Así vivían los rehenes en Gaza durante su cautiverio
A oscuras. Obligados a permanecer en silencio. Alimentados con raciones escasas. Estos y otros datos aún más escalofriantes empiezan a mostrar cómo sobrevivieron los rehenes secuestrados por Hamas.
Alrededor de 240 personas, desde bebés a octogenarios, fueron tomadas como rehenes durante el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre.
Decenas han sido liberadas, pero muchas más siguen desaparecidas, presuntamente en manos de la organización militante palestina y otros grupos de Gaza, mientras los bandos enfrentados reanudan la batalla.
Ni la Cruz Roja ni a otros grupos humanitarios tienen permitido visitar a los rehenes.
Por ello, los familiares y el resto del mundo tienen que esperar a los testimonios de los que han sido liberados para saber qué les puede estar ocurriendo a sus seres queridos que siguen retenidos en Gaza: Si se les ha visto, si están vivos o muertos.
Los detalles que figuran a continuación se han recopilado a partir de comentarios de rehenes liberados a sus familias, a sus cuidadores y, en ocasiones, a periodistas.
Según los términos del acuerdo entre Israel y Hamas, la mayoría de los liberados son mujeres, niños y trabajadores extranjeros.
Hasta este viernes, solo se había liberado a un hombre israelí adulto, que también tenía ciudadanía rusa, y a ningún miembro del ejército israelí. Se cree que los rehenes están repartidos por distintos lugares y en manos de diferentes grupos.
Ya parece que no todos los rehenes fueron tratados de la misma manera; la historia de cada nueva persona recuperada contribuirá a la comprensión de sus condiciones.
A oscuras en medio de un “bombardeo incesante”
A Adina Moshe la sacaron de su habitación de seguridad en Israel, la llevaron a Gaza y la obligaron a entrar en túneles subterráneos de cinco pisos, según relató su sobrino Eyal Nouri.
“La llevaron al interior de los túneles… caminaba descalza por el lodo de los túneles”, relató a CNN sobre las primeras horas de su cautiverio. “Era muy difícil respirar. Caminaron [durante] horas por los túneles”, añadió.
Moshe dijo que su tía estaba retenida en una habitación subterránea donde las luces se encendían solo dos horas al día. La oscuridad era literal y también figurada, dijo Nouri. Privados de toda información, sus otros sentidos y su imaginación se agudizaron.
“No sabían nada de lo que pasaba arriba”, explica Nouri. “Solo oían los bombardeos ininterrumpidos hasta el día antes de su liberación. De repente, se hizo un silencio asombroso y supieron que algo iba a ocurrir, pero no sabían qué”.
La red de túneles bajo el enclave edificado de Gaza descrita por Adina Moshe coincidía con el testimonio de Yocheved Lifshitz, una abuela de 85 años liberada a principios del conflicto, al margen de los términos de la tregua.
Durante semanas, Thomas Hand dio por hecho que su hija también estaba bajo tierra. “Es más que probable que esté en un túnel en algún lugar bajo Gaza”, dijo Hand a CNN, después de enterarse de que se creía que Emily, declarada muerta en su día, era una rehén.
“El 17 de noviembre es su cumpleaños. Cumplirá 9 años”, dijo. “Ni siquiera sabrá qué día es. No sabrá que es su cumpleaños. No habrá tarta de cumpleaños. Ni fiesta, ni amigos. Se quedará petrificada en un túnel bajo Gaza. Ese es su cumpleaños”.
Hand se sorprendió tras su liberación cuando Emily le contó que ella, su amiga Hila Rotem-Shoshani y la madre de Hila, Raaya Rotem, estaban encarceladas en la superficie, en una serie de casas.
Eso conllevaba sus propios peligros. A medida que las fuerzas israelíes atacaban Gaza, adentrándose cada vez más en el territorio palestino, Rotem y las niñas se veían obligadas a correr de un edificio a otro.
“Es aterrador. Que te tiren, te arrastren, te empujen… probablemente bajo los disparos”, dijo Hand. Se calcula que entre 40% y 50% de los edificios del norte de Gaza han resultado dañados, según investigadores independientes, y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas afirmó el miércoles que se cree que hasta 1,8 millones de personas en Gaza, o casi 80 % de la población, se encuentran desplazadas internamente.
Hand tenía razón cuando dijo que Emily había perdido la noción del tiempo. Liberada en el 50° día de cautiverio dentro de lo que ella llamaba “la caja”, la niña dijo a su padre que pensaba que llevaba un año fuera.
Obligada a soportar en silencio
“Lo más impactante y perturbador de encontrarla fue que solo susurraba, no se le oía. Tuve que poner la oreja en sus labios”, dijo Hand sobre Emily. “La habían condicionado a no hacer ruido”.
Tanto Emily como Hila solo se atrevían a susurrar, incluso una vez de vuelta con sus familias. Tres días después, Hand dijo que podía oír a Emily desde un metro de distancia cuando hablaba, pero cuando lloraba se enterraba bajo la ropa de cama y estaba casi en silencio.
Había aprendido el árabe para decir “¡silencio!”, dijo Hand. A los niños rehenes solo se les permitía dibujar o jugar a las cartas sin hacer ruido.
A Eitan Yahalomi, de 12 años, también le ordenaron guardar silencio, incluso mientras le hacían “ver películas que nadie querría ver” de los atentados del 7 de octubre, según declaró su tía Deborah Cohen a Bfmtv, afiliada de CNN.
Omer Lubaton Granot, fundador de los Foros de Rehenes y Familiares Desaparecidos, declaró que a Eitan le apuntaron a la cabeza con una pistola para amenazarle si lloraba.
“Lo que escuchamos de los relatos de los niños, la cruda realidad del cautiverio, es increíble”, dijo Granot.
“Las hermanas de otros niños les contaron que Hamas les dijo a los niños que toda su familia ha muerto, que nadie los quiere de vuelta, que no tienen un hogar al que ir. Intentaron asustar a los niños”, añadió.
Alimentados con raciones de supervivencia
Los cautivos comían lo mismo que los guardias, según Lifshitz, que fue liberada junto con su vecino el 24 de octubre.
La abuela Ruth Munder declaró al Canal 13 de Israel que las condiciones empeoraron a medida que se prolongaba el cautiverio y se estrechaba el cerco israelí sobre Gaza.
Funcionarios de la ONU han advertido de “brotes masivos de enfermedades infecciosas y hambre” en el enclave debido al estricto bloqueo de Israel a todas las importaciones, aparte de una pequeña cantidad de ayuda humanitaria.
Al principio, un guardia trajo pollo, arroz, conservas y queso para los rehenes. “Cuando nos levantábamos tomábamos té y por la tarde otra vez té y dulces para los niños”, dijo Munder, “hasta que la situación económica empezó a ser mala y la gente pasó hambre”.
Adina Moshe dijo en su habitación del túnel: “Solo les daban de comer arroz y algunos frijoles de lata, que intentaban evitar comer para no tener dolor de estómago”, informó su sobrino.
Emily Hand contó a su padre que siempre desayunaban y a veces almorzaban o cenaban.
Dijo que tenía tanta hambre que aprendió a agarrarle el gusto al pan normal con aceite de oliva. Desde que la liberaron quiere comer “como un caballo”, dijo su padre, pero por ahora están restringiendo la ingesta mientras se recupera su estómago encogido.
La historia es similar para otros excautivos, cuya pérdida de peso y piel pálida sorprendió a los familiares que les dieron la bienvenida a casa.
El excautivo tailandés Uthai Saengnuan dijo que su preocupación eran sus compatriotas aún en cautividad.
Heridas físicas y mentales
Eitan, el niño de 12 años, fue golpeado cuando llegó a Gaza, dijo también su tía. “Tal vez fui ingenua, pero pensé que lo tratarían bien. Pero no, son unos monstruos”, dijo refiriéndose a sus captores de Hamas.
Emily Hand afirmó que no la golpearon y su padre dijo que creía que las voces duras bastaban para obligarla a hacer lo que querían.
Cuando su amiga Hila habla de su cautiverio, es como si estuviera describiendo una escena de una película que vio, no algo por lo que pasó ella misma, dijo su tío Yair Rotem a CNN.
“Ahora está un poco distante, es un poco fría”, dijo. “Habla de las cosas que pasaron como si fueran en tercera persona, como si le hubieran pasado a otra persona. Dirá que vio cosas horribles, pero lo dice con cara seria”.
El padre de un rehén tailandés que habló con su hijo tras ser liberado dijo que parecía gozar de buena salud y buen humor. “Sufrió picaduras de insectos durante su cautiverio”, dijo a CNN Chumpron Jirachart, padre de Manee Jirachart.
Thomas Hand dijo que Emily también sufrió picaduras de insectos. “Tiene la cabeza llena de piojos, absolutamente llena de piojos. Nunca había visto tantos en mi vida”.
Dijo que él y su hija mayor trabajaron en tándem con peines. “Una sola pasada y la cosa estaba llena, llena de pequeñas criaturas negras”.
Elma Avraham, de 84 años, estaba gravemente enferma cuando regresó de Gaza, y primero necesitó un respirador artificial mientras luchaba por sobrevivir en el hospital.
El Dr. Hagai Levine, jefe del equipo médico de los Foros de Rehenes y Familiares Desaparecidos, dijo que su cuerpo contaba su propia historia desgarradora.
“Se puede ver en su cuerpo que fue arrastrada de un lugar a otro, que fue esposada”, dijo. “Tiene heridas químicas por no atender sus necesidades básicas”.
Primeros pasos hacia la recuperación
La rehabilitación llevará tiempo. Según los expertos, los excautivos pueden sufrir diversos efectos psicológicos, como ansiedad, depresión, desorientación, duelo, estrés postraumático y culpa del superviviente.
Muchos rehenes perdieron sus hogares en los atentados del 7 de octubre; a medida que regresan, algunos descubren también cuántos de sus amigos y familiares fueron asesinados.
Pero la Dra. Efrat Bron-Harlev, CEO del Centro Médico Infantil Schneider de Israel, donde algunos de los rehenes han sido tratados tras ser liberados, dijo que lo que el personal había visto hasta ahora les daba optimismo.
“Hemos escuchado de muchos de los niños y mujeres relatos inimaginables, algunos de ellos realmente irreales. Hemos escuchado historias que, como médicos y cuidadores, nos cuesta creer que puedan ser reales”, dijo Bron-Harlev.
Pero sus pacientes se mostraron fuertes y decididos.
“En los últimos cinco días, hemos conocido a niños que al principio estaban retraídos y perdidos, y al cabo de un día o dos, ya correteaban por la sala, jugando y riendo”.
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