Más de 100 personas salieron de Afganistán en primer vuelo con extranjeros
Un centenar de personas, entre ellos estadounidenses, fueron evacuados el jueves desde el aeropuerto de Kabul, en el primer vuelo con extranjeros en despegar desde la capital de Afganistán luego de que las últimas tropas estadounidenses partieran del país a finales de agosto.
Este vuelo, que aterrizó en Doha, se lleva a cabo cuando los talibanes intentan afianzar su régimen, menos de un mes después de que tomaran el control de Kabul.
Se trata del primero de este tipo desde que el 30 de agosto finalizara la caótica evacuación de más de 120.000 personas.
Tras los trámites de salida en el aeropuerto, los pasajeros subieron al avión, bajo la vigilancia de guardias que vinieron de Catar.
Doha está muy implicada en esta operación, así como en la reactivación del aeropuerto de Kabul, que cerró tras la retirada de Estados Unidos.
Doha, y su aliado turco, han trabajado desde hace días para arreglar las estructuras aeroportuarias, que estaban muy dañadas.
Estados Unidos reconoció que quedan por evacuar muchos afganos potencialmente en riesgo por trabajar con el antiguo gobierno o con países occidentales.
Estados Unidos elogió el jueves la “cooperación” y “flexibilidad” de los talibanes con motivo del primer vuelo de evacuación desde su retirada de Afganistán.
“Los talibanes cooperaron para facilitar la salida de ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes legales en vuelos chárter. Es un primer paso positivo”, dijo la Casa Blanca.
Los talibanes habían asegurado que cualquier afgano o extranjero con documentos en regla podría tomar un vuelo comercial en cuanto se reanudaran.
“Esperamos que en un futuro próximo el aeropuerto esté listo para todo tipo de vuelos comerciales”, dijo el portavoz del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid.
Protestas prohibidas
A nivel político, los islamistas trabajan para consolidar su poder, a días del vigésimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, punto de partida de la invasión occidental del país que expulsó a los talibanes del poder.
Aunque los talibanes no dejan de reiterar que han cambiado y ya no son aquel régimen represivo, especialmente con las mujeres, que gobernó entre 1996 y 2001, sus primeras semanas en el poder muestran que no tolerarán ningún tipo de oposición.
Este jueves, varias protestas en favor de la libertad fueron anuladas en la capital afgana, luego de que el nuevo gobierno prohibiera este tipo de actos.
En las calle de Kabul se veían muchos más combatientes talibanes armados que los días anteriores –incluyendo las fuerzas especiales con equipos militares–, en las esquinas y en los puestos de control del tráfico en las grandes avenidas, según periodistas de la AFP.
Durante la semana, talibanes armados habían dispersado concentraciones de cientos de personas en varias ciudades del país, entre ellas Kabul, Faizabad (noreste) y Herat (este), donde murieron dos personas por disparos.
Para poner fin a las movilizaciones, el miércoles por la noche, el gobierno ordenó que cualquier manifestación tenía que estar autorizada por el ministerio de Justicia. Y que “por el momento”, ninguna lo estaba.
“Ganarse” la legitimidad
Los talibanes anunciaron su gobierno de transición formado por miembros ultraconservadores, algunos de los cuales ya gobernaban durante el régimen fundamentalista y brutal de los años 1990.
Varios de los ministros figuran en las listas de sanciones de la ONU y no hay ninguna mujer en el gabinete.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, advirtió al nuevo gobierno talibán que debe “ganarse” su legitimidad ante la comunidad internacional, tras el anuncio de este gabinete que incluye miembros buscados por Washington.
A pesar de que los talibanes habían prometido que incluirían a miembros de otros grupos en el gobierno, la realidad es que los puestos clave anunciados están en manos de líderes talibanes: el ministerio del Interior está dirigido por Sirajuddin Haqqani, jefe de la temida red Haqqani (calificada de terrorista por Estados Unidos) y el de Defensa por el mulá Yaqub, hijo del mulá Omar, fundador del movimiento.
Mohammad Hasan Akhund, que fue ministro entre 1996 y 2001, está al frente del gobierno.
Los talibanes también han reinstaurado el temido ministerio de la Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, que durante el anterior régimen velaba para que la población respetara su estricta interpretación de la ley islámica.
El miércoles, el expresidente Ashraf Ghani, cuya huida el 15 de agosto abrió las puertas de Kabul y del poder a los talibanes, pidió disculpas al pueblo afgano por no haber sabido ofrecerle un mejor futuro.
Este nuevo gobierno se enfrenta a la difícil tarea de relanzar la moribunda economía del país y lidiar con los complejos problemas de seguridad, incluida la rama local del grupo Estado Islámico, rival de los talibanes y que está detrás de sangrientos atentados.
Entretanto, en el país se iban observando otros símbolos de la impronta de los nuevos gobernantes.
En imágenes que circulaban en las redes sociales, se podía ver que el principal aeropuerto del país, antes llamado Hamid Karzai International en honor al primer presidente postalibán, había sido renombrado Kabul International. Y un día feriado el jueves en recuerdo del famoso comandante Ahmed Shá Masud, asesinado en 2001 por Al Qaida, también fue cancelado.
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