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Falleció el destacado periodista español Jesús Quintero

Ha muerto después de perder la guerra que libró toda su vida y que nunca pudo ganar, "la de la vejez y la decrepitud", publicó El Mundo.
Por: El Mundo
lunes, 03 octubre 2022
Cortesía | Se hizo famoso por sus silencios emotivos

Y al final fue el silencio. Jesús Quintero lo manejó como nadie, lo moldeó a su antojo y creó un lenguaje propio para un mundo particular.

El mundo del Loco de la Colina, el genio que inventó el silencio y que dejó ayer huérfanos a todos los personajes a los que él dio vida en programas tan icónicos como Cuerda de presos, Ratones coloraos o el que le bautizó para siempre, El Loco de la Colina.

Quintero calló hace unas horas para siempre y el silencio de su muerte, a los 82 años de edad, deja un eco atronador.

Ha muerto después de perder la guerra que libró toda su vida y que nunca pudo ganar, “la de la vejez y la decrepitud”, publicó El Mundo.

Coqueto y con un extremado afán de protagonismo, gustaba de ser siempre el centro alrededor del cual girasen todos y todo y la huella que el tiempo le iba dejando era una herida que siempre estaba abierta. Sus pañuelos y su llamativa forma de vestir, cuentan quienes le conocían, eran su escudo.

Enfermo desde hace varios años, con problemas cardiacos y respiratorios, su última batalla contra el tiempo la ha perdido en una residencia, la de los Remedios de Ubrique, donde ingresó hace poco menos de un mes por decisión de su familia y con la esperanza, se ha visto que vana, de que pudiese remontar y, si no ganar, al menos pactar una tregua que prolongase algo más su existencia.

Sus hijas, sus dos exparejas y su actual esposa acordaron con él el traslado y hace solo unas semanas mantenían viva la esperanza.

“Confiamos en que se recupere”, aseguraba a El Mundo María, a la que ha dejado viuda y que lo ha sido casi todo en los últimos años, pero sobre todo su admiradora más ferviente, su apoyo en los proyectos que todavía le rondaban y la gran guardiana de su legado.

El silencio fue para Quintero más que una herramienta o un hallazgo periodístico. Era un refugio y en él encontró en sus últimos años la paz cuando los focos no le buscaban y el mundo al que deslumbró con su maestría de entrevistador le había dado la espalda.

Solo interesaba ya la noticia de su propia ruina, la crónica de su ocaso profesional y, sobre todo, personal.

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