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Morosidad en condominios pone en riesgo los servicios colectivos

La morosidad en condominios no solo es un problema administrativo: es un reflejo de la fragilidad de los acuerdos de convivencia en tiempos de crisis
martes, 16 diciembre 2025
condominios
Cortesía | La situación se repite con matices similares en numerosos conjuntos residenciales
La morosidad en el pago de las cuotas de condominio se ha convertido en uno de los principales factores de deterioro de los edificios residenciales y mixtos en Ciudad Guayana.
Más allá de un conflicto entre vecinos, el incumplimiento sostenido de estas obligaciones impacta directamente la prestación de servicios básicos, el mantenimiento de áreas comunes y la convivencia entre propietarios e inquilinos.
La situación se repite con matices similares en numerosos conjuntos residenciales. Así lo expone Esteban Hurtado, miembro de la junta de condominio del edificio donde reside en el municipio Caroní.
Hurtado explica que el funcionamiento del condominio se rige por un documento de propiedad y normas internas aprobadas en asamblea de copropietarios, donde se establece que cada inmueble aporta una cuota mensual de acuerdo con el metraje y su participación dentro del total de la edificación.
Sin embargo, Hurtado advierte que uno de los problemas estructurales es la escasa participación de los propietarios en las asambleas.
“Son pocos los que asisten, proponen o se involucran en la toma de decisiones, pero son muchos los que luego exigen resultados”, señala. Esta desconexión entre corresponsabilidad y exigencia, afirma, termina agravando los conflictos internos.

Altos niveles de morosidad

En el edificio donde hace vida la junta de condominio consultada, existen 16 inmuebles, de los cuales 15 se encuentran actualmente habitados. Aunque todos deberían cancelar mensualmente su cuota, el nivel de morosidad se ubica entre la mitad y un poco más de la mitad de los copropietarios, una cifra que impide cubrir con regularidad los gastos comunes.
“Hay meses en los que solo pagan tres o cuatro apartamentos. Con ese dinero debemos decidir qué servicio cubrir parcialmente, porque no alcanza para todo”, explica Hurtado. La consecuencia directa es la suspensión o postergación de mantenimientos esenciales, como el del ascensor, la limpieza general o trabajos eléctricos, que deben ser cubiertos mediante cuotas especiales al no formar parte de los gastos fijos.
El esquema de pago incluye servicios como agua, electricidad de áreas comunes, aseo y, en edificios que lo poseen, el mantenimiento del ascensor.
Aunque las cuotas suelen ser relativamente bajas en comparación con otros costos urbanos, el incumplimiento reiterado genera un déficit que se acumula mes a mes.

Inquilinos, propietarios y responsabilidades compartidas

Otro elemento que incide en la morosidad es la relación entre propietarios e inquilinos. De acuerdo con Hurtado, en la mayoría de los casos es el propietario quien debe responder por los gastos extraordinarios del condominio, mientras que el inquilino asume el pago de los servicios incluidos en la cuota mensual, o según lo estipulado en el contrato de arrendamiento.
No obstante, existen situaciones en las que los propietarios no residen en el edificio y alquilan sus inmuebles sin dar seguimiento al estado de cuenta del condominio.
“Hay apartamentos donde el inquilino se va, queda una deuda y al propietario no le afecta porque no vive aquí. Ese problema termina recayendo en quienes sí hacemos vida en el edificio”, sostiene.
En el caso de los locales comerciales, las normas internas suelen establecer cuotas fijas, lo que limita la posibilidad de cargarles gastos extraordinarios, que deben ser asumidos directamente por los propietarios del inmueble.

Límites legales y consecuencias colectivas

La legislación vigente también impone restricciones a las juntas de condominio. Hurtado explica que no está permitido exhibir públicamente listas de morosos, lo que obliga a realizar gestiones individuales con cada copropietario, un proceso lento y, en muchos casos, poco efectivo.
A lo largo del tiempo, algunos miembros de la comunidad han optado por cubrir gastos con recursos propios para evitar la suspensión de servicios.
Sin embargo, esta práctica no resulta sostenible. “Cuando alguien asume esos pagos, sin querer le quita responsabilidad al resto. A la larga, el problema vuelve a repetirse”, afirma.
El impacto más grave de la morosidad se refleja en los servicios colectivos. En edificios donde el suministro de agua no está individualizado, el incumplimiento generalizado puede derivar en la suspensión del servicio para toda la comunidad. “El agua no se corta por apartamento, se corta por edificio”, subraya Hurtado.

Una problemática que trasciende un solo edificio

Aunque el testimonio corresponde a un caso específico, el propio vocero reconoce que se trata de una realidad común en muchos condominios de Ciudad Guayana en el estado Bolívar.
Factores económicos, desinterés, falta de conciencia sobre la corresponsabilidad y vacíos en la gestión comunitaria confluyen en un escenario donde las deudas individuales terminan afectando el bienestar colectivo.
Para Hurtado, la clave está en que los propietarios comprendan que la responsabilidad no termina en la puerta del apartamento. “De la puerta hacia afuera también es parte de tu propiedad. Si no se cuida, se deteriora y pierde valor”, concluye.
La morosidad en condominios no solo es un problema administrativo: es un reflejo de la fragilidad de los acuerdos de convivencia en tiempos de crisis y un desafío pendiente para comunidades que dependen, más que nunca, de la corresponsabilidad entre vecinos.

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