Carlos III tiene en Escocia su segunda coronación
Apenas dos meses después de su coronación con toda la pompa y circunstancia tan características de la monarquía británica en la Abadía de Westminster, ante más de 2.000 invitados, incluidos decenas de jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, Carlos III fue coronado de nuevo este miércoles, en este caso en Escocia.
Junto a Carlos y Camila, han viajado hasta la capital escocesa los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina.
En realidad, el acto está concebido como un servicio nacional de acción de gracias y dedicación en la Catedral de San Gil, en Edimburgo.
Pero en la ceremonia le serán presentados al monarca británico los llamados Honores de Escocia, incluida la corona real, una joya confeccionada en el siglo XVI para Jacobo V que sigue presidiendo cada legislatura la apertura del Parlamento escocés.
Esta segunda coronación para el rey Carlos es, en definitiva, un rito más de los muchos con los que viene cumpliendo desde que fue proclamado monarca del Reino Unido en septiembre, a la muerte de su madre, Isabel II. También ella recibió los Honores de Escocia en 1953, apenas tres semanas después de su histórica investidura en Londres.
Acto
Los tres símbolos del poder —la corona, el cetro y la espada— han sido presentados por separado a Carlos III, al que se juraba lealtad y se reclamaba que obedeciera y defendiera las leyes escocesas. “Con la ayuda de Dios, lo prometo”, repetía el monarca en cada ocasión.
Poco antes, el ministro principal de Escocia, Humza Yousaf, musulmán de ascendencia paquistaní y líder del independentista SNP, leía un salmo del Viejo Testamento. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos”.
Yousaf acaba de retomar los planes de su antecesora, Nicola Sturgeon, para impulsar la consulta de secesión de Escocia del resto del Reino Unido.
Pero el partido, sometido a una investigación por sus presuntos manejos financieros irregulares, vive días de incertidumbre y debilidad.
La causa de la independencia escocesa pasa por un necesario tiempo muerto. Y, curiosamente, en los planes de separación del SNP siempre se ha incluido la idea de que Escocia siga formando parte de la monarquía británica, y de que Isabel II (entonces) o Carlos III (ahora) continuaran siendo sus jefes de Estado.
Representantes del islamismo, el hinduismo, el judaísmo y el budismo han participado también en el servicio religioso de acción de gracias celebrado en la catedral.
Los presentes en la ceremonia en St. Giles han cantado juntos el God Save the King una vez que se ha presentado ante los monarcas la llamada Piedra del Destino, la roca de 150 kilos donde los reyes escoceses eran coronados.
El símbolo de la soberanía escocesa. La misma piedra que permaneció en la abadía de Westminster, y que un grupo de estudiantes escoceses partió en dos al intentar robarla en 1950. La misma que regresó a Londres el pasado 6 de mayo y fue colocada de nuevo bajo el trono de Eduardo el Confesor para la coronación de Carlos III.
Veintiún salvas de cañón disparadas desde el patio de armas del castillo, y el sonido de las gaitas, han despedido a Carlos de Inglaterra y a Camila en su viaje hasta el palacio de Holyrood.
Atrás quedaban los gritos de protesta en las calles, confundidos entre la música, el bullicio callejero y una cierta indiferencia civilizada.
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