Burkina Faso amanece con una junta militar al mando
La población en Burkina Faso se despertó el martes con una nueva junta militar al mando después de que soldados amotinados derrocaran al presidente, Roch Marc Christian Kabore, elegido de forma democrática, y tomaran el control del país.
Los días de disparos e incertidumbre en la capital, Uagadugú, terminaron el lunes por la noche cuando más de una docena de soldados declararon en medios estatales que el país estaba bajo el mando de su nueva organización, el Movimiento Patriótico para la Salvaguarda y la Restauración.
“Los sucesos de hoy marcan una nueva era para Burkina Faso. Son una oportunidad para que todas las personas de Burkina Faso sanen sus heridas, reconstruyan su cohesión y celebren lo que siempre nos ha hecho lo que somos: la integridad”, dijo el capitán Sisdore Kaber Ouedraogo.
Muchos vecinos de la capital parecían satisfechos con el golpe y se anunciaron celebraciones para el martes, aunque líderes africanos regionales y organismos internacionales condenaron la toma militar.
La junta cerró las fronteras, impuso un toque de queda, suspendió la constitución y disolvió el gobierno y el parlamento, señalando que devolvería a Burkina Faso al orden constitucional, sin especificar cuándo. Los soldados dijeron que el presidente depuesto estaba a salvo, aunque no dijeron dónde estaba retenido. Una carta de renuncia firmada por Kabore indicaba que abandonaba el cargo en interés del país.
El golpe siguió a meses de creciente frustración por la incapacidad del gobierno de Kabore de frenar una insurgencia yihadista que ha golpeado el país, dejado miles de muertos y desplazado a 1,5 millones de personas. Sin embargo, no está claro qué podría cambiar con la nueva junta, ya que el Ejército, que está mal equipado, ha tenido problemas para combatir a los yihadistas vinculados con Al Qaeda y el grupo Estado Islámico.
“Es improbable que un simple cambio de liderazgo cambie la tendencia”, dijo Constantin Gouvy, investigador de Burkina Faso que trabaja para el Instituto Clingendael en Holanda. “Lo que sabemos es que algunas de las demandas de los amotinados incluyen mejor material y refuerzos, mejor instrucción y mejor gestión de los heridos y las familias de soldados caídos. Básicamente piden una jerarquía mejor que escuche sus preocupaciones”.
Aunque no se sabe mucho sobre los nuevos líderes, parecen jóvenes y procedentes del rango intermedio de oficiales. El teniente coronel Paul Henri Sandaogo Damiba, que parecía su nuevo líder, estaba al principio de la cuarentena, era un autor con libros publicados y había sido ascendido poco antes por Kabore.
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