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¡Carlo Acutis ya es beato! (+video)

El joven utilizaba todos los medios electrónicos para llevar el mensaje de Dios.
sábado, 10 octubre 2020
Cortesía ACI Prensa | Solo tenía 15 años de edad cuando murió

Carlo Acutis ya es beato. El joven italiano fallecido en 2006 de leucemia cuando tenía 15 años y conocido como el “ciberapóstol de la Eucaristía”, ha sido proclamado beato por el Cardenal Agostino Vallini, Legado Pontificio para las basílicas de San Francisco y Santa María de los Ángeles.

Luego de una ceremonia celebrada en la Basílica de San Francisco de Asís este sábado.

Al dar comienzo el rito de beatificación, el Cardenal Vallini leyó la Carta Apostólica con la fórmula de beatificación:

“Nosotros, acogiendo el deseo de nuestro hermano Domenico Sorrentino, Arzobispo-Obispo de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino, de muchos otros hermanos en el episcopado y de muchos fieles, después de haber obtenido la autorización de la Congregación para las Causas de los Santos, con nuestra autoridad apostólica concedemos que el Venerable Siervo de Dios, Carlo Acutis, laico, que, con el entusiasmo de la juventud cultivó la amistad con el Señor Jesús poniendo la Eucaristía y el testimonio de la caridad en el centro de su vida, desde ahora en adelante sea llamado Beato y que cada año se celebre en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, el 12 de octubre, día de su nacimiento al cielo. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén”.

A continuación, los padres de Carlo acompañaron la procesión en la que el corazón del nuevo Beato fue llevado en un relicario hasta el altar, donde fue adornado con velas y flores.

Mientras se procedía a la veneración, el coro y la asamblea entonaron un hermoso himno dedicado al Beato Carlo Acutis:

“La Iglesia de Cristo saluda festejando a su joven hijo. ¡Oh, Carlo beato! El Corazón de Cristo busca con celo dentro de la Iglesia. ¡Oh, Carlo beato!”.

Tras unos instantes de intensa veneración de la reliquia, el Cardenal procedió con la ceremonia. En su homilía, el Cardenal Vallini destacó que los rasgos distintivos de la fe del Beato Carlo Acutis son la “oración y misión”.

Un joven normal

Destacó que Carlo Acutis “era un joven normal, sencillo, espontáneo, simpático, amaba la naturaleza y los animales, jugaba fútbol, tenía muchos amigos de su edad, se sintió atraído por los medios modernos de comunicación social, apasionado por la informática y autodidacta construyó programas para transmitir el Evangelio, comunicar valores y belleza. Tenía el don de atraer y fue percibido como un ejemplo”.

Desde pequeño, “sintió la necesidad de la fe y tenía su mirada dirigida hacia Jesús. El amor a la Eucaristía fundó y mantuvo viva su relación con Dios. A menudo decía ‘La Eucaristía es mi autopista al cielo’”.

Explicó que “participaba cada día en la Santa Misa y permanecía durante mucho tiempo en adoración ante el Santísimo Sacramento. Carlo decía: ‘Se va directo al cielo si te acercas todos los días a la Eucaristía’”.

Con este espíritu Carlo “vivió la enfermedad que enfrentó con serenidad y lo condujo a la muerte. Carlo se abandonó entre los brazos de la Providencia y bajo la mirada materna de María repetía: ‘Quiero ofrecer todos mis sufrimientos al Señor por el Papa y la Iglesia. No quiero ir al purgatorio, quiero ir directo al Cielo’”.

Carlo Acutis tenía una vocación catequética desde pequeño. Para anunciar el Evangelio “utilizó todos los medios, incluidos los modernos medios de comunicación social, que sabía utilizar muy bien, en particular Internet, que consideró un regalo de Dios y una herramienta importante para encontrar a las personas y difundir los valores cristianos”.

Así fue la homilía 

“Quien permanece en mí y yo en él, da mucho fruto, porque sin mí no pueden hacer nada”.

Con estas palabras que hemos escuchado del Evangelio de Juan, Jesús, en la última cena se dirige a sus discípulos y los exhorta a permanecer unidos a Él como las ramas a la vid.

La imagen de la vid y las ramas y es muy elocuente para expresar cuánto es necesario para el cristiano vivir en comunión con Dios. Su fuerza reside precisamente aquí: tener una relación personal con Jesús, íntima, profunda y hacer de la Eucaristía el momento más alto de su relación con Dios.

Queridos hermanos y hermanas, hoy nos sentimos especialmente admirados y atraídos por la vida y el testimonio de Carlo Acutis, a quien la Iglesia reconoce como modelo y ejemplo de vida cristiana, proponiéndolo sobre todo a los jóvenes. Es natural preguntarse: ¿qué tenía de especial este joven de 15 años?

Recorriendo su biografía, encontramos algunos puntos fijos que ya lo caracterizan humanamente.

Se sintió atraído por los medios modernos de comunicación social, apasionado por la informática y autodidacta construyó programas, como ha dicho el Papa Francisco “para transmitir el Evangelio, comunicar valores y belleza”. Tenía el don de atraer y fue percibido como un ejemplo.

Jesús era para él Amigo, Maestro, Salvador, era la fuerza de su vida y el objetivo de todo lo que hacía. Estaba convencido que para amar a las personas y hacer su bien, es necesario sacar energía del Señor.

Su ardiente deseo era también el de atraer al mayor número de personas a Jesús, haciéndose anunciador del Evangelio sobre todo con el ejemplo de vida. Fue precisamente el testimonio de su fe lo que le llevó a emprender con éxito una obra de asidua evangelización en los ambientes que frecuentaba, tocando el corazón de las personas que encontraba y despertando en ellas el deseo de cambiar de vida y acercarse a Dios.

Y lo hacía con espontaneidad, mostrando con su modo de ser y de comportarse el amor y la bondad del Señor. De hecho, era extraordinaria su capacidad de testimoniar los valores en los que creía, incluso a costa de enfrentarse a malentendidos, obstáculos y, a veces, a pesar de que se rieran de él.

Para comunicar esta necesidad espiritual utilizó todos los medios, incluidos los modernos medios de comunicación social, que sabía utilizar muy bien, en particular Internet, que consideró un regalo de Dios y una herramienta importante para encontrar a las personas y difundir los valores cristianos.

Su modo de pensar le hizo decir que la red no es solo un medio de evasión, sino un espacio de diálogo, conocimiento, intercambio, de respeto recíproco, para ser usado con responsabilidad, sin convertirse en esclavos de ella y rechazando el bullismo digital, en el limitado mundo virtual que es necesario saber distinguir el bien del mal.

En esta perspectiva positiva, animó a utilizar los medios de comunicación como medios al servicio del Evangelio, para alcanzar el mayor número posible de personas y hacerles conocer la belleza de la amistad con el Señor.

Para ello se comprometió a organizar la exposición de los principales milagros eucarísticos ocurridos en el mundo, que también utilizó al impartir el catecismo a los niños.

Carlo se abandonó entre los brazos de la Providencia y bajo la mirada materna de María repetía: “Quiero ofrecer todos mis sufrimientos al Señor por el Papa y la Iglesia. No quiero ir al purgatorio, quiero ir directo al Cielo”.

Hablaba así, recordemos, un joven de 15 años, revelando una sorprendente madurez cristiana, que nos estimula y nos anima a tomarnos en serio la vida de fe.

Carlo despertaba además una gran admiración por el ardor con el que, en las conversaciones, defendió la santidad de la familia y la sacralidad de la vida contra el aborto y la eutanasia.

El nuevo Beato representa un modelo de fuerza, ajeno a cualquier compromiso, consciente de que para permanecer en el amor de Jesús es necesario vivir concretamente el Evangelio, incluso a costa de ir contracorriente.

Realmente hizo suyas las palabras de Jesús: “Este es mi mandamiento que se amen los unos a los otros como yo los he amado”. Esta certeza en su vida lo llevó a tener una gran caridad con el prójimo. Sobretodo hacia los pobres, los ancianos, las personas solas y abandonadas, sin techo, los discapacitados y las personas marginadas. Carlo fue siempre acogedor con los necesitados y cuando iba a la escuela los encontraba en la calle y se detenía a hablar, escuchaba sus problemas y, en la medida de lo posible, los ayudaba.

Carlo nunca se centró en sí mismo, sino que fue capaz de comprender las necesidades y los requerimientos de las personas, en quienes veía el rostro de Cristo. En este sentido, por ejemplo, no dejó de ayudar a sus compañeros de clase, en particular los que estaban en problemas.

Una vida luminosa, por tanto, totalmente entregada a los demás, como el Pan Eucarístico.

Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia hoy se regocija. Porque en este joven beato se cumplen hoy las palabras del Señor: “Yo he elegido a ustedes y los he constituido para que vayan y lleven mucho fruto”. Y Carlo fue y llevó el fruto de la santidad, mostrándola como meta al alcance de todos y no como algo abstracto y reservado para unos pocos.

Su vida es un modelo particularmente para los jóvenes, para no encontrar justificaciones no solo en los éxitos efímeros, sino en los valores perennes que Jesús sugiere en el Evangelio, es decir, para poner a Dios en primer lugar en las grandes y pequeñas circunstancias de la vida, y para servir a los hermanos especialmente los últimos.

Beato Carlo Acutis, ruega por nosotros.

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