Organización de los Estados Americanos: la fuga masiva continuará en 2022 a la misma velocidad que la actual, que supera las 1.000 personas por día atravesando la frontera con Colombia, según la Agencia para Refugiados de la ONU (Acnur).

Es un flujo tan incesante que los peores augurios para finales de 2022 elevan hasta los 8,9 millones de personas las que habrán abandonado su país, según la ONU.

La OEA es más conservadora y calcula que superarán los siete millones, la mayor del planeta.

El gobierno mientras tanto, sólo reconoce la salida de 800.000 venezolanos “engañados” y multiplicados por una supuesta campaña mediática.

La misma cifra, ésta sí real, la conforman los venezolanos que viven en el área metropolitana de Lima. La capital peruana se ha convertido en el principal albergue para los desplazados venezolanos, según confirmó a La Nación Carlos Scull, representante de la presidencia encargada de Venezuela en Lima.

De las 1000 personas diarias que salen de Venezuela, 200 van a parar al país andino.

Cuando el expresidente Pedro Pablo Kuczynski abrió las puertas de su país de par en par en 2018, el aluvión fue enorme.

Medio millón de venezolanos acudieron en pocos meses al llamado de una nueva vida lejos de la patria que se empeña en dejar de serlo.

“En 2018 los colectivos llegaban cargados de venezolanos, con frío, sin comer. Hice un llamado por Facebook y vinieron los peruanos con ollas de comida y sacos de pan rellenos”, rememora Nela Herrera, al frente de la ONG Ocasiven.

Esta llanera de Tinaquillo desarrolla una labor de titanes junto a varias decenas de voluntarias. Perú mantiene como política de Estado una especie de regularización que beneficia al colectivo venezolano.

Más allá de ciertos brotes de xenofobia y de los latigazos que produce la presión migratoria, Perú ha dado una nueva oportunidad a los venezolanos.

Territorio venezolano

San Juan de Miraflores, al sur de Lima, parece territorio venezolano. Lo primero que se percibe entre ellos es su alejamiento, mucho mayor que los más de 2000 kilómetros que separan la capital peruana de la frontera. Y lo que se siente es desconexión, desesperanza, desinterés, amargura…

“Para mí el punto de inflexión fue el 30 de abril [de 2019, con la rebelión de los militares que liberaron a Leopoldo López]. Me emocioné, me lo creí, pensé que por fin. Pero no, ya he perdido la esperanza. Y ahora aparece Super Bigote [el cómic revolucionario que representa a Maduro como un falso Superman]. Somos el hazmerreír del mundo”, se queja Joscarly Montes de Oca, una de las cantantes callejeras que hacen las delicias de los limeños en la Rambla de San Borja.

“Somos músicos errantes, caminantes llevando nuestra cultura”, destaca Yessell Niño, tremendo artista llegado desde El Valle caraqueño. Joscarly, incluso, ya ha conquistado dos premios “pequeñitos”, uno de ellos “La voz trueno 2020″.

“Esta tienda es mía”, confirma con orgullo Leonardo, economista de 28 años. Vende zapatillas en Ciudad de Dios, un gran mercado con mucha presencia venezolana. El joven enseña con orgullo su aportación al país, una cicatriz en la pierna: “Una bomba lacrimógena durante las guarimbas (protestas) contra Maduro”.

Todavía está “inquieto” tras el triunfo de Pedro Castillo.

Emely es de Barinas y trabaja en otro puesto. Tan desconectada está, que ni siquiera conoce el fraude promovido por el chavismo en la cuna de la revolución. No cree en la vía electoral ni en ninguna otra, sólo en vivir al día enganchada a su celular.

No como Georgenys Godoy, un estudiante que lleva seis meses en Perú y que vende panchos en la Calle del Hambre, donde abundan puestos de comida rápida.

Aquí se cuentan por decenas y decenas, no importa que Lima sea una de las capitales gastronómicas del mundo. “Los peruanos nos entienden, ellos saben que la ola migratoria es por cómo está eso allá”, dice Georgenys.

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