Alumnos de Uvalde vuelven a clases por primera vez tras tiroteo
Gilbert Mata se levantó emocionado el martes para el primer día de clases desde que una bala le atravesó la pierna hace tres meses en un aula de cuarto grado en Uvalde, Texas.
El niño de 10 años se ha curado de sus heridas físicas, pero el olor a quemado todavía le recuerda los disparos, y la visión de muchos agentes de policía le recuerda el día de mayo en que un agresor mató a 19 de sus compañeros y a dos profesoras.
En una mañana que muchas familias de Uvalde temían, un nuevo ciclo escolar comenzó en la pequeña ciudad del sur de Texas con grandes abrazos en las aceras, patrullas estacionadas en cada esquina y madres limpiándose las lágrimas después de dejar a los niños.
Mata estaba listo para volver, esta vez con su propio teléfono. Su madre, Corina Comacho, tuvo más problemas para dejar que su hijo volviera a clases.
“En un momento determinado puede sacar su teléfono y enviarnos un mensaje de que está bien”, dijo después de acompañarlo a una nueva escuela, la primaria Flores, y dejarlo detrás de puertas con cerraduras nuevas. “Eso es como: ‘Está bien, eso es bueno. Ahora me siento mejor’”.
En el exterior de la Escuela Primaria Uvalde, los profesores, con camisetas turquesas a juego con el lema “Juntos nos levantamos y juntos somos mejores”, guiaron a los alumnos a través de una valla de 2,4 metros (8 pies) recién instalada y pasaron por delante de un policía estatal situado en la entrada principal.
”¡Buenos días, mis soles!”, saludó un profesor. ”¿Están listos para tener un buen año escolar?”
La Escuela Primaria Robb, donde se perpetró la masacre del 24 de mayo, está cerrada permanentemente y será demolida.
Una gran ofrenda con muñecos de peluche, fotografías de las víctimas y cruces permanece afuera del lugar de uno de los tiroteos más mortíferos de la historia de Estados Unidos.
En el exterior de las otras escuelas de Uvalde —que se encuentran a poca distancia en automóvil_, algunas medidas de seguridad que el distrito implementó tras el ataque estaban incompletas.
Las cámaras de seguridad están todavía en proceso de instalación. Las nuevas vallas metálicas rodean algunos campus, rodean parcialmente otros y no están en absoluto en la Escuela Primaria Flores, donde muchos estudiantes de Robb están inscritos este año.
El ataque duró más de 70 minutos antes de que la policía se enfrentara finalmente al agresor y lo matara. El retraso enfureció a los padres de familia y dio lugar a un informe condenatorio de los legisladores estatales. Ahora hay más policías vigilando, pero la desconfianza es generalizada.
“Hay un gran hueco aquí. Cualquiera puede pasar”, dijo Celeste Ibarra, de 30 años, señalando la nueva valla alrededor de la Escuela Primaria Uvalde mientras estaba de pie en su patio delantero al otro lado de la calle.
La hija mayor de Ibarra, Aubriella Melchor, de 9 años, se encontraba en la primaria Robb durante el tiroteo y parecía alargar la mañana del martes todo lo posible, tardando más de lo habitual en vestirse y comiendo lentamente su desayuno. Cuando llegaron las compras para la vuelta a clases, no quiso ir a Walmart, y los lápices brillantes que Ibarra compró para entusiasmar a su hija no funcionaron.
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