Aunque, el último en estar en el centro del debate ha sido Leo Messi. Según la ONG Attac, la aeronave del argentino hizo, solo entre junio y agosto, un total de 52 vuelos. Esto equivale a una emisión de 1.502 toneladas de CO2, «es tanto como un francés en 150 años», denuncia la organización.
Unos pocos, contaminan mucho
La Covid-19 dejó en tierra toda la flota de las aerolíneas y su despegue real no ha comenzado hasta este 2022 y aún no al 100 %. Sin embargo, los vuelos privados no han notado la aparición del Sars-CoV-2. «En julio de 2020, las ventas de vuelos privados aumentaron un 11,3%», recoge Transport & Environnement (T&E).
Vuelos exclusivos al alcance de unos pocos. Los clientes de este tipo de servicios suelen ser artistas, futbolistas, políticos, reyes y millonarios. «Solo el 1% de las personas causan el 50% de las emisiones de la aviación mundial», apunta la oenegé especializada en transporte.
Unos viajes que en escasas ocasiones superan la hora de vuelo y suelen ser una media de 500 kilómetros, la distancia recorrida. «Los jets privados representan la forma de movilidad más dañina para el planeta. Resulta inadmisible que unos pocos individuos, solo por su altísimo nivel adquisitivo, tengan la posibilidad de generar una huella de carbono tan disparatada y, por tanto de causar tan graves perjuicios al conjunto del planeta», denuncia Pablo Muñoz Nieto, responsable de la campaña de aviación de Ecologistas en Acción.
Más impuestos
Si la hoja de ruta de Bruselas en su Fit for 55 se cumple, «se podrían recaudar 325 millones de euros anualmente si se aplicara a todos los vuelos que salen de la UE y el Reino Unido», destaca T&E. «Los ingresos recaudados de este modo podrían utilizarse para acelerar la descarbonización del sector de la aviación», añaden.
Esta es una de las recomendaciones que hacen a los reguladores, aunque su petición va más allá: «se insta a las empresas y los particulares a reducir sustancialmente el uso de aviones privados; y, finalmente, se propone la prohibición de aquellos vuelos para los que existan alternativas que no incrementen la duración del viaje en más de dos horas y media».
Un guante que ya recogió Francia el pasado 2021 cuando decidió prohibir los vuelos domésticos cuando haya una alternativa en tren de menos de dos horas y media. Medida recurrida por los aeropuertos franceses ante la Comisión Europea.
En España, esta decisión también ha sido barajada por La Moncloa, aunque el sector aéreo siempre ha defendido que estas medidas son residuales, pues «el impacto que tendría sobre las emisiones sería mínimo y el coste económico, grande», señalan.
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