Las implicaciones para la salud de la nube de polvo del Sahara
En su habitual recorrido de miles de kilómetros desde el norte de África, las partículas de polvo del desierto del Sahara ya alcanzaron esta semana el sureste de México y varios países del Caribe.
Cada año, más de 100 millones de toneladas de polvo sahariano se levantan desde el desierto, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU., y buena parte llega a Europa y América.
De acuerdo con Olga Mayol, experta del Instituto de Estudios de Ecosistemas Tropicales de la Universidad de Puerto Rico, la actual nube tiene las concentraciones más altas de partículas de polvo observadas en la región en el último medio siglo.
Y aunque es un fenómeno común, que incluso tiene efectos benéficos en ecosistemas como el del Amazonas, este año se ha sumado a las preocupaciones de salud por los problemas respiratorios relacionados al nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
Al alcanzar el territorio mexicano, el líder de la estrategia del gobierno para la pandemia, Hugo López-Gatell, pidió a la población del sureste del país tomar medidas de precaución.
“Las partículas tienen un tamaño de entre 2,5 y 10 micras, que son las partículas respirables. Entonces, pueden entrar por nariz y boca al momento de respirar y alojarse en la tráquea, en los bronquios o llegar incluso en menor tamaño las 2,5 hasta los terminales, los bronquios y los alveolos en los pulmones”, explicó el epidemiólogo.
Las nubes de polvo suelen afectar a las personas que ya padecen enfermedades respiratorias crónicas, como el asma, el enfisema o la bronquitis crónica, que son parte de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (Epoc).
Más que solo polvo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el peligro de este fenómeno “radica en el contenido de bacterias, virus, esporas, hierro, mercurio y pesticidas que presenta el polvo”.
Además de partículas de arena del Sahara, la nube arrastra otros elementos presentes en los ambientes que atraviesa.
Y es que cuando los vientos en el desierto del norte de África levantan arena, recogen contaminantes al pasar por zonas deforestadas de la región, principalmente de los países subsaharianos.
“Estas tormentas cuando logran concentrarse y alcanzar áreas pobladas de Europa y América, pueden provocar la aparición de alergias y crisis asmáticas en muchas personas”, explica la OMS.
Las personas con problemas respiratorios o inmunodepresión, que a su vez son los más vulnerables al covid-19, suelen ser los más afectados.
“Muchas veces se refieren casos de ‘gripes’ persistentes o alergias sin causa aparente que pueden haber sido provocadas por el contacto con partículas de origen biológico presentes en estas brumas”, dice la OMS.
¿Qué se recomienda hacer?
Lo ideal es evitar la exposición prolongada al polvo sahariano, por lo que la recomendación general es mantenerse en casa cuando hay presencia de estas nubes.
Los mayores cuidados deben ser tomados por personas que tienen problemas del grupo EPOC, así como adultos mayores, mujeres embarazadas y niños, señala la OMS.
“Si se tiene sensación de cuerpos extraños en los ojos, lávese con abundante agua. Es preferible utilizar agua potable, hervida o clorada. Lávese las manos antes de iniciar el procedimiento”, añade.
También es importante cubrir fuentes de agua (pozos, recipientes o estanques) para evitar la contaminación. Y humedecer el piso antes de barrer para evitar que el polvo vuelva a quedar suspendido.
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