Hábitos que ayudan el desarrollo cerebral del niño
El cerebro comienza a formarse desde las primeras etapas de la gestación.
Luego, una vez venido al mundo, el desarrollo cerebral continúa, especialmente durante los primeros años de la infancia. ¿Podemos estimular el desarrollo cerebral de nuestros hijos? ¿Existen hábitos que pueden incidir y potenciarlo?.
El desarrollo cerebral del niño
El cerebro comienza a formarse a las dos primeras semanas de gestación.
Posteriormente, hacia el final del embarazo, se conforma la corteza cerebral. No obstante, no está desarrollada del todo y no lo hará hasta después del parto.
En efecto, al nacer, el cerebro del bebé está aún en proceso de formación y maduración.
De hecho, no es hasta la edad de los tres años cuando alcanza prácticamente el 80 % de un cerebro adulto.
Se trata, por tanto, de una etapa en la que el cerebro se desarrolla a una velocidad impactante.
Así, los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo cerebral. De hecho, se desarrollarán muchas de sus estructuras básicas:
La corteza visual. Hacia los seis meses el bebé ya puede ver prácticamente como un adulto (profundidad, enfoque, etc.)
El cerebelo multiplica su tamaño, permitiendo el desarrollo de las actividades motoras.
La mielinización se hace más rápida, permitiendo que los mensajes lleguen mucho más rápido al cerebro.
Crecimiento neuronal. Se crean muchas sinapsis neuronales, incluso más de las que llegarán a la edad adulta. Esto explica por qué los niños pueden aprender más cosas y más rápidamente que los adultos.
El desarrollo cerebral es, además, un proceso activo e interactivo que se va conformando a medida que el niño va creciendo y aprendiendo.
Por eso, influyen factores no sólo biológicos o físicos, sino también otros como el entorno (padres, cuidadores), el estilo de vida, etc.
Hábitos que inciden en el desarrollo cerebral del niño
1. Interactuar
La interacción con el niño es determinante para su desarrollo cerebral. A través de esto, se consigue una adecuada estimulación del cerebro.
Cuando un niño se expresa, ya sea balbuceando o llorando, y encuentra como respuesta un contacto visual, un abrazo o una respuesta oral, en su cerebro se establecen o refuerzan conexiones neuronales que posteriormente le ayudarán a desarrollar sus habilidades comunicativas y sociales.
De hecho, los científicos de este centro indican que una relación sin interacción, es decir, sin respuesta, puede incluso llegar a ser un grave peligro para el desarrollo del niño.
En efecto, para su correcto desarrollo, el cebrero necesita interacción de forma que reciba la estimulación adecuada. Si no existe, las respuestas de estrés se activarán, liberando hormonas que pueden llegar a provocar deficiencias en el desarrollo cerebral.
2. Evitar el estrés tóxico
Cuando el cuerpo se siente amenaza es normal que responda con determinadas reacciones físicas tales como el aumento del ritmo cardíaco y la liberación de hormonas como el cortisol.
En este sentido, un niño que encuentra un ambiente positivo y de apoyo en estos momentos, aprenderá a regular con éxito su estrés, incluso a nivel fisiológico.
Ejercicio físico
Niño a hombros al aire libre: Fomentar buenos hábitos como el ejercicio físico puede contribuir a un óptimo desarrollo cerebral en el niño.
El ejercicio físico es también determinante en el desarrollo cerebral. En efecto, como es lógico, el cerebro está vinculado a la salud general. En este sentido, algunos estudios indican que el ejercicio durante la infancia puede mejorar las funciones cognitivas de los más pequeños.
No olvidar el amor
La relación que se establece entre el niño y la persona que lo cuida es fundamental. En efecto, es de suma importancia para su desarrollo físico, emocional e intelectual. El niño necesita sentirse protegido, seguro y cuidado