La ciencia mostró sus contradicciones con el covid-19
Hidroxicloroquina, ensayos de doble ciego, anticuerpos en el plasma, aerosolización y otros términos médicos irrumpieron en el espacio público, ocupado en forma inédita por la ciencia que gravita en torno a la pandemia de covid-19.
Esa ciencia, que irrumpe desde los laboratorios, da la impresión de ir en un sentido un día, y en el otro al siguiente, en zigzags amplificados por los medios y las redes sociales.
Pero para los especialistas, lo que ocurre no es excepcional, aunque sí lo es su aceleración y su eco.
A causa de la amplitud de la pandemia, el número de estudios científicos se dispara y aumenta el número de publicaciones.
Y eso es lógico en plena crisis sanitaria mundial cuando “la rápida circulación de conocimientos científicos es de una crucial importancia” constata Serge Horbach, de la universidad Radboud (Holanda), en un estudio dedicado a las publicaciones sobre el coronavirus.
Según el investigador, a mediados de abril había no menos de 2.102 “preprints” (textos científicos) vinculados con la covid-19, aparecida apenas cuatro meses antes.
Los “preprints” son estudios publicados en línea a la espera de pasar por el filtro de comités de lectura de las revistas científicas clásicas.
Por su parte, las revistas han “acelerado considerablemente” el proceso de publicación para los estudios dedicados a la pandemia.
Varios estudios a la vez
“Nos podemos preguntar si más rápido es siempre (sinónimo de) mejor” se interroga el autor del estudio, quien teme un “trueque entre rapidez y calidad”.
“Lo que vemos no es más que la brutal aceleración de las tendencias ya existentes” matiza Ivan Oransky, cofundador de Retractation Watch, sitio estadounidense especializado en el análisis de las correcciones de estudios científicos.
En período de crisis “es normal que los científicos trabajen más rápido, que los artículos sean publicados antes. No es un mal en sí, pero debemos aceptar que habrá más errores”.
Con la ‘mediatización’ y la amplificación en la redes sociales, aumenta el sentimiento de vivir un “efecto yoyo” en los conocimientos, pero ello no es algo que deba sorprender, según este experto.
“Miren la cobertura de muchos periodistas sobre el café, el vino tinto o el chocolate: una semana es benéfico, y a la semana siguiente es algo que nos mata. Nadie está muy seguro”, dice.
Otra explicación de la multiplicación de publicaciones es la lucha por los créditos para la investigación.
“Hay una gran importancia de las publicaciones sobre la financiación” de las investigaciones, recuerda Anne-Marie Duguet, especialista de ética médica en la Universidad Paul Sabatier de Toulouse, y coautora de una reciente publicación sobre los estudios llevados a cabo por uno de los más controvertidos médicos franceses, el profesor Eric Raoult.
“No importa que haya muchos estudios, lo que importa son el rigor científico y la ética”, asegura Duguet.
Claridad quiere la gente
Y en lo que respecta a las divergencias entre expertos, dice Duguet, ello forma parte de la esencia misma del proceso científico.
“En todas las conferencias científicas hay controversias, es algo enriquecedor. Pero ¿qué quiere el público? Que encontremos un remedio milagro, que funcione y que todo vaya rápido. Lo que el público no comprende es la incertidumbre, que se diga que no sabemos. ¿Por qué funciona bien Raoult? Él no duda, él avanza”.
“Es como si, de golpe, se tuvieran que armonizar los ritmos científico, mediático y político” explica Benoit Gaultier, profesor en la Universidad de Zurich.
Tal sería el caso del profesor Raoult, defensor del tratamiento de hidroxicloroquina contra el coronavirus, que ha elegido ponerse al margen de los ‘tiempos científicos’ –darse tiempo para investigar- para colocarse en el de la urgencia de la medicina (tratar y curar a los enfermos), que se asemeja también más al tiempo político, según Gaultier.
Las polémicas resultantes de esta diversidad de tiempos pueden “generar un efecto de desencanto entre el publico”, desconcertado ante tantas contradicciones.
Sin embargo Benoit Gaultier ve en ello la expresión, ahora mucho más pública que de costumbre, “del proceso permanente de refutación” sobre el que reposa la investigación.
Y lo resume así: “De hecho, debido a covid-19, nos encontramos anormalmente expuestos al funcionamiento normal de la ciencia”.
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