La marcha comenzó con un núcleo de jóvenes de la Generación Z, nacidos entre 1997 y 2012, que han denunciado de manera contundente el creciente crimen, la corrupción y la impunidad en México. Rápidamente, la movilización fue respaldada por adultos y simpatizantes de partidos de la oposición, convirtiéndose en un clamor unánime contra la presidenta comunista Claudia Sheinbaum.
La Generación Z mexicana, inspirada por movimientos similares en países como Nepal, Serbia, Marruecos, Filipinas o Perú, ha demostrado que no solo actúa en redes sociales: sus protestas combinan activismo digital con movilización masiva en las calles. En Nepal, estas manifestaciones forzaron incluso la renuncia del primer ministro tras un veto a redes sociales, y en México los jóvenes muestran su frustración ante delitos violentos sin castigo y la falta de seguridad.
El país entero: Mérida, Chiapas, Jalisco…
Ha habido protestas en todo México: en Mérida, Yucatán, la bandera pirata ondeó en lo más alto del Monumento a la Patria, y cientos de jóvenes se reunieron en Chiapas, Jalisco, Puebla, Oaxaca y Michoacán, uniendo su voz en un mensaje de indignación nacional.
Sheinbaum se ha enfrentado a la presión de la Generación Z, el movimiento antinarco liderado por la alcaldesa Grecia Quiroz, viuda del asesinado Carlos Manzo Rodríguez, las protestas de los maestros, cercanos al anterior presidente de México Andrés Manuel López Obrador, y la presión de Estados Unidos contra los cárteles. Frente a todo esto, la juventud mexicana ha logrado poner al Gobierno en jaque, mostrando que la conexión digital, la creatividad visual y la movilización masiva son armas poderosas para exigir cambios.
La Generación Z en México se suma así a una tendencia global: jóvenes nacidos entre finales de los 90 y principios de los 2010 que se convierten en actores clave en protestas contra la corrupción, la desigualdad y el retroceso democrático. En México, el movimiento aún está en construcción, pero su impacto ya es evidente: calles tomadas, banderas piratas en lo más alto y un Gobierno cada vez más acorralado por la juventud.
