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Argentina: Muere Nora Cortiñas, emblemática madre de Plaza de Mayo

"La madre de todos", como solían llamarla, empezó buscando a su hijo desaparecido por la última dictadura (1976-1983).
viernes, 31 mayo 2024
Cortesía | Fue operada por una hernia que se sumó a otras patologías que agravaron el cuadro

Nora Cortiñas, cofundadora de la organización Madres de Plaza de Mayo y una de las luchadoras sociales más importantes de América Latina, falleció este jueves a los 94 años de edad, informó su familia en un comunicado.

“Norita había sido intervenida quirúrgicamente el pasado 17 de mayo en el Hospital de Morón por una hernia que se sumó a otras patologías que agravaron el cuadro”, explicaron sus deudos, que también recalcaron que “estuvo acompañada y sostenida por su familia hasta el último momento”.

Se la recordó como una “referente destacada por su lucha incansable en defensa de la vida y los derechos humanos”, que “se unió a las Madres de Plaza de Mayo a raíz del secuestro de su hijo”, acaecido en 1977.

“Su especial sensibilidad y su ideario indiscutido en defensa de las y los que menos tienen, hizo que se ganara el cariño y el respeto incondicional de los pueblos”, apunta el escrito.

Del mismo modo, se aseguró que la luchadora social estaba “profundamente preocupada en estos tiempos por la grave situación que atraviesa” Argentina “y dispuesta siempre a estar presente allí donde hubiera una injusticia, […] luchó hasta el último momento por la construcción de una sociedad más justa”.

Vida de lucha

“La madre de todos”, como solían llamarla, empezó buscando a su hijo desaparecido por la última dictadura (1976-1983), pero con el pasar de las décadas se sumó a cuanta causa justa se cruzó en su camino.

Así anduvo en las manifestaciones feministas y ambientalistas y por los derechos de las minorías sexuales; en las protestas contra los abusos policiales; y, por supuesto, en las históricas movilizaciones en las que cada año una multitud recuerda a las 30.000 personas desaparecidas por los represores.

Ya enferma y en silla de ruedas, Norita, como solían identificarla conocidos y desconocidos, volvió a encabezar el pasado 24 de marzo la marcha en la Plaza de Mayo para conmemorar el 48 aniversario del golpe de Estado que cambió su vida y exigir, de nuevo, memoria, verdad y justicia.

Llegó, como siempre, con el pañuelo blanco atado a su cabeza, que simboliza los pañales de los hijos desaparecidos; y su expansiva sonrisa que tanto reconfortaba a quienes la abrazaban, le pedían fotos y le agradecían por el ejemplo de lucha.

La querían tanto como la admiraban.

Norita jamás logró encontrar a su hijo, pero, como tantas otras mujeres que se agruparon en las Madres y en las Abuelas de Plaza de Mayo, transformó su duelo en resistencia y solidaridad y, sin quererlo, se convirtió en un ícono de la defensa de los derechos humanos.

La congruencia será uno de sus principales legados.

Historia

El 15 de abril de 1977, durante la dictadura más sangrienta que ha sufrido Argentina, Carlos Gustavo Cortiñas, un estudiante de 24 años que militaba en la Juventud Universitaria Peronista, fue desaparecido en la provincia de Buenos Aires. Estaba casado y tenía un hijo menor.

Tenía, también, a una madre que salió a buscar a su hijo por todas partes. Norita deambuló por comisarías y juzgados hasta que, junto con otras mujeres, comenzó a hacer rondas en la Plaza de Mayo para compartir información sobre sus hijas e hijos desaparecidos. Desafiaban así a los represores.

Ahí nacieron las Madres de Plaza de Mayo, que después serían conocidas y apoyadas a nivel internacional. Hoy siguen siendo una de las organizaciones de derechos humanos más respetadas en todo el mundo.

“El 30 de abril de 1977, nuestro primer día, éramos muy poquitas y todas estábamos atravesadas por el miedo y la angustia”, recordó Norita en una entrevista con el portal Educación y Memoria.

La mayoría de ellas eran amas de casa que se vieron forzadas a salir sus hogares para exigir la aparición con vida de sus hijos.

“Yo fui una mujer tradicional, una señora del hogar. Mi marido era un hombre patriarcal, él quería que me dedicase a la vida familiar.  En ese entonces, yo era profesora de alta costura y trabajaba sin salir de mi casa, enseñándoles a muchas jóvenes a coser. Vivía todo muy naturalmente, como me habían educado mis padres”, explicó Cortiñas.

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