Palestinos huyen de Rafah ante incursión de Israel
Decenas de miles de palestinos exhaustos que ya habían sido desplazados de otras partes de Gaza recogieron sus tiendas de campaña y pertenencias en Rafah, y arrastraron a sus familias hacia un nuevo éxodo.
El principal hospital ha cerrado, dejando pocas opciones para las personas que sufren de desnutrición, enfermedades y heridas.
Y debido a la escasez de combustible y otros suministros, los trabajadores humanitarios han pasado problemas para ayudar a una población desesperada luego de siete meses de guerra.
Ante la posibilidad de una invasión a gran escala, la hacinada ciudad en el extremo sur de la Franja de Gaza ha quedado envuelta por el pánico y el caos después de que Israel tomó el control de un cercano cruce fronterizo con Egipto.
Familias a las que la guerra ha obligado a mudarse en varias ocasiones se enfrentan a la incertidumbre de a dónde ir: A la ciudad de Jan Yunis que está parcialmente devastada, o hacia algún punto más al norte, o incluso hacia lo que Israel declaró como “zona humanitaria”, donde las personas ya padecen por la falta de agua y otros suministros.
Durante los últimos tres días, largos ríos de personas han abarrotado los caminos para salir de Rafah como parte de una confusa evacuación, con sus pertenencias apiladas en lo alto de autos, camionetas o carretas tiradas por burros.
Todo esto mientras se escuchan los bombardeos israelíes que levantan columnas de humo.
“La guerra nos alcanzó hasta las escuelas. No hay un lugar seguro”, dijo Nuzhat Jarjer. Su familia empacó el miércoles para salir de un albergue instalado dentro de una escuela de Naciones Unidas en Rafah, la cual abandonan a toda prisa las cientos de personas que vivieron allí durante meses.
Rafah tenía 250.000 habitantes ante de la guerra. Su población alcanzó cerca de 1,4 millones a medida que personas de toda la Franja de Gaza llegaron a la zona para resguardarse.
Prácticamente todos los espacios vacíos quedaron cubiertos con tiendas de campaña, y las familias se hacinaron en escuelas o en casas de parientes. Al igual que el resto de la población de Gaza, se han vuelto sumamente dependientes de los grupos de ayuda humanitaria para conseguir comida y otros suministros básicos.
Israel ordenó el lunes el desalojo de partes de la zona oriente de la ciudad, donde viven cerca de 100.000 personas. Posteriormente envió tanques para tomar el control y cerrar el cruce fronterizo de Rafah, que conecta con Egipto.
Aún se desconoce si Israel lanzará una invasión a gran escala sobre Rafah mientras continúan los esfuerzos internacionales por concretar un cese del fuego.
Israel ha dicho que una ofensiva contra Rafah es crucial para alcanzar su objetivo de destruir a Hamas después del ataque del 7 de octubre contra el sur de Israel en el que murieron 1.200 personas.
Estados Unidos, que se opone a una invasión a Rafah, ha dicho que Israel no ha presentado un plan creíble para la evacuación y protección de los civiles.
Israel ha matado a más de 34.800 palestinos en Gaza, según las autoridades de salud locales, y ha expulsado de sus hogares a cerca del 80 % de la población de Gaza, compuesta por 2,3 millones de palestinos.
Por el momento reina la confusión. Temiendo una ofensiva más grande, los palestinos huyeron también de otros distritos de la ciudad.
Todo copado
Se estima que decenas de miles ya han salido de la ciudad, según un funcionario de la ONU que habló bajo condición de anonimato debido a que las agencias aún intentan determinar una cifra exacta.
Los campamentos que se encontraban en distintas partes de Rafah han desaparecido y vuelto a surgir a lo largo de caminos en lugares más al norte.
Los nuevos campamentos ocupan calles, cementerios y la playa en el poblado de Deir al Balah, en el centro del territorio y unos 15 kilómetros al norte, a medida que la gente llega al lugar, dijo Ghada Alhaddad, quien trabaja para el grupo de ayuda Oxfam, durante una sesión informativa con varios trabajadores humanitarios.
Otros se han abierto paso hasta Jan Yunis, la cual quedó parcialmente destruida luego de una ofensiva israelí de varios meses.
Suze van Meegen, directora de operaciones del Consejo Noruego de Refugiados, dijo que el distrito de Rafah desde donde ella opera “parece un pueblo fantasma”.
El ejército israelí instruyó a los habitantes a que se dirijan a la “zona humanitaria” que declaró en Muwasi, un área rural cercana ubicada en la costa del Mediterráneo.
Unas 450.000 personas ya abarrotaron el lugar, según Naciones Unidas. Pocas de las nuevas instalaciones parecen estar listas, a pesar de que el ejército israelí afirmó que habría carpas, centros de atención médica y alimentos.
El lugar está cubierto en muchas partes por aguas residuales y desperdicios sólidos debido a la falta de instalaciones sanitarias, aseguran los trabajadores de asistencia humanitaria.
Falta agua limpia y la deshidratación es un enorme problema mientras las temperaturas alcanzan los 38 grados Celsius durante algunos días.
La calidad del agua “es horrendamente mala. Analizamos parte del agua y el contenido fecal es increíblemente elevado”, dijo James Smith, un doctor británico de emergencias que trabaja como voluntario en el Hospital General Europeo en Jan Yunis.
La ictericia aguda es un problema grave, y probablemente es causada por hepatitis, pero no se cuenta con la capacidad para realizar análisis, indicó.
Los recién llegados tienen problemas para encontrar carpas debido a que los grupos de asistencia han pasado dificultades para cubrir la enorme demanda.
Antes de que su familia saliera de Rafah rumbo a Muwasi, Iyad al-Masry dijo que tuvo que vender la comida que habían recibido de los grupos humanitarios para comprar una tienda de campaña por el equivalente a unos 400 dólares.
Su familia instaló su tienda de campaña en Muwasi, aplanando el terreno antes de colocar una cuna para mecer a un bebé. Al-Masri dijo que ha estado buscando agua y no puede conseguir los tres séqueles —poco menos de un dólar— que cuesta un galón de agua potable.
“Queremos comer. Estamos a la espera de la misericordia de Dios”, manifestó.
Nick Maynard, un cirujano del Centro Médico para los Palestinos que salió el lunes de Gaza, dijo que dos adolescentes que presentaban heridas no letales murieron la semana pasada debido a complicaciones derivadas de la desnutrición.
“Es un círculo vicioso de desnutrición, infección, heridas, más infección, más desnutrición”, señaló.
El número de niños en Rafah que han perdido al menos una de sus extremidades es “escalofriante”, dijo Alexandra Saieh, de Save The Children. “Estas personas simplemente no pueden recoger sus cosas y reubicarse”.
Proyectiles de tanques israelíes cayeron a unos 300 metros del hospital Kuwaití, una de las pocas instalaciones que continúa en funcionamiento, y causaron heridas a varios niños, según funcionarios del hospital.
Los cierres del cruce de Rafah y del cruce cercano de Kerem Shalom desde Israel han puesto fin al ingreso de alimentos, suministros y combustible para los camiones de ayuda humanitaria y los generadores.
Los grupos de asistencia advierten que el combustible alcanza sólo para algunos días antes de que las operaciones humanitarias y los hospitales en toda Gaza comiencen a suspender actividades.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU no ha podido acceder a su bodega de alimentos en Gaza, cerca del cruce de Rafah, informó su subdirector ejecutivo Carl Skau. Consiguió otro almacén en Deir al Balah, pero se encuentra vacío hasta que se reabran los cruces, puntualizó.
Van Meegen, del Consejo Noruego de Refugiados, dijo que si no hay más suministros, “¿cómo empezamos siquiera a priorizar la poca asistencia humanitaria que tenemos aquí cuando prácticamente todas las personas se ven obligadas a depender de ella?”.
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