Mundo

España se convierte en cuna de cultivo de cannabis

Muchos apartamentos que estaban desocupados ahora son utilizados con fines criminales.
Por: AFP
sábado, 17 octubre 2020
AFP | Las redadas están en aumento

Todavía es noche negra cuando los policías irrumpen en un chalé de una urbanización residencial cerca de Barcelona. Escondidas en su sótano, bajo una intensa luz amarilla, crecen cientos de plantas de cannabis cuyo cultivo ilegal se multiplica en España.

Puerta de entrada desde hace décadas del hachís marroquí a Europa, España está convirtiéndose en país productor de cannabis que atrae a organizaciones criminales de todo el continente.

Entre 2014 y 2018, las incautaciones de plantas de marihuana se cuadriplicaron, según los datos del ministerio de Interior.

Del total de requisas de la Unión Europea, un tercio fueron en España, según el informe europeo de drogas de 2019.

La región con más incautaciones es Cataluña, en el noreste del país y fronteriza con Francia.

“Cataluña se ha convertido en el huerto de Europa”, asegura a la AFP Ramón Chacón, subjefe de investigación criminal de los Mossos d’Esquadra, la policía regional.

El fenómeno comenzó hace una década, cuando las organizaciones dedicadas a la distribución del hachís marroquí en la costa mediterránea española, dotadas ya de buena infraestructura y contactos, “se han dado cuenta que ganan más dinero con la marihuana”.

Con unos 25 millones de consumidores, el cannabis es la droga más popular de Europa y su negocio movió en 2019 unos 11.600 millones de euros (unos 13.600 millones de dólares), según las estimaciones de Europol.

Una selva de marihuana

La primera semana de octubre se anunciaron tres operaciones en Cataluña, una de ellas en dos domicilios de San Esteban Sasroviras, un pueblo a 25 kilómetros de Barcelona, con 1.500 plantas incautadas y cuatro personas detenidas.

Antes del golpe, los agentes, con armas de asalto y chalecos antibalas, aguardan en tenso silencio mientras el convoy avanza hacia una urbanización de casas unifamiliares, aisladas y alejadas del ajetreo urbano.

Deshabitadas en muchos casos tras la crisis financiera de 2008, son ahora alquiladas u ocupadas por las mafias para instalar plantaciones interiores que, bien administradas, pueden cuadruplicar el rendimiento de una exterior.

La operación transcurre sin problemas: los “jardineros” albaneses encargados de cuidar las plantas se entregan sin ofrecer resistencia.

En el enorme sótano, iluminadas por potentes focos amarillos, crecen apiñadas cientos de plantas de un metro de altura.

Pese a los ventiladores instalados para airear el espacio, el ambiente es espeso por la humedad selvática y el penetrante aroma del cannabis.

Según el jefe del operativo, que quiere permanecer en el anonimato, con cuatro cosechas anuales el clan podía obtener entre 200.000 y 400.000 euros (235.000-470.000 dólares) en el mercado europeo.

El gramo comprado por 5 euros (5,9 dólares) en España, cuesta el triple de media en Europa, o seis veces más en algunos países nórdicos. Unos beneficios jugosos que atraen al crimen organizado de los países importadores.

Violencia por el cannabis

Según Jan Op Gen Oorth, portavoz de Europol, “España se está convirtiendo en lugar de implantación para grupos organizados extranjeros y multinacionales que crean grandes instalaciones de producción para satisfacer la demanda en sus países”.

Grupos ingleses, suecos, serbios, polacos o franceses, entre otros, acuden atraídos por estos bajos costes y por la peculiar regulación española, con “una serie de grises” de los que se aprovecha el crimen organizado, asegura Chacón.

Si bien el comercio y el consumo público del cannabis está penalizado, la producción para el consumo propio está permitida, así como la venta de semillas y otros materiales.

Esto llevó a la creación de clubes cannábicos, agrupaciones alegales de consumidores que producen y distribuyen el cannabis para el autoconsumo de sus socios.

Cataluña aprobó su legalización, pero está pendiente de un recurso judicial.

Esto provoca cierta banalización del cannabis que permite al narcotráfico “penetrar como tentáculos por todas las capas de la sociedad”, incluso corrompiendo a policías y políticos, dice Chacón.

Pero detrás de esta popular hierba, aparecen fenómenos más turbios: violencia entre clanes, compra ilegal de armas o trata de seres humanos, con inmigrantes esclavizados en algunos cultivos.

“Parece haber una diversificación en el mercado de cannabis en la Unión Europea, con una competencia que lleva a un mayor nivel de violencia entre grupos”, asegura el portavoz de Europol.

En Cataluña, una zona con bajos índices de violencia, se han registrado tres homicidios relacionados con el cannabis en el último mes.

“Empieza a ser habitual que tengamos homicidios relacionados con la marihuana”, indica Ramón Chacón, quien teme que la violencia aumente en el futuro.

De momento, “todo el mundo gana mucho dinero sin mucha competencia entre clanes”, pero llegará el momento en que “empezará a haber tensiones y una lucha más complicada por el territorio”, advierte.

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