Cientos aún exponen la vida en el Darién con destino a EEUU
En la antesala de la peligrosa jungla del Darién se respira optimismo. Unos ochocientos migrantes, en su mayoría venezolanos, aplauden antes de iniciar el trayecto en lo que será uno de los pocos momentos de júbilo que tendrán en su viaje por la selva que conecta a Colombia con Panamá.
Andrés Rodríguez recuerda que su viaje inició 11 días atrás en Lima, adonde primero migró desde su natal Apure, en Venezuela.
“Este viaje es por el futuro de mis hijos y por la familia también”, comentó el venezolano a The Associated Press, que acompañó el fin de semana a los migrantes en los primeros kilómetros del camino del Darién en el lado colombiano.
La esperanza es más fuerte que el miedo que sienten de saber que es posible que luego de arriesgar su vida en la selva y llegar a Panamá, podría fracasar su intento de cumplir el llamado “sueño americano”.
Pocas horas antes, Estados Unidos anunció un permiso condicionado humanitario para 24.000 migrantes venezolanos que sean respaldados en ese país por un patrocinador financiero e ingresen por vía aérea.
Los que no cumplan e intenten la frontera terrestre, podrían ser devueltos a México en virtud de la ley de salud pública conocida como Título 42, bajo el cual no tienen derecho a solicitar asilo, y que fue implementada con el argumento de evitar la propagación del covid-19.
El sol apenas se asoma en Acandí, un pueblo del lado colombiano que conecta con la selva, y los migrantes están listos: llevan carpas, varios litros de agua, linternas, botas de goma, comida en conserva y algunos coches o cargaderas para sus hijos. Son decenas de niños, algunos de apenas meses de nacidos.
Rápidamente, la selva se torna densa y húmeda. El terreno es cada vez más fangoso a medida que los caminantes avanzan. Luego de horas de marcha, una niña pierde el equilibrio cuando cruza en el lodo y se cae. Su padre la sostiene y le pide levantarse rápido, mientras ella llora. Perder el ritmo de la caminata es un miedo constante, porque quedarse atrás podría significar perderse y pasar más noches en la selva en medio de animales salvajes o grupos al margen de la ley.
Al tomar un descanso al lado de un río, Rodríguez conserva fuerza, aunque se ve cansando. “Lo primordial es que Dios nos dé salud, fuerza y llegar a Panamá”, asegura.
El Darién se ha convertido en la ruta clandestina de migrantes que buscan llegar al norte del continente en la última década. En el 2021 se contaron por decenas de miles los migrantes haitianos que cruzaban la selva, sin embargo, ahora la nacionalidad cambió y son los venezolanos los que se arriesgan en más cantidad. Hasta septiembre de 2022, más de 151.000 personas han cruzado la jungla y la mayoría —107,600— son venezolanos, superando el flujo del año anterior con un total de 133.700 migrantes, según las cifras oficiales de Panamá.
Varios migrantes venezolanos con los que habló la AP en el lado colombiano del Darién relataron que provenían de países como Ecuador, Perú, Chile, Colombia y Venezuela. El éxodo venezolano, que inició en 2015 por la crisis social y económica en su país, ya suma 7,1 millones de migrantes por todo el mundo y la mayoría de ellos se refugian en países de América Latina y el Caribe.
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